Al día siguiente de nuestra boda, Harold tuvo que irse fuera del país por unos asuntos familiares. Hoy, después de una semana sin verlo, por fin regresó y no pude evitar ponerme un poco nerviosa.Estaba sentada en la cama, jugando con el borde de las sábanas. Desde el baño, el sonido del agua me envolvía, y al poco rato, Harold salió lentamente, con la toalla colgando de su cintura. Su cuerpo, con esa abdominal tan definida, era... simplemente irresistible.Me miró desde arriba, y al ver mi cara roja de vergüenza, dio una risa baja.—¿Te gusta? —dijo con una voz grave, llena de una seducción casi palpable.Justo cuando iba a decir algo, Sus labios me callaron, y su lengua se enredó con la mía, recorriéndome de estremecimiento. En un abrir y cerrar de ojos, me tumbó sobre la cama, y su beso descendió por mi mandíbula, mi cuello, y poco a poco bajó más.Con un movimiento rápido, rasgó mi pijama, levantó mis piernas, y su cuerpo se unió al mío con una fuerza que no esperaba.—Vamos... qui
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