Sofía dejó su taza y miró a su padre con cierta resignación: —Nunca la vi cuando era pequeña, así que no puedo empezar a llamarla 'mamá' de repente.—Sé que es difícil, solo espero que no le guardes rencor. Al final, su partida fue más mi culpa que la suya— dijo Bruno, lamentando no haber tenido la capacidad de retener a Maribel, lo que había llevado a la situación actual.Sofía, sin embargo, no parecía preocupada por eso. —Ni usted ni ella deben sentirse culpables. Crecí bien en Atenguillo, y además, usted me consiguió tantos maestros. Mi éxito de hoy también se debe a su esfuerzo.—Aunque nunca fui a verte, lo que hice por ti era mi deber— respondió Bruno, lleno de arrepentimiento, aunque sabía que ya era demasiado tarde para lamentaciones.Cambiando de tema, Sofía advirtió: —Será mejor que no salgas estos días. Teodoro probablemente enviará gente aquí. Ya hemos reforzado la seguridad en la mansión, así que mientras no salgas, no deberías correr peligro.—Entendido,— asintió Bruno
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