En ese instante, Maribel pensó en muchas cosas. Teodoro, a su lado, también notó claramente el cambio en su expresión y, al mirar a Sofía, su mirada se tornó diferente.La subasta comenzó y algunos empezaron a ofrecer, pero no mucho. Originalmente, Sofía había planeado usar este jade para encontrar pistas sobre su madre, pero ahora que ella estaba frente a ella, ya no había necesidad de subastar el jade. Decidió comprarlo ella misma.—Cinco millones,— ofreció Sofía levantando su tarjeta.La gente entendió su intención y no intentaron superar su oferta, no queriendo ofender sin motivo a alguien de DF. Justo cuando Sofía pensó que el jade volvería a sus manos, Teodoro, sentado en la primera fila, de repente hizo una oferta: —Diez millones.La multitud se agitó, sorprendida de que Teodoro estuviera interesado en el objeto. El hombre se giró hacia Sofía. —Lo siento, señorita López, pero a mi esposa le gusta mucho este jade.—¿En serio? Eso es un honor para mí, pero es algo que mi madre m
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