56. TOMANDO LO QUE ME PERTENECE
AVATenía ganas de reclamarle tantas cosas, pero cuando abrió una herida profunda en su cuello y vi la sangre brotar, no tuve espacio para protestas. Me pegué a él, cabalgando sobre su muslo y sacando mi lengua para lamer el rastro de líquido carmesí que bajaba por su piel sudada. —Ssshh… más, chúpame más —empujó con suavidad mi cabeza contra su cuello y me perdí en el frenesí del deseo. Abrí la boca y clavé los caninos, sintiendo sus gruñidos roncos, dejando bajar por mi garganta esa esencia fuerte y poderosa, llena de oscura seducción. Su cuerpo vibraba y el mío estaba siendo acariciado pecaminosamente por todos lados. Sus toscas manos subieron la camisa, dejando mis nalgas afuera. Gemí al ser nalgueada y manoseada, comencé a menearme yo sola, frotando bien rico mi clítoris sobre el algodón de su pijama. Mis garras clavadas en sus hombros. —Aashhh, joder, sí, sí, abre las piernas, Ava, déjame masturbar ese coñito cachondo, mmm… vamos, nena… Sin dejar de alimentarme, lo dej
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