Capítulo 2.

Eva.

– ¡No puedo creer que ya estés aquí!

Mis ojos se iluminan cuando abro la puerta de mi habitación en el cuarto piso y veo al hombre que está frente a mí.

–¡Cariño! – chillo y corro hacia él, me cuelgo encima de su cuerpo, rodeo su cintura con mis piernas y lo abrazo por el cuello.

–Hola Eva, te eché mucho de menos – susurra en mi oído al tiempo en que sus manos grandes y ásperas se aferran a mi cintura.

–¿Cuándo volviste? ¿Por qué no me avisaste?

–Quería darte una sorpresa – dice con su voz profunda mientras me deja sobre suelo firme nuevamente.

–Es la mejor sorpresa del mundo – vuelvo a abrazarlo.

Me siento como volando en una nube, ¡Dios! Lo extrañé demasiado.

–Eva – él susurra mi nombre y yo siento que me derrito por dentro.

Levanta mi rostro, pone sus manos a cada lado de mis mejillas, yo me pongo en puntitas para alcanzar su boca y entonces dejo que me bese, su lengua se cuela dentro de mi boca, sus dientes muerden sutilmente mis labios y sus manos me recorren de norte a sur, su contacto hace que me encienda de inmediato.

Estoy mojada, no he tenido relaciones en mucho tiempo y una tiene sus necesidades. Me pego más a él y comienzo a quitarle la ropa que tiene puesta, suelto un gruñido y jadeo cuando su mano toca mi culo y lo aprieta.

–Eva, espera – me detiene.

No dejo de besarlo, lo necesito y lo quiero dentro de mi en este preciso momento.

Aaron se fue hace tres meses para su misión en Bélgica, pero la verdad es que no hemos tenido sexo hace casi cuatro meses y no lo soporto más, mi libido me pide acción.

–Eva, ¡Detente! – me aleja de golpe y yo siento como si me hubiera caído un balde de agua fría encima.

–¿Qué pasa? – cuestiono con frustración.

–Acabo de llegar, estoy un poco cansado, solo quiero que nos acostemos en la cama y que pasemos un rato juntos.

Frunzo el ceño – ¿Estás hablando en serio?

–Si, ¡Joder! No se va a acabar el mundo, acabo de regresar y solo quiero pasar un rato contigo, pero vienes y te comportas como una m*****a ninfómana – suelta con rabia.

–Lo siento – me llevo un mechón de cabello tras la oreja – ha pasado demasiado tiempo y te extraño - digo, aunque no me gusta la forma en que me acaba de hablar, debo entenderlo, tal vez solo está cansado, quizá quiere descansar, él me ha entendido muchas veces antes, supongo que es hora de hacer lo mismo por él.

–Yo también te extraño, pero compórtate un poco – Aaron se tira en la cama y me hace espacio para que me acomode a su lado.

Obedezco, no quiero sonar fastidiosa y quejumbrosa, además que sus palabras me han bajado toda la calentura, ahora lo único que quisiera es darle un puño por haberme llamado “m*****a ninfómana”.

–¿Te pasa algo? – cruzo los brazos sobre mi pecho.

–Estoy algo fastidiado – se pasa la mano por el cabello – mañana regresa Eros Campbell al batallón.

–¿Y qué pasa? Tu eres el mayor, él es solo el coronel, estás por encima de él, no entiendo cual es el problema.

–El problema es que tenemos historia, y creo que debo advertirte antes de que llegue.

–¿A qué te refieres con historia?

–Eros y yo tuvimos problemas en el pasado, es probable que vaya a querer desquitarse contigo ya que no puede hacerlo conmigo, así que necesito que me mantengas informado de todo.

–¿Qué problemas tuvieron?

–Confórmate con saber que no somos amigos – espeta con seriedad, no va a contarme de qué está hablando, y me jode que no confíe en mí como para decirme la verdad – ¿Vas a mantenerme informado de todo? – pregunta agarrándome de la barbilla.

–Si. 

–Buena chica – me da un pico en los labios.

–¿Eso es todo lo que te molesta? – no puedo dejar de sentir que algo anda mal, no me refiero solo a su misterio con Eros sino a nuestra relación.

–Si, solo eso – suspira – Eros Campbell va a ser como una picazón en el culo.

Ha amanecido y en unos minutos se llevará a cabo la reunión de posesión de Eros Campbell como nuevo coronel, todos están ansiosos, hemos escuchado muchas historias sobre él, creo que podemos hacernos una idea de lo que nos espera de ahora en adelante bajo su mando.

——————

–¿Qué Aaron no quiso qué? – escupe Gigi, una de mis amigas más cercanas –¿Qué clase de hombre no quiere follar con su novia después de tres meses sin verla?

–Cuatro – susurro mientras ambas tomamos nuestro puesto en las filas de orden.

–¿Cuatro? – abre los ojos como platos

–¡Shh! Baja la voz – la regaño.

–Yo en tu posición me replantearía toda esa relación, ¿Acaso no sabías que el sexo es muy importante en una pareja? Mucho más cuando vas a casarte – suspira – el matrimonio es un contrato, Eva, tiene ciertas cláusulas que son negociables, como los hijos y el lugar donde vivir, pero hay otras que no se pueden negociar…

–¿Cómo el sexo? – la corto.

–¡Obviamente! El sexo, la fidelidad, el respeto. Son cosas que no se pueden perder.

Me quedo en silencio porque Aaron camina en frente a nosotros con el uniforme de gala, todos hacemos el saludo militar y nos mantenemos en la posición por algunos segundos. Enseguida sale el ministro de la FAEA, Alan Campbell, el hombre más misterioso, amargado y rígido que puede existir en el mundo, tiene puesto su uniforme militar y se ve tal cual a como lo recordaba, intimidante, grande, como si él absorbiera todo el espacio del lugar, «creo que ya sé de quien heredó Eros su carácter» Detrás de ellos camina Zoé y por último Eros.

Se me seca la boca en cuanto lo veo, Zoé tenía razón, es diferente al Eros que conocí hace dos años, ahora parece más maduro y amargado.  Los tres se ponen en fila frente a nosotros.

–¡Madre mía! Tienes que estarme jodiendo, ese hombre está como para chuparse los dedos.

Desde donde estoy tengo una vista perfecta de Eros, es alto, más de lo que recordaba, también mucho más musculoso, el uniforme le queda ligeramente ajustado y delata todo el entrenamiento militar, su rostro es imperturbable, pero perfecto, sus ojos azules grandes y un poco rasgados, su piel bronceada a causa del sol y el color de su cabello, rubio igual que el de Zoé. Definitivamente Eros Campbell es el tipo de cualquier mujer con ojos.

–Te llevaré a casa con mamá – le dice, a pesar de que él no puede escucharla.

–Olvídate de él – reclamo.

–¿Por qué? ¿Tú ya lo pediste para ti?

–No Gigi, pero no podemos meternos con Eros, en primer lugar, porque es un a**o, en segundo lugar, porque es el hermano de Zoé, y ya sabes cómo es de celosa y posesiva.

–Zoé es una niñita caprichosa amargada con la vida – bufa – ya es hora de que se dé cuenta de que su hermano es todo un hombre ¡Y qué hombre!

–Igual no deberías fijarte en él.

–¿Dame una razón…?

–Porque no – no se me ocurre nada más que decir.

–Yo creo que quieres acaparar toda la atención del nuevo – murmura.

–No. Tengo prometido.

–Si, uno que no te folla como te lo mereces.

–Solo es un bache en el camino – espero que sea solo eso, Aaron es el hombre perfecto y no quisiera perderlo nada más por el sexo.

Algunos de los altos mandos de la FAEA dan algunas palabras, se le hace entrega a Eros de un par de medallas que conmemoran su trabajo y ratifican su nuevo cargo como coronel de la central de Australia. El hombre parece un pavo real, se ve altivo y con demasiada confianza en sí mismo, le llega su turno de hablar y entonces siento que me tiemblan las rodillas al escuchar su voz.

–Como ya lo mencionó el mayor Sotavento, a partir de hoy seré su coronel, no exigiré nada menos que experticia y perfección, somos la elite y debemos comportarnos como tal, sobre todo con un enemigo tan grande a nuestras espaldas – él camina alrededor de todos nosotros mientras su voz ronca y oscura inunda el lugar – nos encontramos en un momento en el que no hay cabida para los errores – sigue paseándose.

–¡Pts.! – me llama Gigi.

–¿Qué demonios quieres? – gesticulo.

–¿No has probado con el viagra?

–¿Qué? ¿Viagra para qué? 

–Para Aaron, quizá con eso se le pare y puedan tener…

–No es un problema de disfunción eréctil, Gigi, es un problema de ganas.

Siento que un cuerpo alto y grande se posa detrás de mí, no me muevo, me quedo como una piedra donde estoy, ¡por favor que no sea él! ¡Por favor que no sea él! – ruego para mis adentros.

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