Todos os capítulos do La ex-esposa secreta. ¡Luchando por mis trillizos!: Capítulo 71 - Capítulo 76
76 chapters
Cap. 71: ¡Son mis nietos...!
La puerta de la habitación se abrió despacio.April entró primero, sosteniendo con una mano a Dylan y con la otra a Sienna, mientras Ethan caminaba delante de todos, con la impaciencia vibrándole en los pies.Logan, recostado en la cama, giró el rostro hacia ellos. Su cuerpo aún estaba cubierto de moretones visibles, y una venda le cruzaba la frente, pero en cuanto vio a sus hijos, la luz regresó a sus ojos.—Papá —chilló Ethan, soltándose de su madre y corriendo hacia la cama.—¡Ethan! —lo reprendió April en un susurro nervioso—. ¡Con cuidado!Pero ya era tarde. Ethan trepó con agilidad infantil sobre el borde de la cama, sentándose junto a la pierna de su padre, con una sonrisa tan grande que parecía iluminar la habitación entera.Logan soltó una risa baja, arrastrada por el dolor, pero genuina. Le acarició la cabeza, despeinándolo con ternura.—Estoy bien, campeón. Solo un poco adolorido —murmuró.Sienna se acercó más despacio, aferrando su peluche rosa contra el pecho. Sus ojos, t
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Cap. 72: Tomaré medidas.
La discusión había cesado, pero el eco aún vibraba en los pasillos. April sostenía a sus hijos contra el pecho, intentando recobrar la calma, cuando escuchó una voz. —¿Qué está pasando aquí?Se giró.—¡Logan!Él estaba de pie en el umbral de la habitación, con el cuerpo ladeado, el rostro tenso, pálido. Apoyaba una mano en el marco de la puerta, respirando con dificultad.—¿Qué haces fuera de la cama? —exclamó April, corriendo hacia él.—Escuché su voz —dijo con esfuerzo, mirando hacia el fondo del pasillo, donde Margaret ya había desaparecido—. No voy a permitir que mi madre te vuelva a tocar. Ni a ti… ni a los niños.Sus piernas temblaron.April intentó sujetarlo, pero Logan perdió el equilibrio.—¡Ayuda! —gritó, justo antes de que un enfermero saliera corriendo del pasillo. Entre los dos lo sujetaron antes de que cayera al suelo por completo.Los niños observaban desde la puerta, congelados por el susto.—¿Papi? —murmuró Sienna, con la voz temblorosa.—Está bien, cariño. Solo se m
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Cap. 73: ¡Si los tocas, te vas a arrepentir!
La puerta se cerró de golpe. La mansión Montgomery, bañada por la luz suave de la tarde, parecía más un mausoleo que un hogar. Margaret caminó con pasos erráticos por el vestíbulo, sus tacones resonando como golpes de eco en mármol.Los retratos familiares adornaban las paredes como testigos mudos. La imagen de Logan, aún joven, con esa mirada intensa que siempre había sido su orgullo… y su condena. Se detuvo frente a una fotografía tomada años atrás, cuando aún podía controlar su mundo con una palabra.Sus dedos temblorosos tocaron el marco de plata. Cerró los ojos. Pero lo que veía no era esa imagen, sino el rostro de un niño. El rostro que la había fulminado esa mañana. El mismo ceño. Los mismos ojos. La misma maldita verdad clavándosele en el pecho como un cuchillo sin filo.—Mi nieto… —susurró con la voz ronca, temblorosa—. Mis nietos y no lo supe.De pronto, la furia la dominó. Empujó el retrato, que cayó al suelo con un estrépito metálico. Las fotos siguientes corrieron la mis
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Cap. 74: ¿Así que eso eres?
La cafetería del hospital estaba tranquila para ser media tarde. Algunos médicos bebían café en silencio, otros hojeaban papeles, ajenos al pequeño torbellino de energía que acababa de cruzar la puerta.—Tienen cinco minutos para escoger, ¿entendido? —advirtió Axel mientras caminaba con aire despreocupado, las manos en los bolsillos y las gafas de sol aun colgando del cuello de su camisa, como si el hospital fuera un resort y no un lugar con normas.—¿Cinco? ¡Eso es poquísimo! —protestó Ethan, con los ojos fijos en el expositor de postres—. ¡Mira todo eso! ¿Cómo quieres que decida entre helado de chocolate, vainilla o ese que tiene galleta encima?—El de galleta, obvio —intervino Sienna, con su tono de voz dulce pero firme—. El chocolate siempre te deja bigote.—¡Pues a mí me gusta mi bigote de chocolate! —insistió Ethan, cruzando los brazos con dramatismo—. Me hace ver mayor.Axel los observó con una ceja en alto.—¿Mayor? Si tú todavía dices "pez-cado" en vez de "pescado" —advirtió
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Cap. 75: ¿Estás besando a papá?
El sol de la tarde caía con pereza sobre los ventanales del hospital. Marie caminaba con pasos firmes por los pasillos, el bolso colgado del hombro, el rostro sereno pero el alma temblando. Al llegar a la habitación de su madre, se obligó a sonreír.—Hola, mamá —saludó en voz baja, cerrando la puerta tras de sí.La mujer, pálida y delgada entre las sábanas, giró lentamente la cabeza. Sus ojos, aunque cansados, brillaron al verla.—Llegaste justo a tiempo —murmuró—. Pensé que ibas a trabajar hoy.Marie se acercó con dulzura, le acomodó la manta y besó su frente.—Salí temprano —mintió. Sacó del bolso un libro de tapa gastada. Se sentó en la silla junto a la cama y lo abrió por donde lo habían dejado.—Hoy te toca el capítulo del jardín secreto —le dijo, con una sonrisa forzada—. ¿Te acuerdas?La mujer asintió, cerrando los ojos. Mientras Marie leía, su voz se fue suavizando, envolviendo la habitación como una manta tibia. Pero por dentro, su pecho estaba lleno de nudos. No le había co
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Cap. 76: Espero tu renuncia.
April observó cómo sus niños la miraban, esperando una respuesta. Tragó saliva y sintió una punzada en el pecho al tener que romper sus ilusiones.—No podemos llevarlo a casa, cielo —respondió con voz suave, agachándose al nivel de Sienna para acariciarle el cabello—. En nuestro apartamento no hay espacio suficiente para la cama especial de papá ni para los cuidados que necesita ahora.Sienna frunció los labios, abrazando su peluche con fuerza. Ethan bajó la cabeza con un bufido de frustración.—¿Entonces quién lo va a cuidar? —soltó el pequeño con el ceño fruncido—. ¿Él solo?Dylan miró a su madre, luego a su padre, y finalmente habló con esa voz serena y clara que a veces parecía demasiado sabia para su edad.—Podríamos turnarnos. Un ratito cada uno. Así nadie se cansa y papá no se siente solo.April sintió que algo se le encogía por dentro.—Yo puedo cuidarme —intervino Logan desde la cama, esforzándose por sonreír—. Soy fuerte como un oso.Sienna lo miró seria.—No eres un oso. Er
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