VERONICAEntremos al restaurante, la puerta se abre con un suave crujido y Bruno me guía hacia el interior con su mano cálida en la mía. El maître nos recibe con una sonrisa amable y nos conduce a nuestra mesa, ubicada en un rincón acogedor con una vista íntima del salón. Las velas en las mesas proyectan sombras suaves en los rostros de los demás comensales, creando un ambiente cálido y romántico.Mientras nos sentamos, noto la decoración elegante del restaurante, con detalles que reflejan un gusto refinado. La iluminación tenue y el murmullo de las conversaciones en voz baja crean un ambiente relajante. Bruno me sonríe y me toma la mano de nuevo, y yo me siento cómoda y conectada con él en este entorno sofisticado.—¿Te gusta el lugar? —preguntó Bruno, rompiendo el silencio.—Sí, es muy bonito —respondí, mirando alrededor—. La atmósfera es muy acogedora.Bruno asintió con la cabeza y sonrió de nuevo.—Me alegra que te guste —dijo—. Quería que esta noche fuera especial.Un momento des
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