Él chico del autobús
Él chico del autobús
Por: Elisama Guevara
Capítulo 1: "Otro día"

La alarma no ha parado de sonar, pero soy tan perezosa que mi cuerpo no me permite levantarme para apagarla, al final cuando logró extender un brazo me doy cuenta de que son más de las siete de la mañana y que voy a llegar tarde una vez más, como siempre.

Rápidamente corro al baño, me doy una ducha de dos segundos, cepillos mis dientes, me pongo mi falda color mostaza, mi camiseta blanca y un abrigo color piel encima, porque el clima por acá en esta estación del año es muy frío. Después de mirar mi actuando y ponerme un poco de maquillaje para no parecer una loca(que es lo que soy) salgo corriendo para la parada del autobús, un día más sin café para no llegar tarde.

No es necesario acercarme para verlo a él  entre las personas que viene y van, su pelo negro como el carbón resalta entes todos o talvez es porque ya lo conozco la perfección, sus ojos color azabache están fijo en la pantalla de su móvil, trae su traje color azul como cada día, la maleta que lleva en su mano hoy parece más pesada porque se la ha cambiado de mano dos veces en lo que llevo a su lado y su cara hoy no lleva la sonrisa de cada mañana, hoy no me ha mirado, ni siquiera ha notado mi presencia(no es que sea muy importante) solo mira la pantalla de su móvil con una cara de preocupación tremenda.

Llevo veinte minutos esperando el autobús que se a retrasado y hoy más que nunca necesito que llegue pronto porque algo dentro de mi pide a gritos pregúntale que le sucede, porque trae esa cara, que le a pasada para borrar su sonrisa angelical. Cuando estoy a punto de tocar su hombro el bus se detiene frente a nosotros, primero sube él y luego le sigo yo, él se sienta en uno de los asientos azules que ahí serca de la primera puerta mientras yo sigo para el final donde no suben muchas personas y conservo mi olor a perfume y mi maquillaje intacto pero desde donde puedo ver su rostro que sigue con la misma preocupación de antes.

Sus pies se apoyan en el suelo muy seguros, sus ojos bajan desde su móvil hasta sus pantalones para extirarlos un poco antes de bajar del autobús, ya estamos frente a su empresa, según mis fuentes es el secretario de el dueño de la compañía. Hasta aquí nuestro recorrido junto como cada día.

Ahora me toca a mí, acomodando un poco mi falda comienzo a bajar las escaleras del bus para entrar al gran edificio de los Benson, mi lugar de trabajo hace dos años, desde que termine mis estudios trabajo como la secretaria de la Señorita Perla la dueña del lugar, una mujer con un gran carácter pero de muy buen corazón y sobre todo mi mejor amiga.

—Buenos días Ruby— saludo a la muchacha de la recepción antes de montarme en el elevador que me llevará hasta mi planta de trabajo.

—Buenos días Emerald— responde sin levantar la mirada de su ordenador— La Señorita Perla ya a subido, le a dejado dicho que le suba un café de los que le gusta.

—Gracias Ruby.

—De nada.

Sin pensarlo dos veces doy la vuelta y cruzo la calle para entrar a la cafetería que tenemos en frente que a esta hora está llena de personas, pero gracias a dios conozco al chico que da los pedidos.

—Buenas Owen— saludo al chico de pelo castaño y ojos verdes que con su delantal atiende a todo los que esperan en la larga fila que está a mi lado.

—¿Lo de siempre?— pregunta él chico sin dejar de lado la fila.

—Sí.

—Pues aquí tienes— extiende su mano rápidamente con los dos vasos llenos de líquido caliente.

—Gracias cariño, eres el mejor— tiro un beso al aire y salgo del establecimiento para al fin subir a la oficina.

Después de esperar más de cinco minutos frente al elevador logró subir y presionar el número veintidós para llegar hasta mi puesto de trabajo. Cuando las puertas se abren me encuentro con la gran sonrisa de mi mejor amiga y mi jefa detrás del vidrio que cierra su oficina.

—Llegas tarde Emerald— bromea mirando el reloj de pulsera que tiene en su mano derecha— Voy a hacer un descuento de dos meses.

—Aush— digo dramáticamente llevando una mano a mi pecho— Tendré que beber este delicioso café yo sola.

—No señorita, nada de eso. Si se toma ese café serán dos años.

—Pues tomé y problema arreglado— extiendo mi mano con el vaso y me siento en el gran sofá que tiene al lado de su escritorio.

—¿Lo viste hoy?— pregunta refiriéndose al chico del autobús.

—Sí, como todos los días— digo sin más.

—¿Y hoy le dijiste que te gusta?— cuestionó ella con su mirada inquisitiva clavada en mis ojos.

—No y nunca haré eso— niego rotundamente y ella mueve la cabeza hacía los lados— Lo que lo vi preocupado.

—¿Se habrá dejado con su novia?

—No tiene novia, lo sabemos.

—¿Tendrá problemas en el trabajo?

—Ya Scott me hubiera contado.

—Bueno Emerald pregúntale.

—Estaba a punto de eso cuando llego el bus— digo encojiendome de hombro y dando un trago de café que pasa por mi garganta y calienta mi cuerpo.

—Estas mal amiga, necesitas decirle lo que sientes a mi cuñado.

—No le digas más así, el tiene su nombre, no es nada tuyo— desde que le conté mi obsesión por este chico hace nueve años me ha fastidiado con eso.

— Perdón amiga— sonríe dando un sorbo de su café— Ahora me voy que tengo una reunión con la empresa de cosméticos de mi cuñado.

—¿El vendrá?— preguntó con la esperanza de verlos.

—No, el solo es uno más del montón, es una reunión para personas importantes en la empresa— contesta saliendo de la oficina y dirigiéndose a la sala de juntas.

— ¿Emerald?— grita a la mitad del pasillo.

—¿Si?

—Tráeme las carpetas que te mande a organizar la semana pasada, no tardes.

—Ya estoy allá.

De inmediato comienzo a sacar las carpetas que me dio con el logotipo de la empresa dibujado y organizo algunos papeles que me quedaron de aquel día para luego dirigirme a la sala de juntas donde me están esperando.

—Buenos días— saludo a todos los presentes, pero mis ojos se quedan clavados en un par de ojos color azabache que me miran fijamente, que no esperaba encontrarme aquí.

¿Dios mío por que me haces esta cosas? Tú quieres que yo me muera virgen.

Jamás su mirada me había mirado tan intimidante, tan fija y tan sexy. Sus ojos son como un vacío, no refleja ningún tiempo de emoción pero te obligan a bajar las bragas hasta tus rodillas.

—Emerald, puedes repartir las carpetas— pide Perla sacandome del estado de show en que he caído.

—Sí jefa— comienzo a caminar entre todas las sillas que tiene la mesa a su alrededor y entrego las carpetas a cada una de las personas que estás en la mesa.

Al llegar a su lado mi corazón palpita rápidamente y mis ojos examinan todos su rostro, ya no tiene la misma cara de preocupación de esta mañana, ahora trae esa sonrisa encantadora dejando marcado esos hoyuelos a cada lado de su rostro que derrite a toda la que pase por su lado.

—Ya puedes marcharte— ordena Perla al verme terminar y siento como mi corazón se parte dejando un pedazo dentro de esta sala.

Ella sabe lo mucho que me gusta el chico, pero se que no me puedo quedar dentro de la reunión. Solo soy la secretaria de la directora.

X'

Ya han pasado dos horas desde que comenzó la reunión, me da tristeza no poder estar allí entre ellos para ver a mi galán un rato más.

—Emerald, te estoy hablando— me regaña Perla que está parada frente a mi escritorio con el chico de pelo negro a su lado— Axel te está buscando— me informa haciéndome un guiño de ojo para luego dejarme a solas con él.

En todo lo que llevo enamorada de este chico jamás he escuchado su voz por más de un minuto, mi corazón se me quiere salir del pecho, mis manos me sudan y mi boca no es capaz de emitir una palabra o un sonido, no me imagino que pueda querer conmigo, pero soy feliz de escuchar su voz y compartir su aire por cinco segundos. Está tan cerca y luce tan alto e intimidante con esa postura seria que siempre lleva consigo.

—Emerald, ¿estás bien?— pregunta él con su voz ronca, sexy, varonil, en fin perfecta.

—Sí... Claro— miento y lo invito a sentar, pero se niega— Bueno, ¿para qué me buscabas?

Intento recuperar mi compostura respirando mil veces, no quiero que note mis nervios y tampoco que piense que soy una loca, aunque si estoy loca por él y me gustaría decírselo, pero mi valentía no da para eso.

—Ayer escuché que están vendiendo un apartamento en tu edificio— sus ojos me miran fijamente y causan mariposa en mi estómago— Podrías pasarme el número del dueño del edificio.

—Si como no— enciendo el móvil, pero él rápidamente me corta.

—Apunta mi número y pásamelo, estoy algo apurado.

¿Me dará su número?

Dios que me voy a morir.

—Ok yo te lo paso— digo después de guardar el número escuchando cada dígito salir de esos labios sexy que ahora están montándose en el elevador junto a ese papacito hermoso que los lleva consigo todo el tiempo.

—Eh, eh— me llama Perla desde su oficina— Venga acá querida.

—Dígame— respondo haciéndome la que no sé qué quiere, cuando es obvio.

—¿Qué quería?— pregunta curiosa, algo característico en su persona— ¿Te invito a salir?

Suspiro soltando el aire que tengo comprimido desde hace un rato—  Ojalá, pero solo quería el número del dueño de mi edificio.

—¿Y se lo has dado?

—No, me ha pasado su número para que se lo mande en un mensaje.

—¿Te ha pasado su número?— pregunta sorprendida.

—Sí— asiento, no entiendo que puedo hacer con su número de teléfono.

—¿Has pensado en que puedes invitarlo a salir?

Me echo a reír y la miro seria, pero no retrata su pregunta así que me la tomo serio y niego rápidamente alejándome de su puerta.

—Jamás haría eso, no soy tan loca— contestó al sentarme en mi silla nuevamente— Ya sería mucho.

—No es que...

Le cortó antes de que diga cualquiera bobada y coloco mis lentes sobre mi nariz para seguir trabajando en el portátil.

—Emerlad piénsalo— insiste nuevamente— No estaría mal.

—Tengo trabajo que hacer, otro día hablamos el tema.

—Sabes que.

La interrumpo sacándole el dedo corazón—Tengo que trabajar, por favor.

—Ok.

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