Después de dejarla bajo el cuidado de los doctores se dirige a la casa de los Russel para buscar a su hija y darle la noticia de su madre. Al llegar es atendido por Sofi, quien le abre la puerta con una enorme sonrisa,Obviamente ya estaba enterada de la condición de su amiga Lina y esperaba con ansias que Alex llegara a su casa para contarle las buenas nuevas a la niña, ya que ella no sabía cuánto tiempo iba a poder mantenerse callada y no revelarle que su madre ya estaba despierta y con muchas posibilidades se volver a casa muy pronto. — ¿Dónde está? —le pregunta a Sofi escaneando la casa con la mirada. —Arriba —le responde—. Ha estado estudiando mucho, creo que usa el estudio como distracción —le hace saber al padre de la niña. —Entiendo. — ¿Cómo está ella? —quiere saber Sofi. —Quejándose por tener que quedarse un día más en el hospital —le cuenta medio en broma. —Eso suena a ella. —Pensabas que el estar en coma la iba a cambiar? —pregunta Ian de manera retorica acercándose a ellos—

Al día siguiente, los rayos de sol se cuelan por la ventana que dejaron abierta por olvido la noche anterior reflejando los cuerpos desnudos y enredados entre sí sobre el lecho. Gaby, como había proclamado antes de llegar a la cama, dormía del lado derecho de la misma, una pierna salía por debajo de las sábanas, mientras la otra estaba cubierta por una pierna de Noe, quien prácticamente dormía sobre él. Ella comienza a despertarse gracias a la luz que entraba del exterior y de a poco abre los ojos encontrándose con el rostro relajado y tranquilo del morocho muy cerca de ella. Noe sonríe al verlo, y al recordar la propuesta que le hizo y aceptó la noche anterior. —Pareces una acosadora —se escucha decir al morocho con voz somnolienta—. Déjame mirarme. Aquello hace sonreír más a la joven.—No hacía tal cosa —miente y Gaby abre los ojos atrapándola mirándolo. —Encima eres terrible mintiendo —bromea. —No parezco una acosadora —se queja, haciendo unos ojos locos. —De hecho, sí —ríe—. Y más

7 años después…El salón elegido al lado del río se encontraba decorado con grandes moños de color azul pacífico y cintas blancas, orquídeas esparcidas por cada rincón del predio, las mesas con manteles celestes decoradas con más orquídeas y símbolos de notas musicales. Las personas se sitúan por diferentes lados del salón esperando la llegada de la cumpleañera. De repente las luces se bajan y la voz de la joven que cumple años se deja escuchar por los altavoces. Aye comienza a hablar sin mostrarse, dejando que solo su voz se haga presente entre las personas.—Las chicas que cumplen 15 años, como yo en este momento, eligen una canción, la cual mayormente es su favorita, pero ese no es mi caso. No sabía cuál elegir, tengo muchas canciones favoritas —Los presentes se ríen al escuchar esa acotación—. La canción que elegí para hacer mi entrada, es una canción que nos identifica a todos los que estamos hoy aquí. Sé que muchos, mientras la canción transcurra, van a mirar a su alrededor y se

3 años antes…—Está muerto —habló Gaby sentándose frente al escritorio de Ian—. Muerto y enterrado, está hecho.El rubio lo observó con una ceja elevada.—¿De quién hablas?—Mira —respondió quitando su teléfono del bolsillo—. Hubo una pequeña confusión cuando le compré el celular a Aye y por alguna extraña razón me llegan sus mensajes. Está todo el tiempo mandando mensajes.—La espías —acusó Ian entendiendo lo que el morocho hizo.—Es algo sin querer —se defendió con rapidez.—No tienes caso.En ese momento el celular comenzó a sonar.—Es él, ese tal Joel. ¿Qué clase de nombre es ese? —gruñó Gaby—. Todo el día le manda mensajes —Comenzó a leer—. "Buen día A" —Lo miró a Ian—. Su nombre es Ayelen, no A —siguió leyendo—. ¿"Qué dulces te gustan?" —Lo miró de nuevo a Ian y este escuchando—. Espera, ella le contesta. "Los Snickers" —Ian tapó su boca para no reír—. Ahí le contestó. "Que bien, a mí también" —Ian no se aguantó y se carcajeo—. ¿Qué son estos mensajes, he?—Son niños, Medina, ha

—Eres buena distrayendo —comenta Gaby buscando el vestido de su mujer. — ¿Dónde está? —pregunta para ella misma con la mirada en el piso. ¿Buscas esto? —cuestiona divertida Gaby levantando la tanga de la chica en su mano. —¿No me digas que la rompiste? —inquiere en media queja al tiempo que se la quita de la mano. —No mucho —murmura con una sonrisa tonta y esa sonrisa se amplía cuando ella estira la tanga frente a él mostrando que no servía ni para trapeador. —Ahora voy a andar el resto de la fiesta sin nada debajo del vestido —le hace saber tomando el vestido del suelo. —Y eso va a seguir distrayéndome el resto de la fiesta —entona divertido. —Seguro que a todos los que se den cuenta que no llevo ropa interior —suelta adrede y él frunce el ceño. —No puedes salir así —le reprende. —No voy a quedarme aquí —le hace saber ella. —Lo hubieras pensado antes de comenzar con tu distracción. —Lo hubieras pensado antes de romper mi ropa interior —replica ella y sale del cuarto antes que él pued