--- Héctor Plourde ---Luego de recoger nuestras pocas pertenencias, revisar que la casa quedara bien cerrada y asegurar todo, finalmente, Ana y yo, salimos camino a casa.De manera muy rápida pasaron dos semanas, nuestras hijas ya deben estar más que extrañándonos.Todos los días antes de su hora de dormir les hacíamos una videollamada, pero, aun así, aquello no era suficiente, por lo que ya es momento de regresar.No niego que estas dos semanas han sido extraordinarias, tuvimos el tiempo para afianzar mejor nuestra relación. Ana se muestra más libre, tanto ahora como a puerta cerrada, no sé qué me sucede, pero llevó al menos dos días viéndola con un brillo especial en su rostro.Todos los días me despierto y agradezco el que esto no sea un sueño, agradezco que ella descanse en mis brazos. Beso, su frente, beso sus mejillas, beso sus labios, beso su cuello y sí, lleno todo su cuerpo de mis besos que parecen nunca agotarse.He besado cada una de sus cicatrices, he besado cada uno de
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