- Así es como me dejas... Todo el tiempo... Todo el tiempo.Acercó su cara a la mía, a centímetros. Cerré los ojos y esperé un beso... Que no llegó. Suspiré e intenté reírme, pero no pude mientras Gabe me sujetaba los labios entre los dedos. Sabía que llegaría un día en que me suplicaría que le diera un beso, igual que estaba haciendo yo en aquel momento. Y yo tendría el placer de vengarme. Y era lo bastante lista para saber que ese día no tardaría en llegar.Gabe me soltó la barbilla y me echó el pelo hacia atrás, echándolo a un lado. Luego me alisó la cicatriz de la nuca y, en un acto que me dejó impresionada, me la besó con suavidad y delicadeza, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera ante aquel toque acariciador, que nunca antes había hecho.- ¡Quiero volver a la orilla, Gabe! - pregunté, aturdida, sin querer ceder a los deseos de mi cuerpo.- Podemos volver... Si prometes comportarte.- No me gusta hacer promesas que no puedo cumplir, marido. Lo siento.- Por favor, Chuchu..
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