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583 chapters
Ruby
Anidado entre montañas ancestrales, cuyos picos se desvanecían bajo una niebla eterna, el territorio de la manada Blackmoon permanecía oculto a los ojos del mundo. Árboles tan antiguos como el propio tiempo se alzaban como columnas de un templo sagrado, sus troncos gruesos cubiertos de musgo espiralado. Las ramas altas se entrelazaban en el cielo, formando una bóveda natural que bloqueaba la luz del sol. Era como si el propio bosque protegiera aquel lugar de todo lo que venía de fuera. Solo la luna lograba atravesar la barrera y proyectar su luz plateada entre las rendijas, bendiciendo a aquel pueblo antiguo.Era de mañana, aunque allí, el tiempo parecía inmutable. Los lobos de Blackmoon seguían sus rutinas con la precisión de una danza coreografiada por siglos de tradición. Hombres de cabellos negros y ojos dorados se deslizaban entre las sombras en sus formas lupinas, cazando con destreza. Las mujeres, todas también de cabellos negros, diferenciadas por ojos azules cristalinos como
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Kaleo
Phoenix se quedó helada. Su corazón latía con tanta fuerza que apenas podía escuchar algo más. El hombre frente a ella —de postura firme, ojos penetrantes y presencia imponente— era su padre. El padre que nunca había conocido, pero cuya sombra siempre había planeado sobre su infancia.Él también parecía conmocionado, aunque mantenía el rostro controlado. Sus ojos, azules como los de ella, se fijaron en ella con una intensidad que la hizo encogerse involuntariamente. El parecido entre ellos era innegable: la misma curvatura de los ojos, el mentón marcado, los rasgos fuertes y definidos. Pero lo que más lo sorprendió fue cuánto le recordaba a Ruby. Era como si estuviera viendo a su compañera más joven, con un aura que destellaba, etérea y ancestral.Kaleo entrecerró los ojos y se colocó delante de Ruby en un gesto instintivo de protección, interponiéndose entre su esposa y la joven desconocida. Su voz resonó firme en la cabaña silenciosa:—¿Alguien puede explicarme qué está pasando aquí
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¡Ulrich! ¿Dónde estás?
Fuera de la cabaña, reinaba el caos. Mujeres corrían con niños, cargando bultos de ropa y comida. Lobos aullaban, y el sonido de ramas quebrándose en el bosque crecía. Valkirra, con la determinación de una madre, tiró de Phoenix por senderos estrechos, gritando:—¡Ulrich! ¿Dónde estás?Phoenix seguía, el corazón acelerado. Ulrich, el niño que se convertiría en el alfa cruel, pero también en el hombre que ella amaba, estaba allí, en algún lugar. Necesitaba encontrarlo, protegerlo, cambiar su destino. Pasaron por cabañas, donde familias se apresuraban hacia las cuevas. Valkirra se detuvo cerca de un arroyo, los ojos escudriñando la espesura.—Le gusta venir aquí —dijo, la voz temblando—. ¡Ulrich!Phoenix abrió la boca para gritar, pero un aullido gutural cortó el aire, seguido de gritos. El bosque explotó en movimiento —lobos grises, liderados por un alfa inmenso, surgieron, sus colmillos brillando. El ejército de Gray había llegado. Valkirra agarró a Phoenix, tirándola detrás de un árb
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