Capítulo 4 Planes En Puerta

En ese momento entraba tomando lugar en la barra, algo ligero y rápido, para volver a la oficina, había visto una agencia de viaje, entraría para mirar los planes, una semana o dos, era maravilloso el plan, tomaría fotos, visitarían pequeños poblados, cenas, vino, de paso podrían ir en auto de paseo, la idea sería renovar sus votos matrimoniales.

Una ensalada fue suficiente, pagaba la cuenta con rapidez, le daría el tiempo en la agencia de viajes.

Cruzando la calle tocaba a la puerta, unos pocos minutos después una amable mujer le atendía.

-Hola, bienvenida, pase usted-.

-Gracias…estoy interesada en su destino Italia, se ve atrayente-.

-Oh si, ocho días, con todo incluido, vuelos, hotel, traslado, y si desea algo más, puedo ayudarle-.

-Justo lo que busco, ocho días son perfectos, me gustaría alquilar un auto, sería interesante visitar alguna ciudad cercana, pasar una noche estaría muy bien-.

-Que afortunada, le tengo el plan ideal-.

-Sorpréndame-. Aida levantó las cejas

Un folleto se extendió ante el amplio escritorio con fotos del lugar, Aida miraba con bastante interés y detalle.

-Entonces le tengo el plan perfecto, cinco días en Venecia, tres días en Portofino…la Riviera Italiana, un pueblo encantador de pescadores, punto interesante para vacaciones en Italia de lujo, cuenta con numerosos restaurantes, boutiques, galerías de arte, tiendas exclusivas, alojamiento de calidad.

-Oh si, la Piazzetta, así se llama su plaza principal-.

-Exacto, podrás admirar el mar de Liguria y los lujosos yates anclados en el puerto, encantador este plan, le incluye hotel, traslado a Portofino, desayuno a la habitación, hay hermosos lugares que disfrutará-.

-Entonces hágame las reservas para dos, no se digas más, Italia allá vamos-.

Y echando a reír apuntaba sus datos para que todo quedara completado, una vez confirmado realizaba la reserva de vuelos y hotel.

-Bien señora Aida, tiene cinco días para cancelar este plan, por si quiere hacer algunos cambios en su ruta de viaje, vuelo y hoteles quedan perfectamente para las fechas que me ha dado-.

-Está todo bien-. Echaba un último vistazo a todos los detalles.

-Le aseguro que, aunque mi esposo no quisiera ir por supuesto que es broma, yo abordaría el avión sin pensarlo-.

-Le creo, sus ojos denotan que se ha quedado prendada del lugar-.

-No es para menos, es justo lo que quiero, así que mañana pasaré en horas de la tarde-.

-Le tendré todo listo-.

-Ha sido muy amable, me ha encantado, vendré seguido por aquí-.

-Muchas gracias, ha sido un gusto atenderle-.

Aida estrechaba la mano de la afable mujer, saliendo se colocaba sus lentes para cruzar la calle, era el regalo perfecto de aniversario.

Los días transcurrieron rápidamente entre trabajo, llamadas, preparativos, Keila llamaba a Horacio para confirmar esa noche la cena que tendrían previa al día siguiente.

-Entonces confírmame, ya sabes que iré con Michael-.

-Sí, ocho de la noche en punto, llega puntual-.

-Lo tengo agendado hace días, estaré en punto, quizás diez minutos que me retrase-.

-No es novedad-.

-Te amo hermanito, cuídate-.

Horacio dio una última mirada a sus documentos que estaban sobre el escritorio, eran las cinco de la tarde, ya iba de salida, quería estar en punto en el restaurante.

La noche llegó serena, elegantemente la familia hacia su entrada en el amplio salón, su mesa reservada hacia el fondo junto a los ventanales que daban a la terraza era formidable, tan solo faltaban diez minutos para que el reloj diera las ocho en punto.

Una brisa cálida en la gran terraza del hermoso restaurante entraba tranquila en la “Giovanna”, toda la familia se encontraba reunida en torno a la mesa adornada con un bello ramo de rosas al centro, luego las servilletas y tenedores perfectamente alineados.

-Es hermoso este lugar, oh…Horacio, has acertado en todo-.

-Todo para mi bella esposa esta noche-.

-Vamos papá, di la verdad, te lo tenías guardado hace tiempo-.

-Hermoso, elegante y sofisticado, no esperaba menos de ti-. Keila hacia su entrada tomada de la mano de su novio, quien esa noche vestía de traje gris oscuro, ella con un vestido azul oscuro a quien un hermoso collar blanco hacia resaltar.

-Keila cariño, estas hermosa-.

-Gracias mamá, bien familia les presento a Michael-.

-Es un placer conocerlos-.

-Igualmente es un gusto, soy Horacio hermano de Keila-.

-Un gusto, Keila habla mucho de su familia-.

-Espero que bien-. Kat reía mirándole con ojos fijos.

-Oh, si… me ha contado muchas anécdotas, sé que es una familia muy unida-.

-Y también de muchas reuniones, en especial a comer-. Martin soltaba la carcajada, ante lo cual Ciara afirmaba lo mismo.

-Gracias a todos por estar con nosotros en esta hermosa noche, a nuestros hijos, padres, mi querida hermana, así que levanten sus copas y digan salud!

-Por el amor, ¡Salud! - la voz de todos sonó al unísono, la música en el lugar amenizada por el piano inundaba el lugar, de pronto Horacio se colocaba en pie caminando hasta el lugar de los músicos, y allí de un momento a otro y sorpresivamente interpretaba una hermosa canción para Aida.

Al finalizar le leía unas palabras para la mujer que durante años le había acompañado, la mujer que amaba con todo su corazón, quien le había dado alas a cada sueño, construido una hermosa familia, y en los días oscuros había sido su apoyo incondicional.

-Por todo lo que hemos vivido; Feliz Aniversario mi vida-. Aida y Horacio se daban un beso con el cual todos aplaudieron con efusividad.

-Familia, quiero decirles que Michael y yo, pronto les daremos una grata noticia-.

-Hija, las emociones fuertes son siempre mejor pasarlas con un vino-. Katia miró a George guiñando su ojo derecho.

-Sí, mamá tiene razón-.

-Papá, paciencia, paciencia-.

La cena continuó entre risas, anécdotas de muchas cosas que a lo largo de los años habían vivido, la cena concluía con un postre de fresas, que los deleitaba a todos.

Saliendo del lugar se despedían entre sí, los abuelos fueron los primeros, querían descansar, era seguro que el siguiente día les esperaba una fiesta única e irrepetible, era la primera la segunda vez que festejaban de aquella forma, la primera fue cuando celebraron sus diez años de casados.

Keila se despedía de Horacio, Michael agradecía la noche estupenda que había pasado, tomando la mano de Keila se despedían.

Horacio y familia iban también rumbo a casa, quizás tomaría un café y a dormir plácidamente. Llegando a casa los chicos se despedían dando las buenas noches.

Horacio y Aida fueron directo a la cocina, un café no estaría mal, Aida preparaba las dos tazas humeantes de café, Horacio le dijo que se adelantaría la esperaba con el café.

-Tengo que hacer algo cariño, no tardes-.

Se dieron un tierno beso, mientras Horacio subía a prisa por las escaleras, Aida pensaba en como tomaría el plan del viaje.

El café estaba listo y su punto, subía con las dos tazas humeantes y al llegar las colocaba en la mesa de noche.

-Fue una noche maravillosa, aunque tengo una sorpresa para ti-.

Aida se quitaba sus zapatos que dejaba al costado de la alfombra, se soltaba el vestido para tomar una bata de seda cómoda que ahora la cubría. Horacio se desataba la corbata buscando su pijama azul ocre, la comodidad era alentadora después de un arduo día.

-Cielo, siéntate aquí cómodamente, te tengo una gran sorpresa-.

-Vaya cariño, siempre me sorprendes-.

Aida le hizo ademan que tomara lugar en el sofá ante lo cual Horacio se acercaba, ella le hizo ademan que cerrara sus ojos, sin ojos cerrados no habría sorpresa.

-Bien cariño ojos cerrados-.

Aida colocaba un sobre en sus manos, Horacio abría sus ojos, y miraba el sobre azul que había despertado totalmente su curiosidad.

-Ábrelo, te sorprenderás-.

Horacio abría el sobre, mientras miraba las fotos sorprendido, era de observarse que le había seducido cada detalle que ahora leía.

-Es magnífico-.

-Entonces… ¿Te gustó cariño? Aida esperó la respuesta.

-Déjame pensar…- Cerraba sus ojos por instantes, sonriendo.

-Sorprendido, me encanta la idea de irnos por varios días  solos, completamente solos-.

La tomaba en sus brazos mientras sus bocas se unían en besos tiernos y apasionados, las últimas noches habían estado algo distantes, no era para menos, trabajo que adelantar, una que otra reunión, sus horarios habían estado algo cruzados, pero, jamás dormir sin quedarse abrazados. Los besos subían aquella pasión que los unía, se despojaban de sus ropas para quedar piel con piel.

-Señora Kent, un baño en la tina de espumas seria seductor-

-Oh, leyó mi pensamiento señor Kent-.

Y abrazados iban hacia su sala de baño

-Sorpresa señora Kent, esta tibio, con espumas, sales de baño, aceites, todo lo que desee-.

-Es justo lo que necesito-.

Entraban en la comodidad del agua que estaba tibia, acariciadora para una noche de besos-.

Se entregaban dandose al deseo, sus corazones latían fuerte, el amor seguía vigente, sus almas unidas se hacían una sola.

Unas horas después ya bajo sabanas y abrazados hablaban de sus próximas vacaciones las cuales llegaban en un momento propicio.

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