Arréstame
Arréstame
Por: Tory Sánchez
Prefacio

El chico parpadeó un par de veces, él arrugó el entrecejo al intentar abrir los ojos, la luz de la habitación le hizo gemir, le llevó unos segundos poder adaptarse a la luz, mientras se preguntaba ¿Qué es lo que había sucedido?

El sonido de un disparo se abrió paso por su cabeza y el recuerdo de la bala abriéndose paso por su carne le hizo gemir, un tono lastimero.

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —la voz fuerte y fría le hizo dar un pequeño susto, ladeó la cabeza ligeramente para encontrarse con el dueño de aquella voz. Su sorpresa fue mayúscula al reconocer al jefe de la policía, Benjamín Davis, el hombre por quién él había recibido un disparo.

Y el hombre no parecía nada contento, su mirada le hizo temblar e incluso hizo que la piel se le erizara, él no sabía si era de miedo, o de…

—No estoy muerto —murmuró para apartar los pensamientos de su cabeza mientras el jefe de la policía gruñía como si fuese un animal herido.

Nick Turner se rio de su pensamiento, el único herido aquí era él…

—Afortunadamente, no lo estás. ¿Se puede saber en qué demonios estabas pensando para cruzarte entre esa puta bala y yo? ¿Tienes idea de lo comprometido que eso me deja ante mis superiores? —bramó con enojo.

Nick no pudo evitar sentirse ridículamente tonto y para colmo también se sentía como un niño regañado luego de una travesura.

—Deberías estar agradecido —susurró, sintiendo como el enojo nacía dentro de él por la manera en la que era tratado por el oficial.

—¿Qué?

—¡Te salvé la vida! —gritó y lo lamentó más rápido de lo que pudo imaginar. Una punzada atravesó su cráneo y su herida palpitó bajo su mano como si fuera otro corazón latiendo dentro de su cuerpo.

—Te dije que no te movieras del maldito auto, Nick. ¿Crees que soy tan idiota como para no usar un chaleco antibalas? —preguntó—. ¿Piensas que no iba tan malditamente preparado para cualquier eventualidad? ¡Soy un maldito agente entrenado! —gritó caminando de un lado a otro. Se mesó el cabello y la frustración se acentuó en su rostro.

El joven abrió y cerró la boca, no sabía qué responder. Darse cuenta de que había sido un idiota temerario no lo hacía sentir mejor, todo lo contrario. Le hacía sentir un reverendo imbécil. ¡Por supuesto que Benjamín estaba utilizando un puto chaleco antibalas, ese día estaba en una jodida misión!

Sin embargo, en ese momento él no tuvo tiempo de reflexionar en nada y mucho menos pudo pensar en lo peligroso que podía ser cubrir un cuerpo grande y bien dotado con un cuerpo joven y en desarrollo.

—Entonces, ¿esperas que me disculpe por salvarte? —preguntó mirándolo fijamente.

—No, Nick. No quiero que te disculpes por eso, fue una estupidez de tu parte, pero te lo agradezco —la respuesta de Benjamín dejó pasmado a Nick.

¿Podía alguien ser más agradecido que esto? Realmente el muchacho lo dudaba. Benjamín ni siquiera pudo relajar la expresión de su rostro y su mirada severa lo taladró sin misericordia.

—¿Cómo está Oliver? —preguntó luego de un corto silencio en la habitación.

—El señor Campbell, está bien. Fue dado de alta ayer por la noche.

—¿Por la noche? —repitió como si fuera un idiota. «A ojos de Benjamín Davis lo eres», pensó sin poder evitarlo.

—Sí, tú has dormido dos días y una noche —anunció el oficial.

—¡Demonios, voy a quedarme sin trabajo! —gritó, en el antro donde trabajaba por las noches no se permitían muchas faltas y él estaba en la cuerda floja.

Tenía más de un motivo para estar asustado, tenía muchas cosas que pagar, no podía darse el lujo de perder el trabajo.

—No te preocupes por los gastos del hospital, voy a hacerme cargo de tus facturas, Turner —dijo llamándolo por su apellido. Marcando una línea entre ellos.

—No hace falta, señor oficial, me haré cargo de mis gastos. Después de todo solo he sido un idiota que se cruzó entre la bala y un chaleco antibalas —pronunció con enojo.

Benjamín Davis, no era conocido por su paciencia y mucho menos por ser un hombre delicado. Realmente había querido decir lo que había dicho y no pensaba retirarlo.

Sin embargo, no podía evitar pensar que el chiquillo era un tonto. Un tonto valiente debía reconocer.

—Te he dicho que me haré cargo yo y es lo que haré. Vendré más tarde, ahora tengo que hablar con mi agente que permitió que todo esto sucediera —Por cierto, también cuidaré de ti mientras te recuperas y no acepto un no por respuesta. Es mi obligación.

—¿Obligación? —preguntó sin poder evitarlo.

—Soy un hombre responsable de mi equipo, Turner, y fue culpa de mi escuadrón que Maya Campbell disparara contra un civil.

—¡Un civil mis pelotas! ¡Esa mujer te disparó a ti!

—Pero fuiste tú quien salió herido. Vendré a verte por la tarde —dijo antes de marcharse.

Nick sintió un profundo enojo. Primero: consigo mismo por exponer su vida tan tontamente y segundo: con Benjamín Davis, por tratarlo como un idiota.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo