Desafío secreto

La noche fue una autentica tortura, James no dejaba de abrazarme o besarme la espalda, me daba tanto asco que en un momento de la madrugada lo tiré de la cama y me hice pasar por sonambula, Me alejé lo más que pude, no me quedé de otra que dormir en mi forma de loba en la alfombra, mis sentidos son los mejores, iba a matarlo si me tocaba por puro instinto. 

Desperté temprano, tanto que el sol todavia no salia y el frio entraba en la habitación, James dormia como un puto oso en invierno. Nadie me creería si dijera que el sexi Alfa babea al dormir. No hizo movimiento alguno por acercarse anoche, entendió mi intención al convertirme para descansar.

Me acomodo en uno de los sillones, lo veo dormir y por mi mente pasan fantasías de cómo matarlo lenta y dolorosamente; escucharlo rogar por piedad mientras que llora lágrimas de sangre; que vea la muerte de sus amados amigos junto con las de sus padre; que se arrodille ante mi y se desgarre la garganta gritando de dolor.

Yo no era así, él me volvió un monstruo sin piedad o capacidad de perdón, sus constantes insultos, golpes y humillaciones formaron mi carácter, Aunque bueno, no lo hizo solo, mis padres participaron de ello sin saberlo, se ganaron uno de los primeros lugares en mi lista de víctimas. 

No es bueno mi pensamiento, si alguien hubiera vivido lo que yo le diría que lo olvide y siga adelante, demostrando a estas personas que el olvido es el peor de los castigos; no será el caso puesto que sí pase por esas traumáticas e inolvidables experiencias. Me iba a ir en paz con ellos y conmigo misma, pero James me obligó a vivir con él.

Lo cambió todo. 

Mi herido corazón se volvio negro, incapaz de sentir amor o algun sentimiento relacionado con lo bueno. Dudo que alguien en el mundo, dentro o fuera de cualquier manada, me ame, no creo merecerlo al tener pensamientos tan malos. 

Sigo viendo la paz con la que duerme, eso aumenta mis instintos asesinos, logrando que me pregunte una y otra vez lo mismo ¿Por qué no matarlo ahora? Está indefenso, por más que sea considerado un ataque cobarde nadie vendrá a rescatarlo, no les daría tiempo de hacerlo ya que estaría fuera de los límites naturales de los licántropos. Los guardias verían su cuerpo sin vida en la mañana ¿Qué me detiene? Sé que puedo hacerlo sin que las manos o los colmillos me tiemblen. 

Reflexiono, lo que frena mis ganas es el deseo de que me vea a los ojos cuando le desgarre la garganta.

Despierto de mis malvados anhelos cuando James se remueve en la cama hasta despertar, la luz está apagada, pero mi perfecta visión de loba me permite verlo; inclino mi cabeza al ver su respiración acelerada por no percibirme en el cuarto, no siente mi aroma y eso le acelera el corazón, me divierte su “preocupada” reacción.  

En los entrenamientos no solo mejoré mis habilidades o destreza en el combate, también sé controlar cada aspecto de mi cuerpo, nadie se esperaría que una Omega tenga mejores movimientos que un Alfa.  

Se sienta en la cama, refriega sus ojos y despina su cabello en señal de nerviosismo. Se siente amenazado por mi, mis plan de jugar con su mente está funcionando y no puedo estar más alegre.

Por fin me saca una sonrisa en vez de una lágrima. 

— ¿Gianna? — pregunta, no le queda de otra siendo que no me ve por más Alfa que sea. — Estoy seguro de que sigues aquí, la puerta puede ser abierta por magia, el conjuro solo lo conozco yo — usa su voz de Alfa, pretende intimidarme con una táctica simple pero eficaz.

No conmigo, lobito.

— ¿El lobito está asustado? No entiendo porqué, si soy una débil Omega incapaz de vencerte — respira tranquilo al saber que sigo aquí, se levanta de la cama y enciende la luz. 

— ¿Por qué ocultas tu aroma? Me asusté — tanta franqueza me conmueve — Tampoco te ví ¿Cómo lo hiciste? — se acerca hasta quedar a unos metros de mí, siempre con distancia. 

Me tiene miedo.

— No sé, digamos que la practica hace al maestro.

No tiene nada puesto en la parte de arriba, sus músculos formados por tantos ejercicios y años de práctica se verían apetitos para otra loba o humana, más bien para cualquier fémina. A mí no me produce nada, es como ver a cualquier otro lobo.

— ¿Desde hace cuánto estás sentada aquí? — entablar una conversación con un enemigo definitivamente no es una buena estrategia.

— Dos horas ¿Tienes miedo, lobito? — muerdo mis labios buscando que su atención se dirija ahí. 

Hecho, los hombres son tan predecibles. 

— ¿Miedo? ¿De tí? No me malentiendas, cariño, pero eres no te considero una amenaza, sí un desafío para tener tu amor, nada más — eso no decían tus movimientos en la cama. 

— Acepta un desafío secreto entonces — se levanta de golpe, su rostro se contrae en una mueca de enojo — ¿Qué? Tú mismo no me consideras la gran cosa en combate ¿Por qué no demostrarlo? — sigo calmada, nada es mejor que ver al otro rojo de furia. 

— ¿Por qué debe ser secreto? ¿Qué quieres en el hipotético caso de que ganes? — sus fosas nasales se agrandan con cada respiración, no es para menos, solicite algo grave.

El desafío secreto fue creado en la génesis de los hombres lobo hace más de 10 milenios. Consiste en que uno de los dos participantes solicita dicha pelea entre alfas de diferentes manadas, en casos muy específicos puede realizarse dentro de la misma con autorización del consejo que se encarga de aconsejar a la Luna.

Se hace con el objetivo de tener el poder sobre la manada del Alfa derrotado, ahí demuestra su debilidad para dirigir y gobernar. Algo que casi nadie sabe o pasa por alto a la hora de leer las reglas más antiguas de nuestra raza, es que otra raza también puede acceder al mismo si el alfa no se opone, solo que en vez de la manada el vencedor puede solicitar un deseo el cual debe ser concedido si obtiene la victoria o la furia de la diosa caerá sobre todos.       

Es secreto en ese caso para no destruir el espíritu del alfa ante su propia manada, es decir, si alguien más débil que él lo vence, nadie lo sabe. Adicional a ello, el desafío no es hasta la muerte como en el primero.

Algo así como la preservación del poder.

— Ya sabes mi deseo, James, que aceptes mi rechazo — desvía su mirada al suelo, queda asi por cinco minutos.

¿Cómo le pongo play? No tengo su tiempo.   

— ¿Cuándo? — lo considera, algo que me deja con la boca abierta.

Esperaba más resistencia.

— Al mediodía en el centro del bosque — punto ciego para los guardias.

Por algo es alfa, entendió rápido mi objetivo.

— Punto ciego… ¿Piensas matarme, Gianna? Eso iría contra las normas ¿Tanto odias a la diosa Luna como para ir con su voluntad? — no sé en qué idioma decirle que sí.

— Mi vida y libertad valen más que el capricho de una diosa o de un alfa — no voy a retroceder, anoche no pude irme.

— Acepto ¿Sabes que quiero a favor? — niego, aunque realmente sí lo sé — Marcarte y embarazarte en la primera noche juntos.

— Predecible — me burlo, extiendo mi mano para sellar el desafío como las reglas lo dictan — Bien, al mediodía en el centro del bosque conocerás la derrota.

— No, preciosa, tú sabrás que no debiste ser tan altanera e impulsiva. Ataste tu destino al mío. 

En unas horas seré libre.

Horas después…

¡Maldito hijo de puta! No está, no vino al bosque ¡Me engañó!

Nunca estuvo en sus planes venir y darme cara ¡Se burló de mí una vez más! 

Llegué al bosque 10 minutos antes de que sea mediodía, estaba tan ansiosa por luchar y vencer que vine antes, dispuesta a esperando por él con una sonrisa,

¡Maldito cobarde! ¿Cuándo aprenderé a no confiar en ese intento de alfa? 

Salgo del bosque corriendo hasta donde mis patas me lo permiten, esquivo árboles, trampas de cazadores, animales, guardias, todo con tal de llegar al palacio de los Alfas. 

Su aroma inunda mis sentidos cuando abro la puerta con tanta fuerza que las arranco de las paredes, estoy en mi forma humana con la ropa intacta.

— ¿Qué significa esto, Gianna? — oh no jodida Luna, no vengas a tocarme los ovarios estando enfadada. 

— ¡No le importa! — mis ojos chispean, el color rojo la deja sin habla.

Llego hasta el despacho ocupado por James, el cobarde está detrás del escritorio tecleando en el portátil, levanta la cabeza al verme.

— ¿Esos son los modales de una Luna? Mi madre es buena enseñando ¿Cómo es que no aprendiste?

— ¿Y tú no tienes palabra de alfa? — deja de teclear ante eso — Faltaste a tu palabra ¡No fuiste al bosque! — cierro la puerta en un intento por mantenerlo privado.

— ¿Creíste en eso? Sigues siendo inocente, amor ¿Por qué ir a un desafío que lo tengo ganado? Gianna, soy el alfa, no tengo que rebajarme a lucha contra una Omega. Tendré todo de tí por más que deba ser a la fuerza — mis garras lastiman mi piel al apretarlas contra mis palmas. 

— ¡Cobarde! — mi loba toma el control, soy tan rápida que él tarda en reaccionar.

Hoy mato a James.

   

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo