Los fines de semana en mi familia, eran de las pocas veces en las que podía decirse que estaba plenamente feliz. Sobretodo porque mi hermano Oliver estaba en casa durante todo el día y jugaba con nosotros.No obstante, mis padres prácticamente eran fantasmas, apareciendo y desapareciendo de nuestra vida sin previo aviso y sin que les importara.Una tarde lluviosa, cuando las gotas golpeaban los ventanales y los relámpagos resonaban en el cielo, recuerdo haberme refugiado en el desván. Allí, entre viejas fotografías y cartas amarillentas, encontré pistas de lo que había sido nuestro pasado. —Wen, ¿Has visto estas fotos? —Me preguntó mi hermano Owen, que junto a mí, se escondía en el desván.Yo las tomé entre mis manos temblorosas y pude observar a mis padres y sus fotografías de boda, donde se les podía ver el desinterés el uno por el otro. En aquel momento, a pesar de mi corta edad, pude entenderlo; mis padres no se casaron por amor y es por ello, que nosotros, sus propios hijos, no
Leer más