Riccardo ha llega a la cabaña con el rostro endurecido por los días de tensión. Tal vez por eso no se espera la sorpresa adentro.Es por eso por lo que, al entrar, su mirada se encuentra con la de un niño que lo deja paralizado por un instante. Es como ver a Alonzo, son dos gotas de agua increíbles, solo hay una diferencia inconfundible, los ojos de un verde brillante que parecen contener un universo propio y una alegría impresionante. Riccardo parpadea, procesando lo que ve, y sin decir una palabra se sienta junto al pequeño.El niño lo ve con curiosidad, da una mirada fugaz a su padre, como para saber a quién está mirando.—Hola, soy Riccardo —dice, finalmente, con una sonrisa que intenta ocultar su asombro.El niño lo observa con curiosidad, sin un atisbo de miedo, y responde con una voz suave y segura.—Yo soy Alain.Riccardo asie
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