A la mañana siguiente, Pietro, después de echar un vistazo a sus pequeñas y darle un beso a la madre de estas, fue a la habitación de su madre. Se sentía nervioso, tenía miedo, era un miedo infundado por 48 años de ausencia, aquellos años de sueños esporádicos, de sueños borrosos, lo cuales no los recordaba todos, pero había algo común en ellos, en ellos, siempre estaba ella.Al abrir la puerta, sintió alivio, al ver la silueta femenina acurrucada en un lado de la cama, dormía plácidamente, la luz del día se colaba por las cortinas e iluminaba aquel rostro cansado, su madre aunque mayor, era bella, su madre era una mujer muy bella.Tomo aire y suspiro, entro casi a hurtadillas, procurando no hacer ruido, tomo asiento en una silla que estaba cerca de la ventana, la observo con detenimiento y se perdió en un pensamiento.En otra vida, su madre pudo haber sido dueña de su vida, en otra vida, ella no conoció a Leonardo, en otra vida, ella junto a su madre escaparon de su padre, rompieron a
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