Capítulo 101. El día transcurrió como un borrón entre conversaciones cruzadas, abrazos sinceros y miradas cargadas de nostalgia. Grettel y Erika se turnaban para estar conmigo, como si temieran que al quedarse solas, yo volviera a desaparecer. Hugo había conquistado a todos con su sonrisa tímida y su forma de aferrarse a su peluche como si fuera un trozo de casa. Pero había algo que no podía dejar de pensar. Algo que me punzaba en el pecho desde que puse un pie en el castillo. Algo que no se nombró, pero que flotaba en el aire como una nube espesa: Natalia. No la había visto. Nadie la había mencionado. Era como si la hubieran borrado de la historia. Y sin embargo, su sombra seguía ahí, pegada a las paredes, a los recuerdos, al pasado que tanto costaba soltar. Esa noche, cuando Hugo ya dormía —con los dedos aferrados a mi blusa y la respiración profunda y tranquila—, me levanté sin hacer ruido. Caminé por los pasillos en penumbra hasta llegar al despacho de Calen. No había llamado

Capítulo 103. Dos días más tarde, lo teníamos todo preparado. Dejé a Hugo y a Elías con Erika y decidimos salir en busca de Alina. El viaje fue silencioso. Calen y yo salimos antes del amanecer, sin decirle nada a nadie. Solo Alexander y Erika sabían exactamente a dónde íbamos. Necesitaba respuestas, y estas no iban a venir en mi busca. Llegar al antiguo territorio de la manada Fulgor no tomó más que medio día. Era una zona abandonada, con casas destruidas, campos secos y huellas de guerra por todos lados. Apenas pusimos un pie allí, el aire me oprimió el pecho. Las imágenes llegaron solas. Yo, encadenada. Yo, arrastrada por el barro. Yo, llorando en un rincón mientras los soldados se reían... —¿Estás bien? —preguntó Calen, tocándome la espalda con suavidad. Asentí con la cabeza, aunque le estaba mintiendo. No estaba bien. No lo estaría nunca cuando se trataba de recordar. Pero me obligué a respirar. No era la misma chica débil de antes. Ya no. —Estoy bien. Solo... que me siento

Capítulo 105. Eran casi las once de la noche cuando empecé a encontrarme mal. Estaba en el salón, sentada en el sofá con Hugo dormido en mis brazos. Calen había salido a atender un aviso y no sabía lo que tardaría en regresar. Todo estaba tranquilo hasta que algo en mi interior cambió. Primero sentí un pinchazo en la base de la nuca. Después un calor extraño que me recorrió la espalda. No era fiebre, no estaba mareada, se trataba de otra cosa. Algo que provenía de mi interior. Me llevé una mano al pecho, intentando regular la respiración. Hugo se removió un poco, pero no se despertó. Y entonces la oí, una voz que hablaba dentro de mi cabeza. —“Ya ha llegado el momento.” Me quedé quieta, sin saber si había sido mi imaginación. —“No lo es.” La voz volvió a sonar. Firme. Serena. “Soy yo. Rose, tu loba. Estoy lista.” Me puse en pie despacio, con el corazón acelerado. Mi cuerpo temblaba como una hoja. Salí del salón y fui a buscar a Erika, que estaba en su habitación. Toqué la pue

Capítulo 107. Pov Calen: Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que los niños no están en la habitación. Me siento en la cama y comienzo a quitarme la ropa. —Every, ¿dónde están Hugo y Elías? —Esta noche duermen con Erika, no quise que nos despertaran —dice desde el baño. Me quito la camisa y la dejo colgada en la percha. Every sale del baño y solo lleva puesto un pequeño camisón que deja muy poco o nada a la imaginación. —Prometí ir a tu ritmo y lo voy a respetar, pero... después de verte así... déjame por lo menos embriagarme con tu aroma. Every no dice nada, su cuerpo no parece responderle. Es como si ella deseara tanto este abrazo como yo. Sin poder evitarlo, me pongo duro con solo tenerla cerca. Después de un largo rato, me separo de ella y le dejo un par de besos húmedos sobre el cuello. Miro con disimulo hacia su posición. Tiene sus ojos puestos en mí y no deja de mirarme; su mirada y su sonrisa son atrevidas. Creo que se ha dado cuenta, y eso le gusta. Le hace senti

Capítulo 109. Narrador omnisciente: Todo en el castillo estaba en orden. Los preparativos se habían realizado desde días atrás. Los salones estaban decorados, la comida servida, y la seguridad revisada. La fiesta era un evento importante para consolidar el nuevo ciclo de alianzas. Every se había asegurado de que todo saliera bien. Los invitados empezaron a llegar a la hora prevista. Había ambiente de celebración, sonrisas, saludos formales y copas levantadas. Mientras terminaba de vestirse, Every se detuvo un segundo frente al espejo. Se sentía bien, pero algo le apretaba el pecho. "—Every —dijo Rose desde el enlace mental que compartían—. No me gusta esta noche. Siento que algo malo va a pasar." "—Estás nerviosa, Rose. Nos van a mirar todos. Es normal. Pero nada malo va a pasar —respondió Every mientras se ajustaba el vestido." "—Esto es distinto. No es solo incomodidad. Es una advertencia." "—Ya revisamos todo. Nadie puede entrar sin invitación." "—Pero alguien va a entrar.