La torre era un refugio de acero y concreto, un santuario de disciplina y fuerza. En su interior, el sonido de los golpes contra los sacos de boxeo y el impacto de los guantes resonaba como una sinfonía de determinación. Las paredes estaban decoradas con fotos de combates pasados, y cada rincón respiraba la esencia de quienes habían entrenado allí, buscando algo más allá de la victoria: la supervivencia.Olivia entró en la torre con paso firme, seguida de cerca por sus peleadores. Los gemelos George y Gastón Alley bromeaban entre ellos, intentando disimular su nerviosismo. Isaac y Everardo ajustaban con seriedad las vendas de sus muñecas, concentrados. Gedeón y Logan calentaban con calma, observando a sus compañeros en silencio, midiendo cada movimiento. Lorenzo, el más joven del grupo, aún parecía un poco fuera de lugar, pero su mirada decidida dejaba claro que estaba allí para probarse a sí mismo.En el centro del espacio, Salazar permanecía de pie con los brazos cruzados, observand
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