Capítulo 3. Dignidad muy alta  

Lía no podía creer, que se tratara del mismo hombre con quien colisionó en la puerta del edificio, el mismo día de la entrevista y no disimuló un solo segundo el gran desagrado causado por su presencia, pues ese día se sintió menospreciada por la actitud arrogante hacia ella.

Al mismo tiempo, él estaba pensando ¿Cómo una mujer tan torpe podía haber quedado seleccionada después de ese meticuloso proceso de selección? Pues había nombrado a los mejores profesionales en los diferentes campos, para realizar las evaluaciones, los cuales no solo tenían una amplia capacidad, sino además de eso, compartían una lealtad hacia los Estebans Veliz,  principalmente hacia él.

—¡Lo siento! Aunque no tengo idea de que trata este trabajo, con tan solo el hecho de saber que este hombre… —, lo señaló con el dedo en una actitud despectiva—. Y yo trabajaremos en el mismo espacio, se me quitan las ganas de saber al respecto —habló con arrojo, al mismo tiempo de levantarse del asiento, sin embargo, aún no había caminado  ni dos pasos para alejarse, cuando la voz de uno de los abogados la detuvo.

—Señorita Ontiveros, ¿Está segura de querer irse sin escucharnos? ¿En verdad desea salir de aquí sin saber a qué se comprometió cuando firmó este contrato? Si sus respuestas son afirmativa es bastante extraño —preguntó el hombre tomando la carpeta, la cual fue firmada por ella con premura, en un ataque de impulsividad.

Al girarse, lo identificó como el abogado, llamado Liam, quien la observó con una expresión de rigidez en su rostro.

Por un momento ella titubeó, pues no le gustaba que quisieran imponerle las cosas, por eso su primera reacción fue la de salir de allí corriendo, no sin antes mandarlos al mismísimo diablo o ignorándolos por completos, mas al ver la expresión del hombre que entró de último y con quien colisionó días antes y quien parecía estar a cargo de todo, un pequeño susto la invadió.

—¡Déjala ir Liam! Quizás a ella no le importe que por incumplimiento del contrato las empresas Estebans, puedan accionar en contra de ella y despojarla antes de tiempo, del único bien con el cual cuenta, necesario para pagar las deudas de sus padres recién muertos, o en su defecto, escucharnos y tomar una decisión con base a nuestra conversación —agregó Paúl con una sonrisa, aunque esta carecía de sinceridad y amabilidad, a ella le figuró  como un simple gesto de burla.

—¿Cómo saben eso? ¿Cómo accedieron a esa información personal? —preguntó acongojada, sintiendo también un poco de miedo al escuchar de sus labios, todo lo relacionado con su situación familiar y económica.

—Definitivamente, eres muy ignorante y nos estás subestimando —habló el hombre mirándola de nuevo con esa actitud de prepotencia—, ¿Acaso piensas que te estás involucrando con cualquiera? Déjame dejarte claro una vez más, Estás tratando con el conglomerado de las empresas Estebans, y no con cualquier empleado, yo soy el CEO, el máximo ejecutivo, además del principal accionista, Marcos Estebans Véliz Zuloaga —pronunció con soberbia.

Por un momento, Lía se sintió en shock, incluso intimidada por un par de segundos, al tener frente así a uno de los hombres más poderosos del país, sin embargo, cuando reaccionó, agitó la cabeza con fuerza para simular su sorpresa y no mostrar ningún signo de debilidad, todo lo contrario, aparentó indiferencia, mostrándole la poca importancia que tenía eso para ella.

—¿Y eso qué? ¿Acaso debo sentirme halagada por estar ante tu presencia? ¿Hacerte la venia e inclinarme para adorarte como si fueses un dios? No te creo merecedor de eso, porque no veo nada especial en ti, ni distinto a ningún hombre —mintió porque en verdad pensaba que el hombre era demasiado atractivo y si no fuese por lo patán, ganaría su admiración, aunque ella no pensaba ceder de ninguna manera, ni por el hombre más bonito del mundo.

Fue inevitable ver la expresión de sorpresa de los abogados, pues nadie trataba de esa manera al CEO, todos lo respetaban y se desvivían por complacerlo, además, la mandíbula apretada de Estebans Veliz, rechinando sus dientes, quien al escuchar sus palabras y verse por primera vez menospreciado por otra persona, apretó los puños y se acercó peligrosamente a Lía de manera amenazadora.

—¡¿Quieres seguir viviendo?! —preguntó indignado, la joven encogió los hombros con indiferencia y eso aumentó su enojo—. Pídeme disculpas y retráctate de tus palabras, así tendré compasión de ti, si no lo haces, deberás atenerte a las consecuencias, porque no respondo de mis actos.

—¡No voy a retractarme de mis pensamientos! Usted podrá tener mucho dinero, fama, poder, riquezas, pero tenga presente, con todo y eso, no le llega a mi dignidad, pues esta es inquebrantable, nadie la puede pisotear aunque muy alto se encuentre —habló con fiereza, mientras se volvía a girar.

—Da un maldito paso más y te juro que vas a conocer quién es Marcos Estebans Veliz Zuloaga —espetó con furia.

Sin embargo, el enojo de Lía no era menor, ella tampoco bajaba la cabeza ante nadie, ni nada, ella era atrevida y le encantaban los retos.

—¿Es qué no sabes, sino amenazar? Pues hay un dicho muy acertado que dice “perro que ladra no muerde” y tú claramente eres de esos, no te tengo miedo, y no pienso dejarme amedrentar por ti, si quieres, atrévete a detenerme, quien inspira respeto no necesita amenazar —pronunció con una sonrisa de aparente desprecio y empezó a caminar hacia la puerta, sin siquiera molestarse en cerrarla, pues su intención en el fondo era sacar de sus cabales al poderoso CEO.

Cuando ella pensó que se había librado del hombre, justo al llegar al ascensor sintió era halada hacia atrás, al mismo tiempo una mano le cubría la boca, para ahogar sus gritos, entretanto, ella trataba por todos los medios de liberarse del fuerte agarre.

«Los retos te hacen descubrir cosas sobre ti mismo que ni siquiera conocías. Estos son lo que hacen al mecanismo flexible, lo que te hace ir más allá de la norma.» Cicely Tyson. 

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