Capítulo 82 Episodios de violenciaJusto cuando pensaba eso, la puerta del cuarto de juegos se abrió de golpe y Carla entró, desprendiendo un fuerte olor a licor.— ¡Retírate, suegra! —le ordenó, con la voz cargada de ira—. ¡Quiero hablar a solas con mi hija!— ¿Qué pasa, Carla? —preguntó Lucía, intentando mantener la calma.— ¡Dije que te retires! Este es mi horario para estar con la niña, y ya he tenido suficiente paciencia con tu hijo y su disparate. ¡Con un demonio es mi hija! ¡Tengo derecho a verla cuando me dé la gana!—Espera a que llegue Luca o, mejor, ve a descansar. Te noto cansada —sugirió Lucía, intentando de-escalar la situación.— ¡Que te vayas, te digo!Carla, fuera de sí, agarró a Lucía por el brazo y la empujó tan fuertemente que la mujer cayó al suelo. La niña, al ver a su abuela caer, comenzó a gritar llorando, corriendo a su lado y acariciando su rostro.— ¡Abuelita, ¿estás bien?!Lucía, aunque dolorida, intentó calmar a Jennifer, confiando en que los gritos alerta

Capítulo 84 No me dejes solaEleonor solo se inclinó y abrazó a Jennifer con fuerza, no le dijo nada, solo la abrazó. Algo en su corazón y en su mente le decía que lo que necesitaba esa pequeña muchachita era un abrazo fuerte. Luca se acercó a ellas.—Jennifer… —murmuró, su voz suave.La niña no respondió, aún abrazada a Eleonor, su llanto era real y conmovedor, lloraba sorbiendo los mocos de la nariz. Ese llanto parecía venir desde adentro de su alma. A Eleonor se le humedecieron los ojos, comenzó a llorar también abrazada a la niña dándole palmaditas con ternura en la espalda. Compartió el dolor de la pequeña niña, entendiendo que eso era todo lo que ella necesitaba en este momento. El abrazo duro varios minutos que parecieron horas.Luca se arrodilló junto a ellas. La furia gélida que lo había consumido se estaba derritiendo, reemplazada por una vulnerabilidad que rara vez mostraba. La conexión que vio entre su hija y Eleonor era innegable. Sintió de pronto una mayor tranquilidad.

Capítulo 86 Quieres conocer a mi mamáLuca miró con dolor a su madre. Ahora, más que nunca, deseaba que Ronald Smith pagara por todo lo que les había hecho y devolviera lo que les había robado, dejando a un niño y a una mujer inmersa en su dolor, llenos de deudas.Lucía no había superado el pasado y, para colmo, lo que había pasado hace poco no ayudaba en nada a su ánimo. Sin quererlo, expreso en voz alta sus pensamientos.—Mamá, el maldito de Ronald Smith, pagará por todo lo que nos hizo. —expresó Luca con un tono de voz lleno de rabia y resentimiento.Lucía, con voz temblorosa, lo interrogo:— ¿A qué te refieres? Sigues con eso. Creí que fue algo que dijiste solo en el momento. Ya eres un hombre, Luca, no un adolescente. Olvida la venganza. Dios lo juzgará y lo hará pagar.Luca se arrepintió de sus palabras. Sintió de pronto un temor inexplicable ante un pensamiento que se cruzó por su mente. El miedo a que su madre volviera a deprimirse si se quedaba en la ciudad era muy grande. Ta

Capítulo 88 Eleonor no es una distracciónLa pregunta de Lucía dejó a Eleonor sin aliento. Un silencio pesado llenó la habitación, interrumpido solo por el débil zumbido de un monitor. Eleonor bajó la mirada a sus manos entrelazadas, sintiendo el calor del rubor que le subía por el cuello. La acusación, aunque en forma de pregunta, la golpeó con fuerza.—Señora, le juro que no es así —respondió finalmente, su voz apenas un susurro firme—. Jamás he intentado usar a Jennifer para acercarme a Luca. Nuestro… nuestro vínculo se formó por las circunstancias, y mi afecto por ella es genuino. La ayudé en el centro comercial porque se había perdido y a Luca también lo conocí por casualidad porque tuve un inconveniente en el aeropuerto. Jennifer me reconoció y le pidió que me ayudara. Así de sencillo. No tengo intenciones ocultas de ningún tipo. Además, con mucho respeto le digo que Luca es un hombre grande y, bueno, él no caería en ninguna trampa que una mujer como yo podría tenderle.Lucía la

Capítulo 90 Te necesitoEleonor llegó al apartamento, estaba muy cansada, así que su único refugio en este momento era ese. Acudió allí después de ir a ver a su papá y hablar con la enfermera de turno. Patricia no quiso hablar con ella. Toco 3 veces en la puerta de su habitación y ella no salió a recibirla. No quiso quedarse allí, necesitaba un poco de paz.Al llegar entro sin encender la luz, fue y se sentó en el sofá. Recostó la cabeza en el respaldo del sofá, y sintió que algo se movió a su lado. Antes de tener tiempo de asustarse, escuchó una voz.—Soy yo, cariño, vine porque… te necesito.Unos brazos la envolvieron y unos labios ya conocidos cubrieron los suyos. El corazón de ella se detuvo por un instante, la invadió una hermosa calidez.Respondió al beso con toda su alma. También necesitaba de él. Era como si un sediento encontrara una fuente de agua clara. Solo deseaba olvidarse de todo y aferrarse a este momento.El beso fue largo, desesperado, un ancla en medio de las turbul