NARRADORA El cabello dorado hasta los hombros le cosquilleaba en el rostro, sus mejillas sujetas sobre esas callosas manos. Se sentía tan correcto, era tan hermoso, como el rayo del sol al atardecer. Su boca fue lamida eróticamente, su labio superior chupado y una lengua dominante entró a enredarse con la suya, a devorarla profundamente, a saquear su voluntad. Las manos de ese hombre la estrecharon contra la dureza de su cuerpo, inclinado sobre su baja estatura. Lucía tan pequeña frente a su dominación. Sus nalgas fueron tocadas, apretadas, el beso elevaba la intensidad, las chispas de deseo ardían, sus corazones en sintonía. Irina se ahogaba en el sabor delicioso de esa boca, pero entre jadeos lo escuchó de nuevo hablar y volvía a llamarla por el nombre de esa mujer. —Mi amor, no he podido liberarme, pero ahora que sé que lo lograste, Elin, que estás en este mundo de nuevo… —susurraba sobre sus labios con desesperación. —Lucharé con más fuerzas, lo que le hicieron a nu

NARRADORAEn el palacio real.—¡Aaagggrr! —Cassian, el Consejero del Rey, cayó al suelo.Sentía el poder quemando el interior de su cuerpo, recorriendo cada arteria y vena, cada rincón de su ser.De rodillas, con las manos apoyadas en la fría losa, el tatuaje que cubría su espalda vibraba con la tinta tan roja que parecía sangrar.¡Dolía, maldit4 sea, dolía a morir!Cada Abismo Lunar era peor que el anterior, sentía como si su cuerpo se desgarrara por dentro.En el techo de cúpula, un enorme tragaluz se había abierto.Mostraba la misma luna cubierta por oscuridad.Pero, a diferencia de lo que ocurría en la cripta que defendía el Alfa Hunter, aquí el halo de luz resplandecía con más fuerza.El Consejero del Rey alzó la mirada, sus ojos lobunos, intensos, observaban la imponente y poderosa corona flotando en el aire, brillando con haces de luces doradas y reflejándola sobre él.Ni siquiera podía ponérsela en la cabeza, no era su dueño real, pero igual, se había aprovechado de sus bendic

NARRADORA“Sí, gracias, pero no vuelvas a hacer eso. ¡Ava, pudieron morir!”“¡No importa lo que me suceda! ¡Es tu padre, Owen, es Greyson!” Ava le gritaba, mirando ansiosa hacia el lugar donde escapó y luego al cuerpo desmayado de su madre.Deseaba perseguirlo, pero no podía dejar a su madre y su amigo atrás.Antes de que Owen le respondiera, pisadas de lobos se escucharon cerca.Los arbustos se abrieron e hizo su aparición la Beta Nella, seguida por dos guerreros élites.—¡Owen! ¿Qué sucedió? ¿Dónde está el Alfa? —se acercó enseguida a él, llena de apremio.La conexión con el líder se sentía floja.Los miembros menos poderosos de la manada aún no lo percibían, pero los que estaban en la cima sentían las fluctuaciones en el poder.—¡Rápido, ustedes dos, rastreen el olor que quedó en el ambiente! —Owen no le respondió, sino que comenzó a darle órdenes a los guerreros.—¡No se acerquen a la criatura! ¡Si ven peligro, no lo enfrenten, solo no pierdan su posición!Sin pedir más explicacio

NARRADORACassian estrechó los ojos hacia el príncipe.Con todo y la demostración de poder que le había dado, aun a costa de otorgarle más energía al cuerpo vencido de ese Alfa, el príncipe no se veía impresionado.Recordaba que siempre que hacía estos trucos delante de los anteriores monarcas, el brillo de la codicia brillaba en sus orbes.Todos esos ilusos creían que algún día compartiría con ellos el poder del Sol.—¿Cuántos años cree que poseo, su alteza? —le preguntó con seriedad.Alexander se lo pensó.La verdad es que se veía como un hombre de cincuenta y tantos.Desde que nació, el Consejero había existido y a juzgar por como regeneró la vida de ese Alfa…—¿Doscientos años? —dijo por decir una cifra, pero Cassian solo le dio una sonrisa de medio lado.—Multiplique esos doscientos por muchos cientos más —le respondió bufando, y ciertamente, desde aquel inicio, cuando la raza de los hombres lobos se encontraba dividida en dos grandes territorios y existían los Auryel… él ya esta

NARRADORA—Está dentro de esos pasajes de cuevas —uno de los rastreadores le dijo a Cassian.Ni falta hacía que se lo informara si los rugidos enardecidos de la bestia resonaban fuera de la montaña.Parece que el Alfa Hunter estaba a un paso de perder el control.—Haremos lo que planificamos —dijo el Consejero de manera general, pero a sus hombres les dio una orden directa:«Disparen a matar».Si Alexander estuviese aquí, se daría cuenta de que las cajas que cargaban los guerreros del Consejero estaban llenas de las supuestas armas que fabricaba su hermano.Cassian era poderoso, pero temía que algún día no pudiese robar el poder del sol.En silencio estaba creando un ejército personal, con balas especiales en contra del lobo más fuerte.Había vivido demasiado como para no tener un plan A, B y hasta C.—Avancen —ordenó, sumergidos entre las sombras de los árboles.Sin embargo, al llegar a la entrada de la cueva excavada en la misma montaña, los hombres que harían de cebo, atrayendo a l