Marfil entrecerró los ojos con una sonrisa irónica. No porque le disgustara el comentario, sino porque le parecía extrañamente falso. Alexandro no la conocía, no sabía nada de lo que ella había sido antes, ni nada de lo que había hecho. No había estado presente en su etapa más cuestionable, así que su juicio le resultaba, como mínimo, apresurado.—Bueno —dijo ella, encogiéndose de hombros—. Si eso es lo que quieres pensar de mí, está bien. Cada persona se forma un concepto distinto de los demás. Pero honestamente, no creo que me conozcas lo suficiente como para decir algo así.—Entonces déjame conocerte —soltó Alexandro—. Quiero saber más de ti, Marfil. Me interesas mucho.Ella lo miró con un gesto de sorpresa, luego dirigió la mirada hacia los costados. Seguían allí, de pie en plena calle, frente a su casa. Algunos vecinos se asomaban disimuladamente desde las ventanas o puertas, fingiendo no ver, pero atentos.—Mira, no tengo problema en tratar contigo, pero solo si Vanya está prese

—Por favor, Marfil… Solo piénsalo —insistió Alexandro—. Te sacaré de aquí, te alejaré de este lugar gris y sofocante que no te hace justicia. Este barrio apagado te consume y te opaca. Tú no fuiste hecha para esto, mereces estar donde puedas brillar, donde todos te admiren, donde seas la envidia de las demás y donde tengas todo lo que alguna vez deseaste. Y yo estoy dispuesto a...—Cállate ya, Alexandro. Basta. —impuso Marfil—. Deja de decir tantos disparates, yo no tengo nada que pensar. Y te lo voy a decir claro: eres un completo idiota.Él la observó, desconcertado por la dureza de sus palabras, pero ella no vaciló ni por un segundo.—Honestamente, me gustaría que tu relación con Vanya terminara —continuó—, pero no porque yo tenga algún tipo de interés en ti ni porque quiera estar contigo, sino porque ella es demasiado buena para ti. No la merecés, Alexandro. Es una mujer increíble, y no lo digo solo por su apellido o por la familia de la que proviene, es porque ella es una persona

Después de todo lo ocurrido, Vanya cumplió con su palabra: terminó su relación con Alexandro de manera definitiva. Marfil, por su parte, aunque había sido clara al exigirle a Alexandro que no volviera a acercarse a su casa, no pudo evitar estar mentalmente preparada para una confrontación. Estaba lista, incluso expectante, imaginando que en algún momento él irrumpiría en su vida con la intención de reclamarle por haberle contado toda la verdad a Vanya. No le habría sorprendido recibir una amenaza o una escena impulsiva. Sin embargo, Alexandro no apareció. La razón de su silencio tenía nombre y voz: Vanya. Antes de romper con Alexandro, ella le dejó bien en claro que si se atrevía a acercarse a Marfil con la intención de intimidarla o de reprocharle algo por haber sido honesta, ella misma se encargaría de tomar medidas tan drásticas que terminarían por perjudicar públicamente a su familia.No era una amenaza vacía. Vanya no solía actuar con malicia, pero cuando se trataba de proteger

La sala de juntas de Mireth Capital ya estaba perfectamente ordenada para el encuentro. La larga mesa de cristal, adornada con carpetas organizadas y copas de agua dispuestas simétricamente, reflejaba la seriedad del evento. Los integrantes del equipo de estrategia y expansión de la empresa se encontraban ya en sus asientos, revisando los últimos informes impresos, haciendo anotaciones rápidas y comentando en voz baja los puntos clave que debían abordar.Marfil hojeaba uno de los documentos con atención, subrayando con un bolígrafo algunas observaciones. Aunque había participado en muchas reuniones importantes antes, esa tenía un matiz distinto. La empresa con la que estaban por firmar no tenía aún una presencia establecida, pero su propuesta había generado altas expectativas. Aun así, no había anticipado ninguna sorpresa. Para ella, sería solo otra negociación.La puerta de la sala se abrió con un sonido limpio, y una asistente anunció la llegada del equipo visitante. Todos en la mes

Marfil se quedó inmóvil. Sus ojos buscaron los de él por un instante, pero luego se desvió hacia el piso, en lo que una punzada le atravesó el pecho.Lo entendía. Por supuesto que lo entendía. Lo profesional debía prevalecer. Mezclar asuntos personales en aquel entorno sería un grave error, y revelar que alguna vez fueron marido y mujer sería más que un escándalo; sería un obstáculo.Pero aun así, no pudo evitar sentirse un poco herida, tal vez por la frialdad con la que Richard había dibujado la línea entre ellos. —No debiste insistir en acompañarme a la enfermería desde el principio —comentó, pero se arrepintió de haberlo dicho, pues pensó que estaba actuando de manera infantil—. Digo, tienes razón, estoy de acuerdo, así que evitemos el contacto prolongado.Richard se quedó callado, para luego asentir.—Bien —dijo sin rodeos—. Ya debemos volver a la reunión. Cuida ese dedo.—Gracias —respondió ella.Richard fue el primero en salir de la enfermería. Marfil, por su parte, se quedó un