CAPÍTULO 5

—Está bien. Pero solo lo hago por ella. Quería pasar unos días contigo y ya sabes que no me gusta cómo se pone.

—¿Necesitas unos días libres?

—¡Maldición Adrick! ¿La he traído y me atacas?

—Sí, estoy seguro de que la traes sin ningún interés

—La traigo porque ella ha querido venir a verte. Pero la verdad aprovecharé para viajar unos días —Adrick Mykolaiv puso los ojos en blanco.

— Después de tanto tiempo rogándote para que me dejaras ver a mi hija apareces así, de la nada, diciéndome que la traes porque no soportas verla triste; por supuesto que necesitas que la cuide mientras tú te das una escapada.

—Por qué la he traído, no debería importarte Adrick. La he traído y ya está —el teléfono de Carlotta sonó, ella vio la pantalla, pero ignoró la llamada— Está abajo, yo debo irme ya.

Carlotta salió de la habitación con la mirada hundida en la pantalla de su móvil.

—Rápido. Ayúdeme a cambiarme —ordenó el señor Mykolaiv a Katsumi. Ella se apresuró hacia la cómoda —No. Ahí no, en el armario; traiga una camisa y unos vaqueros.

Después de ayudar a su jefe a cambiarse de ropa, Katsumi empujó la silla de ruedas y en cuanto se asomaron en el salón, una niña corrió a los brazos del señor Mykolaiv.

—¡Papachka! —gritó la pequeña con emoción. Abrazó al señor Mykolaiv y le dio un beso en la mejilla.

Era difícil para Katsumi calcular la edad de la niña, no tenía idea de cuál era la estatura promedio que debía tener un infante según su edad. Para ella, no era común interactuar con niños y no era solo que no había tenido oportunidad de hacerlo, lo evadía; no le agradaban los niños. Le horrorizaba la posibilidad de embarazarse y siempre lo había evitado a toda costa, muy a pesar de los ruegos de Yoshi, que cada que veía a un bebé la miraba con súplica en los ojos. Ella lo ignoraba.

—¡Mi Catherinushka! —Respondió Adrick Mykolaaiv a la muestra de afecto de su hija. Su voz era irreconocible para Katsumi, no había rastro de burla, sarcasmo o arrogancia. No había vestigio del Adrick Mykolaiv que ella había tenido la oportunidad de conocer hasta ese momento.

La hija del señor Mykolaiv no tardó en reparar en Katsumi

—Buenas tardes señorita. Me encanta su falda —Mykolaiv soltó una risotada

—¡Claro que te gusta! La ha comprado en el departamento de ropa para niñas —Katsumi sonrió.

—Gracias, pequeña

—Me llamo Anya y tú ¿cómo te llamas? ¿Eres una de las novias de mi padre? —A katsumi le dio un ataque de tos

—¡Anya! ¿Qué cosas dices? —En vez de un regaño la expresión de Adrick Mykolaiv era juguetona —Ella es Katsumi y no, lamentablemente no es mi novia, es mi enfermera, ella me ayudará a recuperarme.

‹‹Lamentablemente no es mi novia›› Esas palabras hicieron que Katsumi se sonrojara. Le pareció que su corazón dio un salto para intentar escaparse por su garganta. Katsumi sabía que la emoción que estas palabras despertaron en ella era incorrecta. Pensó en Yoshi y se sintió avergonzada de los sentimientos que empezaban a aflorar en ella.

—¡Oh! ¿Harás que papá vuelva a correr?

—Sí, eso haré —Katsumi se inclinó para hablarle a Anya

—¡wow! Miren la hora —dijo el señor Mykolaiv— Las invito a comer.

—¿¡Hamburguesas!? —preguntó Anya e hizo un puchero de tristeza sacando el labio inferior de forma exagerada

—¡Sí! ¡Hamburguesas! —respondió el  señor Mykolaiv, hablaba como un animador de fiestas o un maestro de jardín de infancia. No era el mismo hombre.

—¡Siiiiiii! —gritó Anya alzando el  puño en gesto de triunfo.

—Lleva tus cosas a tu habitación —Mykolaiv señaló al sofá donde Anya había dejado un oso de peluche y dos libros— la maleta la llevará Yoshi después.

—Señor Mykolaiv. Yo he traído mi comida, no es necesario que vaya con ustedes.

—¿Podrías llamarme Adrick? Al menos delante de Anya —Katsumi no entendió por qué su jefe le pedía que lo tuteara delante de su hija, pero hizo caso

—Preferiría  esperarlos aquí, si no le molesta

—¡Vamos Katsumi! Mi recuperación anímica también está dentro de tus obligaciones laborales. Salir me hará bien y tú debes encargarte de mí. No te lo estoy pidiendo. Es una orden. Ve a buscar algún extraño abrigo que haga juego con… eso —Adrick señaló la ropa de Katsumi—y acompáñanos a comer hamburguesas.

Katsumi se sentía incómoda con la idea de salir a comer con su jefe. ‹‹¿Qué pensará Yoshi al respecto?›› Se preguntaba mientras se arreglaba para salir.

Adrick, Anya y Katsumi salieron de la mansión. Un auto los esperaba afuera. Yoshi bajó de este, no era el Mercedes Benz negro que solía manejar y con el que llegaba todas las noches a casa después de trabajar. Era una camioneta roja. Yoshi se acercó

—Buenos días señor Mykolaiv. Señora Kimura, señorita Anya —Les extendió a todos una gran sonrisa. Empujó la silla de ruedas de Adrick por la rampa para minusválidos al costado de las escaleras hasta acercarla a la camioneta roja, de esta, desplegó una rampa, ubicó al señor Mykolaiv en la silla justo sobre esta y un mecanismo la introdujo al interior como por arte de magia.

Después de todos esos malabares, Anya y Katsumi pudieron abordar el auto.

—¿A dónde, señor Mykolaiv? —Preguntó Yoshi maniobrando el retrovisor para poder verle.

El señor Mykolaiv le dio indicaciones y a Yoshi no pareció importarle que Katsumi saliera a comer con su jefe. Pero Katsumi no sabía si solo mantenía su cara de cortesía debido al señor Mykolaiv. Yoshi no era para nada celoso, pero ella nunca le había dado motivos para sentir celos. Desde que estaban juntos el mundo de Katsumi había girado en torno a él, a ser la esposa perfecta.

Ni siquiera estando en la universidad, Katsumi se había atrevido a entablar una amistad con un compañero de clases, se mantenía alejada incluso de sus compañeras, pues eran chicas solteras que llevaban un estilo de vida muy diferente al de ella. Nunca le dio a Yoshi motivo alguno para sentirse amenazado, para ella eso era inconcebible. No había tenido la oportunidad de ver a Yoshi en su faceta de hombre celoso y no sabía si esa faceta existía.

—¡Vamos papá! ¡Por favor, por favor, por favor! ¿¡siiii? —Anya le rogaba a Mykolaiv con las manos juntas en ademán de rezo.

—Cariño, sabes que no puedo llevarte estando así —Mykolaiv señaló a sus piernas con ambas manos.

Katsumi se llevó su hamburguesa a la boca.

—Katsumi podría acompañarnos, ella subirá conmigo a los juegos ¿Qué dices Katsumi? —Anya le suplicó a Katsumi con ojitos de cachorro huérfano, Katsumi miró a Adrick, esperando que él le indicara que decir, tomó un trago de su refresco para poder pasar el trozo de hamburguesa que acababa de engullir.

—No lo sé Anya, yo…

—Por favor, di que sí. Iremos los tres tu subirás conmigo a los juegos y papa nos observarás desde su silla

—¡Guao! Eso suena divertido —Exclamó Mykolaiv con sarcasmo —Dí que sí Katsumi. Podríamos ir el domingo, no es un día laborable, sería más como…una cita.

Katsumi seguía masticando y no podía hacer que la bola viscosa de comida que se había formado en su boca bajara por su garganta. Pidió tiempo con la mano, volvió a tomar un sorbo de refresco, Anya y Mykolaiv la miraban expectantes y eso le crispaba los nervios.

Si salir a comer con su jefe y la hija de su jefe en horario de trabajo le parecía algo indebido, salir a pasear con ellos un fin de semana, era inconcebible. Además, Mykolaiv había dicho que sería más como una cita. Katsumi estaba irritada con la actitud de Mykolaiv, sabía que ella era la esposa de su chofer ¿por qué se mostraba interesado en ella de esa forma? ¿Acaso se trataba de un juego? seguro estaba acostumbrado a jugar de esa forma con las mujeres, siendo estas solteras o casadas. Seguro que siempre se salía con la suya. Su jefe no tenía límites y eso la enfurecía.

—Está bien —dijo al fín— pero iré con Yoshi, si no les importa.

—Siiiii —el grito triunfal de Anya disipó la tensión que la respuesta de Katsumi había causado en Mykolaiv. La inconformidad en su rostro era evidente. Clavó los ojos en Katsumi achicando la mirada.

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