POV: Cole Harrington Jamás pensé que volvería a pisar este lugar. Detesto con cada fibra de mi ser tener que ver el rostro de las mujeres que destruyeron mi vida, pero algo en mí siente que esto podría alimentar, aunque sea un poco, la inquieta satisfacción de mi alma rota.El doctor Ortega —con unas ojeras tan profundas que parece no haber dormido en días— me guía por las lúgubres instalaciones del psiquiátrico. El ambiente es frío, desolador. Las paredes, de un blanco enfermizo, me provocan una extraña náusea, como si todo en este lugar estuviera diseñado para perturbar el alma. Los gritos lejanos de quienes han perdido el juicio me estremecen por dentro.—Ey, cálmate —dice Sebastián, mi mejor amigo, colocándome una mano firme sobre el hombro—. Todo está bien.Le respondo con un leve asentimiento, agradecido por su presencia. Fue el único en quien pensé cuando recuperé la cordura. Le conté todo lo que me ocurrió. Aparte de mi familia, solo él lo sabe. Temí que me tomara por loco, p
Leer más