Sosteniendo el celular, mis pensamientos retrocedieron, llevándome a recuerdos lejanos.Fragmentos extraños, pero familiares, invadieron mi mente.—¡Mateo! Dijiste que vendrías a desayunar a casa hoy, ¡y otra vez te quedaste dormido!—¡Mateo, me duele mucho! ¡Cárgame!—Mateo, todos dicen que estamos comprometidos, ¿qué significa eso?—Mateo, ¡alcanza esa naranja grande!—Mateo......—¿Cómo puedes decir eso? ¿Llegar justo a tiempo también es llegar tarde?—¿Quién te manda correr tan rápido? Sube.—Es que me voy a casar contigo.—Sí, sí, lo sé, querida.—Irene, ¿no tienes modales? ¡Llámalo hermano!...Rompí a llorar: —Mateo, ya no tengo abuelo. La abuela dice que todos se van, que nadie puede quedarse conmigo para siempre.Él me consoló pacientemente: —Yo sí, Irene, siempre estaré contigo.Parpadeé, con lágrimas en los ojos: —Mateo, hoy pareces una buena persona.Él levantó la barbilla con orgullo y me corrigió como un adulto: —Soy un buen hermano....Los recuerdos de mi infancia, los
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