Pietro y Aria estuvieron largo rato abrazándose, a ella aún no le cabía en la cabeza que esto estuviera sucediendo, habían sido tantos años, toda una vida, mejor dicho. Era una vida la que tenían que contarse y eso no lo harían en unas horas, no lo harían en una noche, lo harían a lo largo de todos los días que venían, este era el mejor de sus días y querían dejar atrás las lágrimas, para Aria el dolor, el dolor de no haber visto jamás a su hijo.
- Mamá, quiero que conozcas a toda tu familia… - dijo Pietro levantándose y sosteniendo su mano para llevarla al jardín.
Aria asintió y se levantó, Pietro sujetaba su mano firmemente, tal como si no quisiera que el viento se la fuese a robar.
Al salir todos, todos estaban ahí, Massimo había llamado a Aldo para que a su llegada no entrara por la puerta principal, ya después ahondaría en los detalles. Por otro lado, había pedido al chofer que llevase a Laura y todos los niños, ellos debían conocer a una nueva integrante de la familia.
Pietro pud