OliviaNo podía apartar la vista de la publicación de Raquel en sus redes sociales. La imagen de mi pareja y de nuestro hijo, ambos sonriendo radiantes junto a ella, me revolvía el estómago. ¿Así era como se llevaban los tres cuando yo no estaba? Tan cercanos, tan naturales… como si fueran una auténtica familia de tres.Alba, mi loba interior, caminaba inquieta dentro de mí. Sus gruñidos reflejaban el tumulto que sentía por dentro.Al mirar la foto, los recuerdos me invadieron. Seis años atrás, cuando Diego y yo nos reconocimos como parejas destinadas, todo era distinto. Entonces, él era tan atento, tan amoroso. Cada día, sin falta, me traía tulipanes rosados, mis flores favoritas.Recuerdo cómo la manada susurraba a nuestras espaldas. Yo, la Jefa de Sanación, eligiendo como compañero de vida a un omega. Pero a mí no me importaba. El amor no entiende de rangos ni de estatus.Cuando Diego quiso fundar su empresa farmacéutica, lo apoyé sin dudarlo. Incluso cuando las pérdidas de su
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