Capítulo 4

Camila camino por varios minutos sin percatarse del lugar en donde se encontraba, aunque realmente no le importaba, su mente estaba sumida en la tristeza y también en la ira y la desesperación. En apariencia, ella permanecía serena, mientras el agua corría por su cuerpo y la misma agua de lluvia se llevaba las lágrimas que derramaba en silencio, pero dentro de sí se estaba llevando a cabo una guerra entre sus sentimientos y sus pensamientos, todo lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza le estaban ayudando a perder la razón.

De pronto un sonoro sonido le hizo volver a la realidad, un auto había sonado su claxon al pasar muy cerca de ella y es que Camila había caminado en línea recta por la acera, sin embargo, había llegado a una zona en donde esa acera había desaparecido y únicamente quedaba la carretera por donde seguían transitando auto tras auto.

Se hizo hacia un lado para evitar que un auto la arrollara, pero por su mente paso una fugaz idea que la obligo a mirar a los autos que pasaban a gran velocidad, pensó en terminar con su vida justo en ese instante, al fin y al cabo su vida era un desastre, suspiro y contemplo la idea un momento.

Se preguntó que tan doloroso sería morir de esa forma, si alguien realmente lloraría su perdida o simplemente era una vida que no le importaba a nadie. Dio un paso al frente, una luz le ilumino el rostro y nuevamente escucho el mismo sonido que la había hecho entrar en razón, sin embargo, no pudo hacerlo.

Regreso a su sitio y esta vez soltó un sollozo, pensó que estaba volviéndose loca y se preguntó que tan estúpida debia ser para pensar en quitarse la vida cuando un pequeño ser crecía en su interior. Instintivamente, busco su vientre y lo toco, como si estuviera pidiéndole perdón a ese pequeño llegar a tentar contra su vida y negarle a él la oportunidad de ver la luz del mundo, se arrepintió de inmediato y reflexionó en buscar ayuda, era más que obvio que no se encontraba en su mejor momento como para poder tomar una decisión por su cuenta.

Justo cuando pensaba a donde ir o a quien recurrir, un auto se detuvo junto a ella, giro en su dirección y encontró el rostro de Silvia frente a ella.

—¿Qué es lo que haces?—le cuestiono mientras quitaba el seguro para que Camila pudiera entrar.

Camila la reconoció enseguida, pero no pudo responder la pregunta, no sabia como explicarle todo lo que habia sucedido desde la última vez que habían hablado. Asi que solo subio al auto cuando Silvia volvio a su lugar.

—¿Te encuentras bien?—se animo a preguntarle, sobretodo porque su aspecto no era bueno. Estaba empapada de pies a cabeza y sus ojos indicaban que habia estado llorando.

Cuando Camila escucho estas palabras no pudo hacer otra cosa que echarse a llorar, nadie en toda su vida la había destrozado como lo había hecho Julián.

—Mi pregunta sonó estúpida, por supuesto que no estás bien—menciono Silvia retomando su camino por la carretera—entiendo que te sientas mal respecto a lo que paso con Julián, pero él no vale tus lágrimas, ningún hombre lo vale.

—Lo sé—acepto Camila un tanto sorprendida, estaba un poco escéptica del cómo es que ella había aparecido como un ángel caído del cielo y por supuesto de que ella supiese lo que había sucedido con Julián—¿Por qué estás aquí?

—Él me llamo hace un par de minutos—admitió Silvia un tanto molesta de haber cumplido su petición, pero sabiendo que se trataba de Camila, no podía negarse, de alguna manera se sintió identificada con ella—¿Él te dejo?

—¿Él te envió?—cuestiono Camila enfadada. Supuso que ella estaba ahí porque le servía a Julián y de él ya no quería y necesitaba nada.

—No exactamente, vine aquí porque me preocupe por ti, Julián solo es un hijo de p**a que no te merece, eres mucho para él y si te sientes mejor, déjame decirte que también corte toda relación con él.

—¿Por qué?—cuestiono Camila tratando de limpiarse el rostro. Su cuerpo había comenzado a temblar gracias a su ropa húmeda, necesitaba cambiarse antes de resfriarse—¿Qué paso? ¿También te ha desechado?

—No importa como paso, así que no te mortifiques—expresó Silvia tratando de no darle otro motivo para sentirse mal—Julián no es lo que se dice un durazno en almíbar, así que realmente no pierdo mucho, en cuanto a ti...

Silvia detuvo su lengua y miro de reojo a Camila, lo deplorable que se veía y lo marcada que esta experiencia la dejaría, ya no añadiría dolor ni ningún otro sufrimiento a su muy estresada cabecita, así que solo sonrió.

—Ya no habrá ni una sola lágrima más—le indico, pero en ese instante a Camila no le intereso nada de lo que Silvia dijera, no tenía el ánimo para prestar atención a nada más que a las gotas de lluvia que corrían por el vidrio de las ventanillas, pensó que si ponía toda su atención a esas gotas no volvería a pensar en su tristeza o en quitarse la vida porque Julián no valía la pena.

Mientras su mente se perdía en la ventanilla Silvia la llevo a su apartamento, había pensado en llevarla a un hotel, pero ya que tenía que hacerle de niñera quería hacerlo en un lugar donde se sintiera a gusto, en su casa.

—Llegamos—dijo Silvia con ánimo al detenerse en el estacionamiento de su edificio, pero no logro levantarle el ánimo a Camila, ella parecía perdida o mejor dicho como si estuviera muerta en vida— no vayas a impresionarte tanto.

A pesar de su queja, no consiguió más que Camila asomara la mirada y mirara a su alrededor, pero no descubrió afuera algo fuera de lo común y eso le decepciono, porque había comenzado a acostumbrarse a la forma de vida de Julián, a la excentricidad o quizás a la burbuja en la que la había encerrado 

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