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Leticia se juró a sí misma esa noche, que nunca más se montaría con el motorista diabólico que la había llevado. Pensó que moriría en más de una vez cada vez que agarraba una curva y tenía que aguantarse de la fuerte cintura del lobo para no terminar revolcada en el asfalto. Su corazón estaba casi en su boca. Mirando como Rayan encabeza el grupo en su Bestia que iba incluso más rápido, parecía más seguro que con ese tipo que cogía las curvas, tan inclinado que los costados de su pantalón se habían ensuciado con la calle.

En cuanto se detuvo la manada cerca de un almacén abandonado en las afueras de la ciudad se bajó lo más rápido que pudo y puso distancia de ese tipo casi tropezando con un lobo detrás de ella y cayendo sentada sobre su lomo. Una risa se escuchó conjunta.

-¿Qué pasó novata? ¿La experiencia fue muy traumática? Y eso que manejé suave- Gavel se quitó el casco sacudiendo la cabeza haciendo que el negro cabello se ondeara sobre sus hombros. Bajo la luz de la luna de esa noche parecía que brillaba y suave.

Por su parte Leticia ni siquiera tuvo ganas de admirarlo, su corazón latía desbocado y había escondido sus manos dentro de su abrigo para que notaran que temblaban. Aun así le sonrió de forma tranquila como si estuviera en perfectas condiciones, levantándose del lomo del lobo que no pareció molesto con tener contacto con su trasero.

-Para nada, fue un buen viaje, aunque tengo que reconocer que he visto a otros que manejan mejor que tú- le respondió en defensa y una máscara falsa en su rostro.

-Oh, la novata tiene agallas, responderle a Gavel. Sí que tiene ganas morir hoy- uno de los alfas del grupo le chifló. Gavel era lo que venía siendo la mano derecha de su líder. Si se metían con él, garantizado que esa noche eras carne molida para la cena.

-Partida de imbéciles, cállense- Rayan desmontó de la bestia y los miró sobre el hombro, sus ojos verdes habían cambiado a un tono dorado peligroso –Si nos descubren por alguno de sus estupideces fregaré el piso de la casa con su cara- los amenazó y todos pusieron su espalda rígida menos Leticia.

Esa mirada no tenía el mismo efecto en ella y no sabía porque. Por alguna razón le recordaba a su padre y a ese hacía mucho había aprendido a ignorarlo. 

Por su parte el alfa se acercó a Leticia y se inclinó un poco para que su cara estuviera al mismo nivel. Otra vez con lo mismo. Todavía no entendía por qué la había traído con ellos. Solo sería un dolor en el trasero, estaba seguro de ello.

-Solo lo diré una vez. Estarás aquí para mirar. No quiero que te interpongas. Yo mando aquí, mis órdenes son la ley, entendiste. Si te pasa algo, no corro con las consecuencias. Eres bastante mayorcita- su voz era un susurro grave que vibraba

-Entendido- la falsa alfa alzó los hombros con desinterés. Era buena en luchar, por lo que no estaba preocupada con lo que se encontrara. Si había que defenderse no había problemas. Sabía golpear muy bien no era por gusto todo el dinero que se habían gastando en los entrenamientos de ella.

Rayan la miró por unos segundos y se dio media vuelta dejándola en el lugar y dio órdenes para que se dispersaran de forma organizada. Leticia vio como algunos rodeaban el almacén, los convertidos en lobos, con saltos estratégicos subían por los contenedores para entrar por las ventanas, con tanto sigilo que tuvo que reconocer que esta partida de locos y mal hablados sabía lo que hacía. Ella se quedó en el grupo de cinco que estaba con Rayan que entraría por una rotura en la pared a un costado.

El alfa líder se pegó a la pared y alzó un brazo con fuerza hacia atrás, rodeando su cuello con este y la jaló hacia abajo, pegándola contra la pared y algo más. Esta sintió como que el pecho del lobo detrás de ella era duro dado los músculos trabajados, pero su atención estaba en otra cosa como para prestarle mucha atención. 

Rayan hizo seña a los dos alfas que estaban detrás de ellos para que se pudieran del otro lado. Se asomaron levemente y pudieron ver al menos un grupo de 7 personas y dos autos negros bastantes viejos. De uno de ellos sacaban dos cajas cerradas hacia el otro, mientras uno de los hombres contaba un fajín de dinero bien cargado de billetes.

Y allí esperaron el momento justo cuando Rayan hizo chasquear sus dedos y algo salió volando tan rápido del techo que solo los que estaban atendiendo pudieron verlo. Una de las cajas se desfondó y todas las bolsas de droga cayeron al suelo, muchas de ellas rotas.

-¿Qué demonio?- el beta que contaba el dinero exclamó indignado.

-Tú- su contrapartida le gritó haciendo retumbar las paredes- Piensas estafarme-

-¿Por qué te estafaría? mi mercancía es de la mejor- comenzaron una marcada discusión que puso nerviosos a los demás presentes.

Rayan aprovechó la oportunidad y chifló. Del techo se tiraron los cuatro lobos que habían subido y varios desde atrás. Pronto, el nuevo grupo estuvo rodeado y con ellos encima inmovilizando su cuerpos. Rayan desde afuera preparó una pistola que tenía guardada en su cinturón a su espalda y el resto lo hicieron. Leticia no dijo nada, pero previó lo que pasaría. Ellos no habían sido los únicos traficantes que habían venido.

Y como si sus pensamientos fueran leídos, al menos diez betas más aparecieron sacando sus armas para disparar a los agresores. Rayan hizo otro tipo de chiflido y los de su grupo que estaban en las ventanas se movieron con agilidad haciéndole frente. Él mismo entró corriendo dejando claro a Leticia que no se moviera y se encargó de dos de los betas quitándoles el arma después de dispararles a las manos y dándoles una patada en el estómago, derribándolos.

Leticia se quedó admirándolo por unos segundos. Todo el cuerpo de ese tipo, la forma de moverse, de golpear, la fuerza que proyectaba, todo indicaba alfa en el completo sentido de la palabra y eso que ni siquiera le hizo falta transformarse como algunos del grupo que desgarraban con sus colmillos cuanta piel hubiera delante de ellos. 

Se llevó la mano al pecho. Él sería el tipo de alfa que muchas y muchos omegas quisieran tener a su lado. Más no ella, al menos por el momento, tenía otros objetivos en su vida más importante. Solo cuando sintió que todo se había tranquilizado salió de su escondite y caminó lentamente. Rayan estaba parado con las manos en la cintura dándole la espalda. Delante de él su pandilla había logrado atrapar a todos y los tenían arrodillados mientras le amarraban las manos en la espalda.

La chica se acercó a ellos. Ellos se hacían llamar pandilla pero esa era solo una fachada, su trabajo real era la de limpiar lo que a policía dejaba de lado por falta de tiempo o de personal. Normalmente estas pandillas estaban afiliadas al gobierno mediante una agencia privada, de la que no se sabía cuál era el jefe o los contactos. Muchos no sabían de donde salían pero de que su trabajo funcionaba era así. El grupo de Rayan era prueba viviente de ello. Además no trabajaban gratis. Tenían un suelo envidiable solo por tener acción algunas horas en la noche y solo debían responder a una persona. Nada mal.

Leticia se había visto tentada desde que comenzó a leer el documento. Aburrida de su vida de estudiante ejemplar, sin poder mostrar sus capacidades aprendidas aunque todo músculo en su cuerpo fuera historia, tenía que buscar una forma de romper esa rutina y esta había sido una oportunidad de oro. Con el dinero podría de una vez independizarse de su padre y tal vez poder regresar a lo que originalmente es, un omega. Que decía, todo aquello era para ocultar lo que realmente ella planeaba pero intentaba no pensar mucho en ello.

Casi llegando hacia donde estaba Rayan sus intentos omegas se pusieron alertas, estos siempre reaccionaban cada vez que había peligro. Se giró y miró hacia los lados y un destello entre las sombras captó su atención. Solo le dio tiempo a empujar la espalda de Rayan antes de sentir un fuerte dolor tras un sonido ensordecedor.

Rayan se dio vuelta al verse empujado y escuchar un sonido de disparo. El cuerpo de Leticia caía en dirección al suelo y un olor a sangre salía de ella inundando la estancia. El lobo, gruñendo, rodeó rápidamente su cintura con el brazo y apuntó con su arma a ciegas al lugar de donde provino el disparo y apretó el gatillo. Gritó después y tres alfas con las manos libres fueron a ese lugar para ver qué había ocurrido.

El alfa miró hacia abajo a la chica contra él.

-Te dije que no te movieras del ahí. Te lo advertí, no me responsabilizaría si te pasaba algo- le gritó a ella también arrodillándose con el peso de la menor. A pesar de sus agresivas palabras está preocupado, normalmente intentaba que nadie de su grupo saliera herido y esta vez, solo por haber llevado a la chica en un arranque, esta había sido baleado en su lugar.

-Le hablas así a la persona que te acaba de salvar la vida- Leticia agarró la ropa de Rayan con el puño y la utilizó de palanca para incorporarse a pesar de las punzadas de dolor- Además, solo fue un rasguño- señaló el lugar herido y era de su brazo, aun así salía bastante sangre- Y bien, me debes tu vida, que crees si a cambio nos saltamos el ritual de iniciación y me dejas entrar. Estoy segura que no te gusta deberla a nadie- Leticia intentó sonreír pero ese tal rasguño dolía como el infierno. Aun así manipuló la situación a su conveniencia. Era buena en eso.

-Túúú- Rayan se quedó, por primera vez en su vida sin palabras.

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