C52-SIN MIEDO.Esa noche, la habitación estaba en completo silencio, pero la tensión era evidente. Camille se acostó en su lado de la cama, organizando una barrera con almohadas entre ella y Stefan.El no dijo nada.Después del beso en el estudio, cualquier cosa que intentaran decir se quedaba atascada. Incluso para Stefan, que rara vez se guardaba algo, tocar ese tema era demasiado. No porque no supiera lo que sentía, sino porque empezaba a sospechar que lo suyo con Camille iba mucho más allá de una atracción.Había algo distinto, algo más profundo. Algo que se le estaba metiendo sin permiso.Pero él no estaba listo para ponerle nombre.No después de haber amado una vez y haber sido traicionado. No después de haberse prometido no volver a sentir algo así.Así que le dio su espacio. Se fue a su lado de la cama, apagó la luz… y se quedaron así, espalda con espalda. Perdiéndose cada uno en sus propios pensamientos.Lo que ninguno de los dos esperaba era que una línea de almohadas no det

C54-PODER Y SEDUCCIÓN.Eros caminaba delante de Lucy por el pasillo del club. Las luces eran tenues, y los espejos en las paredes devolvían su reflejo desde todos los ángulos.Tragó saliva.Su cuerpo lo sentía todo antes que su mente. Había algo en él… en la forma en que se movía, en el silencio que lo envolvía, que hacía que todo dentro de ella vibrara.Llegaron a la habitación privada, la misma de la última vez.Pero esta vez, al entrar, lo primero que vio fue un banco extraño en el centro.Frunció el ceño y se giró, incómoda.—Eros…Pero él ya estaba detrás de ella. Cerró la puerta con un clic seco y comenzó a quitarse los gemelos, sin apuro, mirándola como si nada más existiera. Luego aflojó la corbata y se la quitó.—¿Sabes qué fue lo que más me jodió? —preguntó, con voz controlada—. No que lo vieras. No que te sentaras con él. Lo que me jodió fue que rompiste las reglas. Las mías. Las tuyas. Las que aceptaste cuando entraste en mi mundo.Lucy dio un paso atrás y trató de hablar,

C56-ME VOY DOS NOCHES.Lucy estaba recostada en la cama, el cuerpo lánguido, una mano sosteniendo su cabeza mientras miraba a Eros levantarse. Él estaba desnudo, la espalda musculosa marcada con tatuajes y su piel dorada brillaba bajo la tenue luz, el cabello oscuro despeinado por sus manos.Comenzo a buscar la ropa y Lucy no pudo evitar morderse el labio mientras lo recorría con la mirada.—Eres un maldito dominante sexy —murmuró, voz ronca por el placer reciente.Eros se rió, mientras se acercaba a la cama, le agarró la pierna y la arrastró hacia él sin esfuerzo, luego se inclinó.—Oye! —exclamó riendose.—¿Y tú qué crees que me haces, conejita? —Su voz era áspera, como si ya estuviera pensando en la próxima vez que la tendria en sus brazos —. Me vuelves loco. Eres como una maldit4 bruja.Ella sonrió, satisfecha, pero él no le dio chance de responder. Le mordió el hombro, juguetón, antes de soltarla y empezar a vestirse.—Voy por comida y algo fuerte para tomar —dijo mientras se abr

C58-¿DÓNDE ESTÁ MI MUJER?El auto se detuvo frente al edificio. Lucy abrió la puerta, pero antes de bajar, la voz del guardaespaldas la detuvo.—Señora, no creo que esto sea una buena idea.Ella lo miró por el retrovisor, sabía que no aprobaba esto, que probablemente lo había informado todo ya.Sin embargo suspiró, ya estaba alli, terminaria con eso.—No tardaré. Lo prometo, ¿de acuerdo?El hombre asintió en silencio. No insistió. Pero estaba seguro de que Eros se enfurecería cuando se enterara. Lucy cerró la puerta y caminó hacia la entrada. El edificio era moderno y lujoso. Daniel la había citado en su penthouse en París. Le temblaban las manos mientras presionaba el botón del ascensor y cuando las puertas se abrieron, subió sola, sin mirar atrás.Llego al piso treinta y dos, caminó por el pasillo alfombrado, contuvo el aliento, y tocó la puerta.Paso un segundo y luego otro, finalmente la puerta se abrió. Y Daniel apareció con una sonrisa.—Pasa —dijo, inclinándose para besarle la m

C60- UNA LUCY DESCARADA.—¿Crees que con esto me compras, Lucy? — gruñó Eros, sus ojos grises como el pecado clavados en los de ella, —¿Que un cuerpo bonito basta para que olvide que traicionaste mi confianza?Ella no respondió. No podía. Las palabras se le ahogaban en la garganta mientras sentía cómo la cabeza de su polla se abría paso entre sus labios, estirándola con una deliciosa quemazón. Bajó la boca a su cuello, besándolo con suavemente antes de morderlo, como una provocación.Eros gruñó y sus manos se aferraron a sus caderas, los dedos hundiéndose en su carne como si quisiera marcarla. Pero Lucy no se dejó intimidar y empezó a moverse, a montarlo con lentitud deliberada, sintiendo cómo la llenaba, cómo la abría, cómo llegaba a lugares que la hacían estremecer.—¿Te gusta? — susurró ella, descarada, —¿Te gusta cómo te monto, Eros?Él no respondió. No quería ceder. Pero su respiración estaba entrecortada y la forma en que sus músculos se tensaban bajo ella… delataba que estaba p