No sabía en realidad qué le pasaba a María, de repente me dijo esas cosas.
Lo mejor era alejarme de ella, para evitar de esa manera tener problemas innecesarios.
María seguía enviándome mensajes por WhatsApp, pero de repente el mensaje no se enviaba.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que la había eliminado de mis contactos.
María estaba en ese instante furiosa.
—¡Maldito! ¡Los hombres no sirven para nada!
María no podía tragarse esa absurda rabia.
Con indignación total , marcó un número de celular.
Pronto, una voz extremadamente respetuosa se oyó al otro lado de la línea: —Señorita, ¿me llama?
María envió el mensaje de WhatsApp con mis datos y dijo con frialdad: —Investiga esta persona. Quiero ver los resultados en una hora.
—¡Sí, señorita, ahora mismo lo haré!
María colgó el celular enfurecida y volvió a su habitación.
En ese momento, en una lujosa mansión…
Un hombre mayor, vestido con un elegante traje, se inclinó ante un hombre de mediana edad.
—Señor, la señorita me acabó de lla