Natalia no era una experta en manejar, así que su andar en el auto estaba resultando bastante torpe. Aun así, se mantenía concentrada en la carretera, mientras su GPS se hallaba encendido, indicándole el camino que la dirigiría al sitio de encuentro pautado por los secuestradores.De repente, las calles transitadas comenzaron a desaparecer, siendo reemplazadas por terrenos baldíos y zonas boscosas.Su corazón latía cada vez más de prisa, mientras pensaba en las consecuencias que acarrearía hacer esto sola.Estaba embarazada, rumbo a encontrarse con personas peligrosas. Pero la verdad era que, si le daban a elegir, estaba dispuesta a sacrificarse con tal de que no lastimaran a sus tres angelitos.—Lo siento, mi amor —se acarició su vientre y le dijo a aquel pequeño que aún no nacía.No era este el destino que quería para ninguno de los dos, pero las cartas estaban echadas y sería el mismo destino quien decidiría si salían bien librados de esto o no.Minutos después, estacionó el auto e
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