Dos meses despuésTodo está bien, ya no soy una aseadora, si no, una chica que es asistente de mi prometido y ese cambio tan abrupto, aunque me ha desestabilizado, ha sido posible para mí enfrentarlo, porque tanto mi madrina como mi prometido, me han ayudado para que la transición sea agradable.Por eso, el hombre que tanto espectáculo me da desde mi balcón, termina de tocarse para bañarse mientras yo imploro que estos días nunca terminen. Porque esas mañanas de placer y miradas llenas de deseo, es justo como quiero vivir siempre.Así que, rápidamente me marcho a alistarme sintiendo que necesito más que un mero placer visual otorgado por el hombre que tanto me complace incluso desde la distancia.‘Necesito que él me haga suya y dudo que sea por ahora, ya que, solo calienta, pero, sigue sin decidirse a tocar.’ Me digo mentalmente.— ¿Qué
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