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Todos los capítulos de La hija de mi ESPOSA: Capítulo 61 - Capítulo 70
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Capítulo 61 —Y los pájaros volaron
Capítulo 61 —Y los pájaros volaronNarrador:Desayunaron tranquilos.Café, huevos revueltos, pan tostado y trozos de fruta que él había cortado con precisión casi quirúrgica. Desirée no se lo hizo notar, pero sonrió cada vez que lo veía alinear las rodajas como si estuviera en un quirófano.—Eres un maniático del orden —comentó, mordiendo una fresa.—Y tú usas más café que leche. Lo cual explica muchas cosas.—¿Como qué?—Tu mal humor crónico.Ella se rió. Él también.Y así siguieron, lanzándose frases al azar, hablando de cosas pequeñas; un caso curioso que ella había tenido como fiscal, un congreso aburridísimo al que él fue obligado a asistir, anécdotas que no decían mucho, pero que los acercaban en lo simple.—¿Te gustaría salir a caminar un poco? —preguntó Cédric, después de dejar su taza en la barra —Puedo mostrarte la finca. Es grande. Hay senderos, árboles… silencio.Desirée lo miró, fingiendo duda.—¿Y si me pierdo entre la maleza? —preguntó divertida—Entonces prometo ir a bu
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Capítulo 62 — Profeciones
Capítulo 62 — ProfecionesNarrador:Se sentaron bajo el árbol, todavía con el aire cargado de ese olor inconfundible a se*xo y pasto, pero ya sin apuro, sin tensión, como si el mundo hubiera bajado el volumen para dejarlos respirar. Cédric se acomodó con la espalda contra el tronco, las piernas estiradas. Desirée se sentó a su lado, abrazándose las rodillas, con la cabeza apoyada en su hombro.El sol se filtraba entre las hojas. El campo olía a tierra, a verde, a silencio.—¿Cómo haces para que incluso el aire huela mejor después de ti? —murmuró él, con los ojos cerrados.—No tienes que ser romático, Cedric —respondió ella, sonriendo contra su piel.—No seas tonta, no lo soy, pero es verdad... huele mejor, pero hablando en términos médicos, eso tiene una explicación...—¿Ah, sí? ¿y cual sería esa explicación? —preguntó con curiosidad.—Sí, durante el se*xo , del buen claro y contigo es del mejor que he tenído, el cerebro libera una cascada de neurotransmisores; dopamina, oxitocina, ser
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Capítulo 63 —Y todo cambió
Capítulo 63 —Y todo cambióNarrador:El camino de regreso fue distinto. No dijeron nada y no hacía falta tampoco.Caminaban uno al lado del otro, sin tomarse de la mano esta vez, pero sin alejarse tampoco. El sonido de sus pasos sobre el pasto, el canto lejano de los pájaros y el rumor leve del viento entre los árboles eran lo único que llenaba el aire.Desirée caminaba con la mirada al frente, el ceño ligeramente fruncido, como quien aún procesaba la tormenta interna. Cédric no intentó romper el silencio. Solo la observaba de reojo de vez en cuando, atento a cada mínimo gesto, respetando su espacio sin dejar de estar cerca.No estaban bien, pero estaban juntos. Y eso, en ellos, ya era un paso gigante.Cuando divisaron la casa al final del sendero, Desirée dejó escapar un suspiro largo. No de cansancio, de pausa, de necesidad de volver a pisar algo sólido.Subieron los escalones del porche sin mirarse.Cédric abrió la puerta, y como si lo hubieran ensayado, ella entró primero.El aire
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Capítulo 64 —El cartel verde
Capítulo 64 —El cartel verdeNarrador:El amanecer apenas se insinuaba entre las cortinas. Un tenue reflejo dorado comenzaba a pintar las paredes del dormitorio cuando Desirée abrió los ojos. No se movió enseguida.Lo miró. Cédric dormía profundo, con el rostro relajado, una mano extendida sobre la cama, como si la buscara incluso dormido. Y en ese momento, el corazón se le estrujó. Tan fuerte. Tan silencioso. Quiso quedarse. Quiso hundirse otra vez bajo las sábanas, buscar su calor, volver a meterse en su cuello y fingir que el mundo no existía. Pero no lo hizo. Porque sabía la verdad. Ese hombre no era para ella. Y ella no era para él. Él tenía un camino. Uno cargado de nombres, de compromisos, de historias inconclusas que aún no terminaban de cerrarse. Y ella tenía el suyo. Uno que la alejaba, aunque doliera.Se levantó despacio, sin hacer ruido. Cada movimiento era una puñalada en cámara lenta.Se vistió lentamente, como si el cuerpo le pesara. Como si al ponerse cada prenda, fuer
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Capítulo 65 —Los tratos
Capítulo 65 —Los tratosNarrador:El aeropuerto estaba tranquilo.Desirée dejó el coche en el parking largo, como había planificado.Entregó las llaves en el mostrador, anotó los datos del documento de quien pasaría a recogerlo, y no dio más explicaciones.El equipaje ya estaba despachado. El check-in hecho. Al mirar la pantalla, el vuelo aparecía con una hora de demora. No suspiró y no se quejó.Solo caminó hasta la cafetería más cercana, pidió un café que sabía a poco, y se sentó junto a la ventana. El teléfono en la mano. Las piernas cruzadas. El pecho aún agitado por todo lo que no dijo. Le temblaba la mano. Y aún así… lo desbloqueó. Buscó su nombre y marcó.Sonó una vez... dos... tres. Y él atendió al cuarto tono. Su voz sonó cargada, cansada, pero alerta. Como si llevara todo el día esperándola.—¿En serio, Desirée? ¿Después de lo que pasamos este fin de semana… te fuiste así, sin más?Ella cerró los ojos un segundo. Luego habló con la voz firme, sin elevar el tono.—Me fui como
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Capítulo 66 —Las despedidas duelen.
Capítulo 66 —Las despedidas duelen.Narrador:Cedric salió de la cocina como si el infierno le hubiera prendido fuego a los talones. Agarró las llaves del coche y no pensó, no planeó, no midió. Solo corrió hacia la cochera, se subió al vehículo y arrancó de un volantazo que levantó polvo y grava a su paso.Condujo como un demente, ignorando las señales, los límites de velocidad, los bocinazos de otros conductores. Solo veía un objetivo adelante: el aeropuerto. Cada minuto que pasaba era un latido perdido, una oportunidad que se deshacía entre sus manos.Cuando llegó a la terminal, ni siquiera buscó estacionamiento. Frenó el coche a un costado, dejándolo mal aparcado, abandonado, con las llaves puestas. Saltó fuera y echó a correr.Atravesó las puertas automáticas, esquivó personas, valijas, carritos. El corazón le golpeaba el pecho con tanta fuerza que sentía que podía romperle las costillas.Buscó con la mirada frenética. Paneles de embarque. Puertas de salida, vuelos, números, nombr
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Capítulo 67 —No sé hacer ésto
Capítulo 67 —No sé hacer éstoNarrador:Adrien colgó el teléfono con el ceño fruncido, se puso de pie de golpe y empujó la silla hacia atrás. Margot lo miró desde el otro lado de la mesa, desconcertada.—¿Qué pasa?—Tengo que ir al aeropuerto —dijo él con urgencia mientras buscaba la chaqueta colgada en el respaldo de la silla —Es Cédric. Está ahí y le robaron el coche. —Margot abrió la boca para decir algo, pero no tuvo tiempo. Adrien se inclinó sobre ella, le dio un beso rápido en la boca y ya estaba caminando hacia la salida. —Te llamo después —alcanzó a decir mientras se colocaba la chaqueta sobre los hombros, sin dejar de avanzar.Margot lo siguió con la mirada, confundida, preocupada y con la taza de café aún entre las manos, hacia la puerta por donde Adrien acababa de salir. Su mente procesaba todo a una velocidad distinta: el apuro, el tono en su voz, la urgencia al colocarse la chaqueta.— Cédric, aeropuerto, coche robado. —aspiró con sopresa —Des...Pero no necesitaba más da
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Capítulo 68 —El nombre titilando
Capítulo 68 —El nombre titilandoNarrador:La ciudad la recibió con indiferencia. Igual que siempre. Pero nada en ella era igual.Desirée bajó del avión con el cuerpo tenso y el alma hecha cenizas. Tomó un taxi, dio su dirección con voz hueca y no pronunció otra palabra en todo el trayecto. El conductor no preguntó. No era necesario. Ella irradiaba esa clase de tristeza que uno aprende a no mirar directamente.Al llegar a su edificio, subió arrastrando el equipaje. Abrió la puerta del apartamento con movimientos automáticos, como si el cuerpo supiera qué hacer mientras la mente seguía allá, en otro lugar, en otra cama, en otra casa.Dejó las llaves tiradas. El bolso en el suelo. La chaqueta en el respaldo del sillón. La bufanda, a medio colgar de la lámpara. Todo era abandono. Todo era vacío.Se desvistió por el pasillo, dejando un rastro de ropa que nadie recogería. Entró al baño. Encendió la ducha. No esperó que el agua calentara. Se metió igual. Cerró la mampara y se quedó quieta,
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Capítulo 69 —Cloroformo
Capítulo 69 —CloroformoNarrador:La oficina seguía igual. Muebles oscuros, persianas semiabiertas, el escritorio impecable y el aroma inconfundible a papel y café viejo. Desirée dejó el bolso sobre la silla auxiliar, se quitó el saco y lo colgó en el respaldo. Luego se sentó, encendió el ordenador y abrió una libreta nueva. El reloj marcaba las ocho y cinco.A las ocho y diez, la misma asistente que la había recibido en recepción apareció en la puerta con una carpeta en la mano.—Doctora Duval, aquí están los formularios para dejar sin efecto su licencia. Solo falta su firma, ya que el fiscal en jefe ya firmó.Desirée la miró, asintió con una leve sonrisa.—Gracias. Dejálos aquí, en cuanto termine con esto los reviso.La mujer los depositó sobre el escritorio y se marchó sin más.Apenas unos minutos después, un golpe seco en la puerta le anunció una nueva visita. Se abrió de inmediato.—¿Se puede interrumpir?El fiscal en jefe, Eugenio Ferreira, entró con dos carpetas bajo el brazo
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Capítulo 70 —Ya, déjala ir
Capítulo 70 —Ya, déjala irNarrador:—No voy a firmar —repitió Cédric, sin levantar la voz, pero con esa obstinación que Margot ya conocía demasiado bien.—¿Y qué vas a hacer, entonces? ¿Seguir con esa carpeta en el escritorio hasta que se convierta en un monumento a tu cobardía?Cédric no respondió. Solo desvió la mirada hacia la ventana, como si así pudiera borrar lo que acababa de oír.Margot lo observó durante unos segundos más, esperando una señal, un gesto, algo. Pero no hubo nada. Solo ese silencio frío, muerto, como todo lo que había dejado atrás.Giró sobre sus talones sin decir una palabra más. Caminó hasta la puerta y la cerró de un portazo tan violento que el marco tembló. Del otro lado de la oficina, un cuadro colgado en la pared, uno que contenía uno de los diplomas de especialización de Cédric, cayó al suelo. El vidrio estalló en mil pedazos.No se detuvo a mirar. Ni se arrepintió. Caminó directo al despacho de Adrien, con pasos duros, furiosos. Abrió la puerta sin toca
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