Cap. 11: Sin secretos entre los dos. Marie llegó a casa con la cabeza dando vueltas. Había sido un día complicado: el proyecto, la visita inesperada de Catalina, los consejos de April.Apenas cerró la puerta, Emma salió del cuarto, con expresión tranquila y una taza de té en la mano.—Hola hija, ¿Todo bien? —preguntó con dulzura, pero Marie no podía disimular el nudo en el pecho.Dejó la cartera sobre la mesita y se dejó caer en el sofá, suspirando profundamente.—No... no todo. Hoy vino una mujer a buscarme... Catalina Valverde.Emma arqueó una ceja.—¿Y quién es esa mujer? —preguntó—, no conocemos a nadie con ese nombre.Marie soltó un resoplido mientras se quitaba los zapatos.—Una amiga de Nathan de la infancia, fue a advertirme que regresó de Europa decidida a conquistar a Nathan. Que lo conoce de hace años y que yo... que yo no soy suficiente para él. —Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no lloró—. Me ofreció una fuerte mensualidad para que no me metiera entre ellos.Emm

Cap. 13: Moviendo piezas para descubrir la verdad. Marie abrió la puerta de su apartamento con el mayor sigilo posible. Iba descalza, con los zapatos en una mano. No quería hacer ruido. Eran casi las siete de la mañana.Avanzó de puntillas por el pasillo, tratando de llegar a su cuarto sin despertar a su madre… pero no alcanzó ni a llegar al sofá.—No te asustes —dijo una voz desde la cocina—. Ya puse agua para el té.Marie se quedó congelada en el acto, con el corazón en la garganta.Emma apareció en la entrada de la cocina con bata de dormir, el cabello recogido y una sonrisa entre cómplice y severa.—Mamá… —musitó Marie, algo avergonzada—. Lo siento. No quería despertarte.Emma cruzó los brazos con elegancia, como si fuera a interrogarla en la corte.—No dormiste aquí. Lo noté desde anoche, cuando no escuché tus pasos, ni la llave en la puerta. ¿Puedo saber… qué ocurrió?Marie soltó una risita nerviosa, se acercó y se dejó caer sobre el sofá. Los ojos le brillaban, el rostro le ar

Cap. 15: Van a pagar las consecuencias. Marie caminó por el pasillo del edificio con una sonrisa serena, aun sintiendo el sabor de los besos de Nathan en los labios y el eco de sus palabras en su pecho. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía que todo empezaba a tener sentido: él la amaba, la defendía, la había elegido.Pero al llegar a su puerta, se detuvo.Frunció el ceño.La puerta no estaba cerrada del todo.—¿Qué demonios…?La empujó con suavidad. Se abrió con un leve chirrido. Marie miró con atención alrededor del recibidor. La luz de la cocina estaba encendida, y todo parecía silencioso. Avanzó un par de pasos con creciente inquietud.—¿Mamá? —llamó—. Ya llegué…No hubo respuesta.Una punzada de miedo le atravesó el pecho.Entonces giró hacia la sala… y el mundo se detuvo.—¡Mamá!Emma yacía en el suelo, con una taza rota a su lado, los ojos cerrados, el rostro pálido. Marie sintió que el alma se le desplomaba.Corrió hacia ella, pero se detuvo al sentir un tirón sutil en

Cap: 17: Mochis que tardan en llegar. El silencio de la noche llenaba el apartamento con una calma frágil. Las luces suaves del pasillo apenas rozaban las paredes mientras Marie acomodaba con esmero las cobijas sobre su madre. Emma dormía, débil aún, pero respirando con tranquilidad. La palidez de su rostro contrastaba con la paz serena que irradiaba mientras descansaba.Marie se inclinó, le besó la frente y le susurró:—Estoy aquí, mami… todo va a estar bien.Luego se levantó despacio, y fue directo a la pequeña mesa del comedor, donde su portátil seguía abierto. El archivo del plan financiero titilaba en la pantalla, esperando por ella. Tomó aire. No tenía margen para errores.Nathan le había dicho que tuviera cuidado. Que sospechaba de Knight Corp. Que algo no le cuadraba. Pero ella, aunque compartía esa inquietud, no podía precipitarse. Tenía que jugar bien sus cartas, sin levantar alarmas, sin parecer desconfiada. Todavía no sabía con certeza qué buscaban, pero si había algo suci

Cap. 19: Enemigo aniquilado. Un murmullo atravesó la sala como un cuchillo. Marie no pudo evitar que la piel se le erizara, pero esta vez no retrocedió. Sujetó con fuerza el control del proyector y levantó el mentón. Sabía perfectamente lo que venía. Y estaba lista.Emerson apenas pestañeó. Dio un paso al frente y sonrió con arrogancia.—Señor Callahan —dijo con tono casi condescendiente—, si su empresa no tiene la capacidad de proteger su información interna, no es culpa nuestra. Y si su extrabajadora trajo consigo ideas ajenas… bueno, eso habla de la clase de personas que contrata.Volteó hacia Marie con gesto de falsa lástima.—Lamento que haya recurrido a prácticas tan poco éticas, señorita Smith. De verdad lo lamento.Las palabras fueron lanzadas como dardos envenenados.Marie respiró hondo. No iba a permitirlo.—Lo que lamento —replicó con voz firme— es que crea que puede utilizar a las personas como si fueran piezas descartables. No robé nada, señor Knight. Usted me pidió que