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Salió corriendo por donde había cogido el grupo guiada por rastro nauseabundo hasta que los divisó debajo del puente. Se habían movido rápido y habían rodeado al chico.  Y ya lo habían golpeado en la cabeza provocándole una buena contusión. Leticia se retiró los cascos y los colgó en el cuello mientras bajaba las escaleras de dos en dos en dirección a ellos.

-Oye- les gritó para llamar su atención- No creen que son muchos para tratar con un simple beta- se paró detrás de ellos con una posición despreocupada con las manos en los bolsillos- Eso es de cobardes-

Aquellos tipos se giraron. Entre ellos había uno que olía a alfa, ese debía ser el líder, un hombre de gran tamaño pero con aspecto desaliñado y consumido por la droga. Su olor era tan nauseabundo que Leticia arrugó la nariz otra vez.

-¿Qué tenemos aquí?- el alfa se apartó de su anterior víctima ya en el suelo, y se acercó a la recién llegado -¿Una loba alfa? Wao, esto es novedad- se detuvo un momento, incrédulo.

Leticia sabía que reaccionaría así. Su estatura al menos era aceptable con 1.74cm, pero aunque la ropa ayudaba aún se veía delgada y su rostro no era precisamente muy duro para, a pesar de estar por algunos años consumiendo hormonas alfas. Más bien, podía presumir de un rostro bastante femenino típico de las lobas omegas donde tanto sus labios eran bastante rojos naturalmente y sus pestañas bien largas.

-Sí, algún problema- se rascó el oído tranquilamente- Una alfa, acaso no has visto una antes-

Una carcajada salió del lobo.

-Alfa y una b****a, te haré acompañar al imbécil de allá- y sin decir más se abalanzó contra Leticia con el puño levantado.

La joven solo esperó hasta que el ataque fuera preciso y lo esquivó agachándose un poco y enterrando su propio puño en el abdomen del alfa aplicando una fuerza considerable dado la diferencia de masa muscular. Este soltó un sonoro jadeo y cayó al piso sin moverse. Completamente noqueado. Leticia se incorporó mirándolo un momento, ella podía parecer débil, más no lo era. Tenía muchos años de entrenamiento para ser letal cuando quisiese. Una vez cerciorándose que el lobo no se iba a levantar desvió su atención  a los compañeros que se habían quedado incrédulos con lo que había pasado en solo unos segundos.

-¿Quién es el próximo?- les dijo con una falsa sonrisa, pero ellos en vez de defender a su jefe solo salieron corriendo.

Leticia pestañeó impresionada. Wao, eso era nuevo, normalmente los lobos andaban en manadas y no abandonaban a los suyos. Aunque un minuto después uno de ellos volvió y cargando torpemente al alfa en el suelo se lo llevó. Bueno, aún no perdía la fe en las manadas.

Leticia solo dejó caer los hombros. Si eran tan cobardes no deberían intimidar a los demás. Se tocó la mano con que lo había golpeado analizando la superficie de tela. A pesar de ser fuerte y ágil su piel seguía siendo la de un omega por lo que se rompía con mucha facilidad por lo que había tenido que buscar otros métodos. Uno de ellos era utilizar unos guantes que había adaptado con piezas de metal en los nudillos por debajo de la tela para que no fueran visibles. No muy elegante pero si muy práctico. Lo único que le molestaba que incluso en calor los tuviera que llevar no fuera que se encontrara con algún problema… como el reciente.

Se acercó al chico que estaba en el suelo y encontró que se había desmayado ¿Y ahora que hacía? Palpó cerca de la zona de la herida, no era profundo pero si grande. Después tocó su cuello y todavía tenía pulso. Debía llamar a una ambulancia para que se encargara de él. No podía hacer más nada.

Se disponía a sacar su teléfono para llamar a una ambulancia cuando a sus oídos llegó el sonido de al menos diez individuos se acercaban. Leticia tuvo la intención de irse para evitar problemas pero en menos de un minuto la estaban rodeando. Se movían rápido los animales. Y esta vez no había solo un alfa. Había diez. Leticia tragó en seco, no era normal encontrar tantos con ese gen juntos, después de todo solo un 20 por ciento de los lobos los poseían, así que solo podía llegar a la conclusión de que la cosa se estaba poniendo fea. 

Era buena en pelear pero era realista, que podía hacer contra ese número. Ni siquiera si hubiera sido una loba alfa real pudiera contra ellos. Y todo empeoró cuando se percató que miraban el chico inconsciente a su lado. Sus ceños se fruncieron y gruñeron en advertencia.

Si no fuera porque había logrado controlar esa parte de su cuerpo sus rodillas hubieran cedido ante el miedo a una raza superior. Otra parte de su duro entrenamiento había consistido en volverse fuerte y no sucumbir a la sumisión y el miedo. Levantó las manos dejando el celular en su bolsillo y haciendo lo más lógico en una situación así…

-Yo no he hecho nada- dijo de la forma más calmada posible.

Uno de ellos la miró con sus ojos totalmente dorados y mostrando sus colmillos notablemente molesto.

-Eso se lo dices al jefe le gruñó- No creo que Rayan esté muy contento-

***

Rayan tomó el cigarro y lo mantuvo contra el ojo de Leticia sin moverlo y frunció el ceño. A pesar de que aquella chica olía asquerosamente a alfa había algo más, una esencia muy leve y dulce que él podía sentir gracias a sus instintos que había estrenado para desarrollarlos aún más. Sus alarmas internas se encendieron por solo un segundo para después desaparecer. Estiró la mano y la agarró del cuello de su blusa y la atrajo hacia él con fuerza. Sus rostros quedaron a solo unos centímetros de distancia pero ambos podían sentir la respiración de ambos contra su piel.

-¿Qué eres?- le murmuró con los dientes apretados y sus ojos verdes comenzando a cambiar.

-Alfa- Leticia le respondió manteniendo la compostura pero por dentro estaba temblando hasta donde no podía. Había que ser realista, el tipo intimidaba hasta por el último poro.

Rayan apretó los dientes y miró el cigarro entre sus dedos y sonrió. Una idea le pasó por su cabeza para hacerla confesar.

-Los cinco segundos han pasado y no has hablado- acercó la llama nuevamente a sus ojos -Solo dolerá mucho-

Leticia esperó uno de los peores dolores de su vida cuando…no pasó nada. Más bien, escuchó que uno de los chicos gritó alarmando a todos.

-Jefe espere- uno de los pocos betas que estaba allí separó el celular de su oreja y sus ojos estaban casi salidos de su órbita –La chica decía la verdad- su voz era vacilante -Maxi acaba de despertar en el hospital y llamó. Los que lo atacaron fueron unos ladrones después que lo descubrieran espiándolos-

Los presentes se quedaron tiesos y se miraron entre ellos.

-Ese estúpido- dijo Rayan parándose decepcionado tirando el cigarro al piso y apagándolo con la suela de su zapato –Le he dicho miles de veces que no actúe solo. Cuando regrese yo mismo me encargaré de darle un escarmiento- se volvió a sentar con su cuerpo imponente sobre el sofá y Leticia volvió a respirar- Tienes suerte cachorra, un segundo más y tu ojo sería historia- le sonrió de lado 

-Ustedes fueron los que no creían lo que decía- Leticia se acomodó como pudo sobre sus talones sintiendo una fuerte pulsada en sus muslos y espalda por la posición –Y bien como me recompensarán por esto y por salvar a su amigo- soltó de buenas a primeras. No era su culpa, estaba acostumbrada a tener agallas. La adrenalina, si, esa era la culpable

Un gruñido colectivo se oyó y Rayan solo alzó la ceja.

-Agradece que no hagamos otra cosa contigo chiquilla, serás una loba alfa como muchos de aquí pero podría acabarte con las manos atadas-

Leticia no cedió y mantuvo los hombros rectos.

-Tienes razón, pero ustedes no pueden ir por ahí agarrando a la gente y haciendo como les viene en gana. Pueden ir presos ¿sabías?- si tenía un defecto era su gran boca, había momentos que ella mismo deseaba patearse.

Un silencio se hizo y después el alfa soltó una sonora carcajada que hizo que Leticia se sobresaltara.

-Podemos y queremos, cariño. Todo se resume a contactos e influencias- fue lo único que le dijo antes de cambiar de tema –¿Cuál es tu nombre?-

-¿Por qué te lo diría?- Leticia subió sus hombros. 

Pudo jurar que un puño o dos traquearon a su espalda amenazadoramente por la forma en que le estaba hablando al gran jefe. A ella no le importó. El tipo estaba ahora a unos metros de distancia así que no parecía tan… grande.

-Puedo hacerte hablar rápidamente- le recordó Rayan

-Varios intentos de golpes con un látigo, un arañazo en mi cara, amenaza de quemarme y no abrí la boca, si claro. Sé más creativo-

Rayan pestañeó lentamente.

-Eres… interesante- la elogió- Llévensela- su expresión se tornó fría de pronto.

-Jefe- uno de los alfas que la mantenía en su lugar vaciló pero supo que la conversación había terminado. Rayan lo fulminó con la mirada.

Minutos después habían dejado a Leticia en alguna calle con los ojos vendados y con una amenaza que se desapareciera y olvidara todo. Como si hubieran estado jugando a las casitas.

Dentro del edificio Rayan echó la cabeza hacia atrás en el respaldo del sofá mientras los demás chicos comenzaban a prepararse para las tareas de la noche.

Se sobó la barbilla sumido en su pensamiento. Aquella chica había sido impresionante y le había llamado mucho la atención. Sobre todo su característica boca, la forma en que le hablaba y… su olor. Ella olía como cualquier alfa, un olor fuerte, penetrante y dominante, pero por alguna razón, no le pegaba. Ella se veía demasiado femenina para una loba alfa que normalmente eran más rudas y altas. 

Así que se enderezó y mandó un mensaje en su celular al primer contacto de su lista, con las simples palabras «Necesito hablar contigo esta noche». Luego levantó la cabeza y miró a los chicos delante de él.

-Quiero información sobre esa chica- y no h**o nada más que decir.

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