Capitulo 6. Me robo el ligero

Porque demonios su pregunta la hacía temblar, tanto del miedo como de… no, es que eso era impensable. Rápidamente, echa un vistazo hacia donde estaba su padre. Quizás él pudiera salvarla de las manos de su socio. Pero al darse cuenta de que su papá estaba más pendiente de conversar con los invitados, supo que la realidad era que tenía que librarse sólita de Cauther, el problema era ¿Cómo?

—¿Te comió la lengua el ratón? —Él preguntó al mismo tiempo que comenzaba a danzar con ella entre sus brazos, sin darle posibilidad de escapar.

—Si mi padre se da cuenta de lo que está haciendo, seguramente se enojara muchísimo con usted —Ella ve como Cauther miró de reojo a Rafael, era consciente de que su padre no estaba al pendiente de ella. Pero al menos algo debía hacer.

—Creo que no está prestando mucha atención, ¿Por qué debería preocuparme?

Cauther la llevaba a su antojo en aquel baile lento y algo ajustado, estaba acorralada, no podía hacer una escena en medio de todo el mundo. Necesitaba mantener las malditas apariencias, tampoco quería darle el gusto a Cauther de hacer el ridículo ante todos. No obstante, él parecía que estaba disfrutando haciéndola enojar, primero la besa sin motivo alguno y luego la toma a su antojo obligándola a bailar.

—¿Está disfrutando esto? —Interroga furiosa.

—No, la verdad está sobre valuado —Aquella contesta, sí que la indigno. Era un maldito hijo de la chingada.

—Cómo es posible que mi padre lo estime tanto, siendo tan presumido y arrogante.

En eso la pelinegra siente como el brazo de Cauther la aprieta más contra su cuerpo, ¿Qué se proponía? ¿Besarla en medio de todos? ¿Ser la comidilla de todas esas personas?, su padre no iba a tolerar ese comportamiento tan inapropiado. La joven observa los ojos de Cauther y en ellos no vio ni una pizca de enojo, o burla, o cualquier otro sentimiento. Ese hombre era más frío que un témpano de hielo.

De pronto la música que sonaba de fondo termino, y muchos empezaban a dejar libre la sala para refrescarse antes de volver a bailar otra pieza. Casey supo que esa era su oportunidad, estaba cien por ciento segura de que Cauther no deseaba de que su socio lo pillara bailando tan íntimamente con su única hija.

—El baile ha terminado, señor Acrom —Puntualiza deteniendo sus pasos. Pero él se rehusaba a soltarla.

—Supongo que sí.

—Entonces, déjeme ir, o si no, mi padre se dará cuenta de la estupidez que está haciendo.

Pero aquella advertencia que le dio a Cauther como que había sido la peor contesta de esa noche, aparte de asistir aquella m*****a fiesta, ¡claro estaba! Casey vislumbro como el rostro de Cauther se contorsionó de una manera que ni ella se lo esperaba, bueno, y quien podría, si ese hombre no gesticulaba ni una expresión diferente a la habitual.

—¿Estupidez? —Replica con un tono algo orgulloso.

En eso ella siente como su cuerpo es llevado casi que arrastras, caminaba entre la multitud a duras penas y eso era empujando a los invitados. Ella no comprendía qué diablos estaba pasando, pero el imbécil de Cauther tiraba de ella como si fuera un mísero trapo.

—¿Qué carajos te pasa? —Habla en voz baja para evitar llamar la atención.

De pronto ella y Cauther quedaron a solas a un costado de las escaleras, era un corto corredor, pero bastante discreto, que daba con una puerta que conducía a quien sabe a dónde. Casey se vio acorralada contra la pared con un casi Cauther sobre ella.

—¿Crees que me importa lo que piense Rafael?

—¿Entonces porque has salido huyendo cuando la sala está por quedarse despejada?

—Realmente, no me interesa ser el centro de atención de todos sujetos tan insignificantes.

—Entonces, si te importa lo que mi padre puede opinar —Lo reta, sin saber por qué carajos lo estaba haciendo.

—¿Eso crees? —Contesta con voz ronca.

Cauther acorta el poco espacio que existía entre ellos dos, quedando a escasos centímetros  de ella, deja una mano sobre la pared mientras que la otra la introduce en el bolsillo de los pantalones.

Lentamente, Casey percibe que Cauther se acercaba a ella nuevamente y eso quería decir que pretendía… joder, ¿quería besarla de nuevo? ¡Pero qué m****a! Sin saber que carajos estaba haciendo, empujo bruscamente a Cauther evitando que volviera a besarla o hacer lo que le viniera en gana. Como no pudo correr, opto por caminar de prisa para alejarse del socio del su padre, pero de pronto sus pasos son frenados bruscamente, parecía que la cola de su vestido se había atorado con algo.

Miró por encima de su hombro, fijándose que un brillante zapato pisaba la cola de su vestido, y fue en ese momento que supo que no había sido buena idea utilizar ese atuendo para esa noche. En cuanto la pelinegra levanta la mirada, se da cuenta de que Cauther era quien la retenía, pero eso no fue todo, en segundos estaba envuelta en sus brazos, seguidamente de que la lengua de Cauther se encontraba jodiendo su boca de una manera tan bestial que sus malditas piernas comenzaron a temblar.

Rápidamente, la mano de aquel hombre se coló por la abertura de su vestido y con la misma facilidad que la beso, así mismo le saco el ligero que usaba aquella noche. Por desgracia para ella, él tuvo que arrancarlo con fuerza, ya que estaba conectado con sus bragas. La sorpresa barrio con los sentidos de Casey en el momento que sintió que la tela de encaje se deslizó por su muslo, mientras que ella, sin entender cómo, elevo un poco la pierna para permitirle a Cauther que deslizara la prenda por su pierna, en eso la pelinegra se preguntó, ¿Y después de esto qué?

Para asombro de Casey, el beso no duro mucho, porque unos segundos después Cauther se separó de ella bruscamente… ella miró sus ojos, y en ellos noto un deje de burla. Únicamente fue un instante, pero estuvo completamente segura de que vio ese brillo burlón en sus ojos. Estaba jugando con ella, esa era la razón por la que la había besado esa noche, pero ¿Por qué le saco la liga? Era un hijo de puta.

—Te traje aquí porque no quería que otros vieran cuando te sacara esta fabulosa prenda —Blandía la liga como una bandera entre sus dedos.

—Imbécil, entregue eso, ¿Cómo se atreve a tocarme de esa manera? —Casey empuja a Cauther y le propina una cachetada —. Solo ha estado jugando conmigo, le prohíbo que vuelva a ponerme una mano encima —Lo amenaza con su dedo.

Sin esperar que Cauther dijera una palabra y tampoco es que lo deseaba, ya que estaba muerta del susto, Casey le dedica una mirada de desprecio demostrándole su descontento. Tomó la cola de su vestido y salió disparada de aquel corredor. Al llegar a la enorme sala un poco despejada, lo primero que observa es a su padre. Con el corazón acelerado y los nervios de punta se acerca a su padre buscando un poco apoyo. Se sentía sofocada y bastante confundida.

—¡Padre! —Lo saluda con cortesía, pero algo agitado, estaban rodeados de muchos empresarios importantes y adinerados.

—¡Oh, Casey! Pensé que aún no habías llegado, hija.

—Llegue hace mucho padre —Contesta, sintiendo que las piernas le temblaban, odiaba sentirse de esa manera y todo por culpa del maldito de Cauther.

—Que bien —El hombre responde para luego volver su atención a los empresarios, la ignoraba una vez más.

—Padre —Lo llamo con voz muy baja, el hombre la mira —. Ya quisiera irme.

—No podemos hacerle ese desplante a Genaro, hija.

—Pero…

Y sin esperarlo, Cauther aparece de la nada detrás de ella, provocándole escalofríos en todo el cuerpo. Su aroma y presencia tan masculina le producía cierta incomodidad, que aunque le pareciese muy loca, le resultaba ¡Uh!, como decirlo… “Intrigante”, pero de igual manera no debía olvidar lo que ese desgraciado le había hecho pasar.

—Rafael, ¡Has venido, al fin! —Exclama Cauther como si nada hubiese pasado.

—Gracias por llegar antes, Cauther —Ambos estrechan sus manos, mientras que Casey se sentía la mujer más ignorada del mundo.

Ella ni siquiera miraba al hombre a su lado, y eso que casi que chocaban los hombros. La verdad es que estaba como temblando, ¿debía echarle la culpa al frío de la sala? No, no podía ser tan ingenua. El culpable de su estado de perturbación era Cauther Lance Acrom, el socio de su padre, quien llevaba su ligero guardado en quién sabe dónde.

—Cauther, mientras yo converso con nuestros colegas, porque no sacas a mi hija a bailar. Al perecer se quiere ir, y no creo que sea conveniente hacerle un desplante de esa magnitud a Genaro.

La pelinegra observa a su padre con asombro, ¿es que no había escuchado su petición? Quería irse a casa, no ir a bailar con el hombre por el cual deseaba largarse de aquella fiesta. Casey miró con enojo a su padre, y este al parecer se percata de ellos.

—Casey…

No le importaba como se sintiera, ella no deseaba estar allí y, aun así, a su padre le importaba una jodida m****a sus sentimientos. Miró de reojo a Cauther, quien curiosamente mantenía una m*****a sonrisa oculta detrás de esos labios que ella misma había probado minutos antes. Era un hijo de puta, se divertía de sus desgracias.

Viviana

Actualizaciones diarias mis bellas. un beso

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