Los días comenzaron a pasar sin que se cruzara a Zarah más que por accidente en los pasillos. La mujer le ofrecía una reverencia y se marchaba como huyendo de él. Tabar había decidido no forzarla a presentarse en su alcoba. Tampoco la obligó a cenar con él. Esperaba que fuera Zarah quién se acercara a él por voluntad propia. Aún así, cuando notó que abrieron el Salón de Verano había decidido desayunar allí con la esperanza de cruzarla mas nunca la encontró. Incluso se había paseado por la cocina alguna mañana sorprendiendo a Halima, pero sin encontrar señales de su esposa. Estaba comenzando a perder la paciencia. Incluso peor, comenzaba a sentir que se ahogaba en la soledad de ese castillo. Se había distanciado de Ada para evitar que resurjan los rumores entre la servidumbre. Esa decisión, sin embargo, le estaba causando un profundo dolor. Ada y él se conocían desde pequeños. Prácticamente se habían criado juntos. Sentía que nadie lo entendía mejor que ella. La idea de volver a los bra
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