C241-LA CAÍDA DE UN REY.Drakos caminó como un espectro por los pasillos de piedra, su mirada no pedía espacio, lo exigía. Salió al campo de entrenamiento y la noche oscura lo recibió con un viento helado que no sintió.Se quitó la camisa de un tirón, con el pecho agitado y la desesperación consumiéndolo.Se plantó frente al poste de entrenamiento, un tronco viejo, en el que solía enseñar a los más jóvenes a resistir el dolor. Esta vez, no había nadie. Solo él… y el eco de lo que acababa de perder.Golpeó. Una vez.«¿Qué clase de hombre hace eso?» retumbó la voz de Ashley en su mente.Vino otro golpe, ahora más fuerte.«Eres mi compañero y los compañeros no se comparten.»El puño se estrelló contra la madera. La piel se abrió.Siguió.«Quiero que seas tú… pero no puedo condenarte… Entonces ya decidiste. Y yo también.»La sangre bajó por sus nudillos, pero no se detuvo.Golpeó. Golpeó como si pudiera arrancarse las palabras, como si pudiera reescribir el pasado a fuerza de dolor.«Voy

C243-EL REGRESO DEL REY.Desde que Drakos partió, Ashley había pasado los días entre libros. Encontró uno de botánica antigua en la biblioteca secundaria del ala oeste, uno que hablaba sobre plantas draconianas, sus propiedades, venenos y antídotos.Lo hojeaba durante horas, memorizando formas, olores, texturas.Y a veces ayudaba a Isolda en la recolección. Caminaban por los bordes del jardín interior y le preguntaba por cada hoja, cada raíz, lo hacía con calma, sin levantar sospechas.Pero ese día no fue como los otros.Isolda se había adelantado y Ashley recogía unas flores negras de tallo espinoso cuando escuchó pasos detrás. El aire cambió, volviéndose más denso.—Qué patética te ves, loba —dijo Vexys detrás de ella.Ashley se giró y vio la sonrisa burlona decorando su rostro como un insulto.—Te lo advertí, que tarde o temprano serias desechada.Ashley volvió a lo suyo, aunque la heria, no pensaba darle el gusto, pero Vexys no se detuvo, dio un paso más hasta quedar a su lado.—S

C245- SALIDA FÁCIL.El sol apenas se colaba por los ventanales del castillo cuando Ashley cruzó los pasillos, llevaba los nudillos amoratados y la rabia encendida. Sentía cada golpe del día anterior palpitando en su piel, pero no le importaba, eso era lo que mantenía su cuerpo en movimiento, como fuego líquido corriendo por sus venas.Primero: Vexys.La maldita, había abierto la boca justo donde más dolía, soltando su secreto frente a Drakos con la intención de destruir lo poco que quedaba entre ella y él.Y luego Drakos.El imbécil quería una consorte que le diera un heredero. Pues bien, que la buscara. Porque ella no iba a ser la amante de nadie y no pensaba quedarse, aunque lo amara, primero estaba ella. Y si tenía que elegir entre quedarse y arrastrarse... ya sabía la respuesta.Por eso llevaba semanas estudiando las hierbas draconianas. Había encontrado una que adormecía los sentidos, que dejaba al cuerpo torpe, sin alertas. Ideal para dormir a los guardias y así nadie notaría su

C247- DESAFIAR LO IMPOSIBLE.La habitación olía a cera derretida y piel caliente. Las sombras de las velas temblaban en las paredes mientras Kendra recorría el lugar con la mirada, deteniéndose en Therion. Él estaba recostado en un sillón, sus alas negras medio extendidas, los músculos de su torso marcados bajo la tenue luz.—Me encanta este castillo… ―susurró, mordiéndose el labio inferior. —Hay algo en él que me hace sentir… en casa.Therion cerró la distancia y la atrajo contra su cuerpo, su mano, grande y con garras apenas retraídas, se deslizó por su cintura, tirando con fuerza. Y Kendra exhaló, sintiendo el calor que emanaba de él, como si llevara el sol bajo la piel.—¿Estas segura que quieres esto? ―Su voz sonó áspera, cargada de algo que no era solo deseo, sino posesión.Ella no contestó.En cambio se alzó en puntillas y lo besó, duro, sin disimulos. Therion gruñó contra su boca, sorprendido pero complacido, y respondió con la misma intensidad. Sus lenguas chocaron, el sabor

C249-VULNERABLE Y HERMOSO.Ashley no daba tregua.Sus labios se aferraron a los de Drakos entre la furia y el deseo, como si quisiera castigarlo por hacerla sentir así. Él respondió con la misma intensidad, sus dedos hundiéndose en sus caderas mientras la empujaba contra la pared.Pronto la tela de su vestido se rasgó bajo sus manos, dejando al descubierto su piel cálida y ella no esperó.Le arrancó la túnica y sus cuerpos chocaron, piel contra piel.—No quiero palabras— susurró ella contra su boca, mordiendo su labio inferior con suficiente fuerza para hacerlo gruñir. ―Solo hazme el amor.Drakos la miró con ojos oscuros, ardientes. Sabía que algo andaba mal, pero no le importó. No cuando ella lo besaba así, con esa mezcla de dominio y entrega que lo volvía loco.De repente lo empujó hacia atrás haciéndolo caer sobre la cama, después ella se montó sobre sus caderas, deslizándose lentamente sobre sus dos miembros.Un jadeo gutural y profundo escapó al sentirlo llenarla, estirarla y Dra