C11-ELIGE BIEN.Sara aún no lo procesaba del todo y el eco de las palabras de Mason retumbaba en su cabeza como un martillazo imposible de ignorar. “Ese esperma que decidiste usar… es mío.”Se llevó una mano al vientre como si necesitara comprobar que todo aquello no era una broma del destino.«¿En serio, Sara? —se reprendió mentalmente—. De todos los hombres del país… no, del mundo entero… justo tenías que acabar con el maldito esperma de Mason. ¿Qué, acaso en el banco no había nadie más disponible? ¿Se acabaron las existencias y solo dejaron la muestra del demonio en persona?»El absurdo de la situación era tan grande que, por un instante, casi se echó a reír. «Porque pediste sus características, Sara… altas, fuertes, con ojos que intimidaran… claro, cómo no. Y ahora no solo te vino el bebé, sino el combo completo con padre incluido. Fantástico. Perfecto. Maravilloso. El hombre que más me odia en el universo resulta ser el padre de mi hijo.»Sin embargo, tragó saliva, porque no est

C13-¡NO TIENES VERGUENZA!Mason se marchó dejando tras de sí un silencio denso y Sara permaneció quieta unos segundos, respirando con dificultad, hasta que escuchó los pasos decididos de Kenyi entrando. Su mirada buscó la de ella, demandando respuestas, y ella no tardó en confesar lo inevitable.Cuando él la escuchó, casi pegó el grito en el cielo.—¡¿Estás loca?! —Kenyi la miró como si le hubiera crecido otra cabeza—. ¡Al tío Min le dará otro infarto, Sara!Ella bajó el rostro entre sus manos, avergonzada de su propia decisión.—Lo sé… pero… ¿qué otra opción tengo?—No sé… ¡huir a Corea!—No voy a hacer eso —replicó Sara con un movimiento firme y él la fulminó con la mirada, incapaz de contener la rabia.—Ah, ¿entonces casarte con el oxigenado sí? Maldición, Sara, ese hombre te humilló una vez. ¿Por qué crees que quiere que te cases? ¿Para hacerte la mujer más feliz del mundo?Sara no supo qué responder.Las palabras de su primo eran ciertas, después de lo que había pasado entre ello

C15- ESTA NUNCA SERÁ MI CASA.Quince días después, la boda se celebró con la elegancia propia de los Leclair, aunque con pocos invitados. Los padres de Sara fueron el vacío más notorio: su padre se había negado rotundamente a asistir, enfurecido con ella por aceptar el matrimonio, mientras que su madre apenas mandó un mensaje ambiguo de felicitación. Kenyi tampoco estuvo presente, a petición de la propia Sara, quien prefirió evitarle problemas y enfrentamientos.Esperó en el altar, sola, con la garganta cerrada y se obligó a mantener el porte de una mujer indiferente. El silencio en el auto de regreso era tan pesado que apenas podía respirar; miraba por la ventana, fingiendo calma, pero su estómago era un nudo que le revolvía todo. Cada vez que intentaba relajar los hombros, volvía a tensarse al recordar el rostro de su padre en la videollamada dándole la espalda.Pero no podía culparlo.A su lado, Mason no había dejado de mirarla ni un segundo, y ella podía sentirlo: esa presión const

C17-SENTIDO DE LA INOPOTUNIDAD.Sara entró en la habitación y por dentro hervía, pero se obligaba a mantener el rostro sereno, indiferente, como si nada la tocara. No iba a darle a Mason la satisfacción de ver cuánto la había golpeado descubrir que él había estado comprometido.¿Con qué derecho ese infeliz le había reclamado por Kenyi cuando había estado enredado con otra?Y ni hablar, podía apostar que con muchas más. Siempre había sido popular entre las mujeres, eso lo sabía bien.Se detuvo frente al tocador y estiró las manos hacia el cabello y empezó a quitarse en silencio las horquillas, una a una, dejando caer mechones rebeldes sobre sus hombros.«Maldita sea, debí hacerle caso a ese irlandés… tal vez me sentiría mejor y no estaría en desventaja frente a este hombre.»La verdad era que se había cerrado al amor y al sexo desde hacía años. Los pretendientes nunca le faltaron, pero ella los rechazaba con una sonrisa cortés.«Por eso… jamás, jamás va a saber que Kenyi es mi primo. N

C19-¿CREES QUE TU JEFE PODRIA ESCONDERME? Mason estacionó el auto frente a la tienda y, antes de bajar, su mirada se fijó en el ventanal de vidrio. El aire se le congeló en los pulmones al verla allí dentro. Sara reía, inclinada ligeramente hacia adelante, mientras ese asiático —Kenyi— le tocaba el hombro con una familiaridad que lo encendió de inmediato. La sangre le golpeó en las sienes, y en un segundo su mirada se endureció como el acero. —Hoy vas a terminar sin brazos, maldito… Cerró la puerta del auto de un portazo y caminó hacia la entrada. Dentro, Sara todavía se reía del comentario de Kenyi. —¿En serio pensó eso de ti? —Sí. Le dije que era coreano-estadounidense y así lo entendió mejor. Fue una noche… satisfactoria —respondió él con esa sonrisa descarada. Sara negó divertida. —Deseo que aparezca una mujer que te robe el corazón y te haga tragarte esas palabras de que nunca te vas a casar. Has roto demasiados corazones, Kenyi. Él le acomodó un mechón de cabe