Estaba en la habitación, disfrutando de un baño relajante, jugando con mi celular y pasando el tiempo con tranquilidad.De repente, escuché unos golpeteos fuertes en la puerta, ¡bang, bang, bang!Me sobresalté un poco y, de inmediato, me puse alerta, preguntando: —¿Quién es?—Soy yo, abre la puerta,— era la voz fuerte de María.Me sentí nervioso al instante, y la primera idea que cruzó por mi mente fue: ¿acaso María descubrió mi otra identidad? ¿Viene a buscarme para pedirme cuentas al respecto?Si ese fuera el caso, entonces no abriría la puerta bajo ninguna circunstancia.Me salí de la bañera y me envolví con agilidad con una bata de baño.Luego, me acerqué cauteloso a la puerta y le pregunté: —¿Qué haces en mi habitación?—Tengo algo que decirte, ¡abre la puerta!—Lo que tengas que decir, puedes hacerlo desde afuera,— respondí, sin querer abrir la puerta y sin saber en ese momento qué esperar de ella.María, con voz aterradora, insistió: —Voy a contar hasta tres, y más te vale que a
Ler mais