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Todos los capítulos de Salazar: Capítulo 21 - Capítulo 26
26 chapters
21.- Pruebas y Fracturas.
La torre era un refugio de acero y concreto, un santuario de disciplina y fuerza. En su interior, el sonido de los golpes contra los sacos de boxeo y el impacto de los guantes resonaba como una sinfonía de determinación. Las paredes estaban decoradas con fotos de combates pasados, y cada rincón respiraba la esencia de quienes habían entrenado allí, buscando algo más allá de la victoria: la supervivencia.Olivia entró en la torre con paso firme, seguida de cerca por sus peleadores. Los gemelos George y Gastón Alley bromeaban entre ellos, intentando disimular su nerviosismo. Isaac y Everardo ajustaban con seriedad las vendas de sus muñecas, concentrados. Gedeón y Logan calentaban con calma, observando a sus compañeros en silencio, midiendo cada movimiento. Lorenzo, el más joven del grupo, aún parecía un poco fuera de lugar, pero su mirada decidida dejaba claro que estaba allí para probarse a sí mismo.En el centro del espacio, Salazar permanecía de pie con los brazos cruzados, observand
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22.- Bajo la Luz del Juicio.
– Enfatiza la presión y exposición de los peleadores frente al público y los evaluadores. Durante la última estación de control mental —una prueba de reacción bajo presión con estímulos impredecibles—, George Alley y Mauro Téllez coincidieron en el mismo circuito. El roce era inevitable. Los empujones comenzaron como parte del ejercicio, pero la competitividad encendió la chispa.—¿Quieres que te muestre cómo se hace esto, mocoso? —espetó Mauro con una sonrisa burlona tras interceptar a George.—¿Por qué no lo intentas, gorila? —respondió George sin pensar, empujándolo con el hombro.El siguiente golpe no fue accidental. Mauro giró y lanzó un derechazo que George esquivó por instinto. Lo que vino después fue un estallido de furia: ambos se abalanzaron uno sobre el otro, intercambiando golpes mientras los demás peleadores se apartaban.—¡Eh! ¡Basta! —gritó Olivia, corriendo hacia ellos.Ted también se apresuró desde el otro extremo del campo, maldiciendo entre dientes.—¡Alto ahora, id
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23.- En la Jaula del Lobo.
En un rincón, Salazar seguía de pie, con la hoja en la mano, aún sin sentarse. Su nombre al lado del de Daris Sanvicente. Uno de los favoritos de Mull. Lo había observado de lejos. El tipo tenía experiencia, y también arrogancia. Salazar no decía nada. Pero Olivia, que lo miraba a la distancia, sabía que su silencio era solo una calma antes de la tormenta.Everardo y Logan discutían en voz baja sobre los combates, especulando con quién saldría mejor parado. Logan observaba los nombres con una atención inusual, como si estuviera leyendo más allá del papel.—La mitad de estos están nerviosos, la otra mitad sobreconfiados. No sé quién va a caer primero, pero no serán todos los de Fondacaro. —dijo Logan, casi para sí mismo.Frankie entró en la sala, interrumpiendo la conversación.—Diez minutos para la última preparación. Luego, al cuadrilátero.Todos se pusieron de pie casi al mismo tiempo. La energía era diferente ahora. No estaban entrenando… estaban por pelear.Y cada uno lo sabía.La
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24.- Fragmentos de Silencio.
Del otro lado, Daris Sanvicente apareció agitando los puños al aire, respondiendo al aliento de su equipo. Era musculoso, veloz, un animal de instinto afilado. Trevor Mull, su manager, caminaba a su lado como si ya estuviera celebrando. Edgar Garrison, su entrenador, no apartaba la vista del cuadrilátero.Cuando ambos subieron al ring, el ambiente se tensó como una cuerda a punto de romperse. Olivia observaba desde su posición, sabiendo que no podía interferir. Esta no era una pelea estratégica. Era personal. Era inevitable.Primer asalto: el respeto de los titanes.Daris fue el primero en atacar, buscando la movilidad, provocando a Salazar con fintas veloces. Pero Salazar no se movía por impulso. Esperaba. Medía. Bloqueaba. Sus golpes, escasos pero precisos, impactaban como martillazos en el cuerpo del rival. Daris retrocedía cada vez que sentía el poder tras esos puños.Trevor gritaba desde la esquina:—¡Muévete! ¡No lo dejes plantarse!Pero Salazar no necesitaba perseguir. Donde es
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25.- La Sala Donde No Se Habla.
Salazar se dejó caer con un gruñido al borde de la cama, el cuerpo resentido por los golpes de la pelea. Olivia cerró la puerta tras de sí, cruzándose de brazos. La tensión entre ellos parecía empujar el aire hacia los bordes de la celda.—Vas a necesitar curarte —dijo, sin acercarse—. Hay vendas y desinfectante.—Sí —respondió él, mirándola de reojo—. Pero prefiero que lo hagas tú.Ella bufó, pero no discutió. Caminó hasta el botiquín y comenzó a preparar los materiales. Se agachó frente a él, sin mirarlo directamente, mientras mojaba un algodón con desinfectante.—No te emociones. Solo estoy haciendo esto porque no quiero que se te infecten los moretones. —aclaró.—Lo sé, lo sé… mi celda glamorosa, mis heridas tratadas, pero nada de premio —murmuró él con una sonrisa torcida—. ¿Ni un beso de buenas noches?Olivia levantó los ojos con una expresión impaciente.—Ni lo sueñes, Salazar.Él rió, una risa baja y áspera que le hizo cosquillas en la piel.—Vale… pero ¿compartimos la cama? ¿
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26.- Códigos Perdidos.
—Sabía que había algo más. Este lugar… no era solo un centro de entrenamiento. Aquí operaban cosas ocultas, manipulaciones, estrategias desde mucho antes de que llegáramos.Charly la miró con gravedad.—Si alguien descubre que estuvimos aquí...—Lo sabrán tarde o temprano. Pero si no entendemos el origen de todo esto, seguiremos repitiendo los errores —dijo Olivia con firmeza—. Prométeme que seguirás viniendo aquí conmigo. Que investigaremos todo.—Lo prometo —respondió él sin dudar.En medio del caos de libros y secretos olvidados, sus lámparas eran las únicas luces que titilaban en la oscuridad. Dos buscadores de verdad en una prisión que solo mostraba máscaras.Los minutos pasaban dentro del salón oculto, y Olivia no dejaba de hurgar entre montones de papeles rotos, cubiertos de polvo y tiempo. Mientras Charly examinaba algunos planos oxidados, ella halló un libro con la cubierta de cuero resquebrajada por los años. En letras doradas, apenas legibles, decía: Remedios Naturales y Us
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