Capítulo 4.

Después de ver a los deslumbrantes hombres desaparecer por la entrada del edificio, uno a la vez. Y la aturdidora y avasallante despedida de aquel hombre. Paso a la recepción, donde conozco al portero, un encantador hombre de 68 años, con una increíble vitalidad y carisma único. Cuando me vio allí apenas parada, comenzó a preguntarme obra y gracia de mi vida, cuando Alonzo finalmente sacia todas sus dudas, las cuales respondí con todo el placer del mundo, es un hombre tan agradable, su personalidad me trajo gratos recuerdo de mi abuelita Eli. 

Me hace entrega de las llaves del que ahora será mi apartamento. 

Subo en el ascensor al último piso. Tardó unos segundos en colocar la llave en la rendija, para finalmente abrir la puerta. Cuando lo hago, queda frente a mí; una amplio e iluminada sala de estar, ya amueblada, los colores predominantes inmediatamente se quedaron impregnados en mis ojos, el ruidoso y frecuente blanco de las paredes y cortinas, el gris del sofá y la mayoria de los muebles, el toque de negro por todo el lugar, en la alfombra, lámparas y almohadones. Una pequeña led de color violeta ubicada entre los grandes ventanales, dandole un aspecto único y hermoso. El lugar tiene algo así como: “área Spa dotada de sauna, baño turco. También encontramos un trastero, tres dormitorios con baño privado y tres balcones.” Según el informe de mi agente inmobiliario, en realidad no me interesa, ni el sauna, ni el baño turco, aunque suenan exóticos. Esas no fueron ni por asomo, las razones por la que adquirí el lugar. Lo hice por el simple hecho de que se encuentra muy cerca del lugar donde se está instalando la nueva sede Digital Technology Company. Odiaría tener que hacer un recorrido de una hora para llegar a la empresa, en cambio desde aquí eran solo 15 minutos en automóvil. 

Llevo la maleta a donde sera mi habitación, la abro para guardar alguna de las prendas que traje conmigo. En realidad mi ropa ya estaba aquí, perfectamente guardada en el closet de la habitación, hubiera preferido hacerlo yo misma, pero no me darían las manos, ni siquiera los dedos para traer todo en maletas, y no podría dejar mi hermosa colección de tacones a su suerte en Inglaterra.

Decido tomar una ducha rápida, después de la embarrada de hoy, literalmente embarrada, era lo que necesitaba.

Salgo de la extensa ducha, ya más animada, dejar correr el agua tibia por mi cuerpo había hecho que casi toda la tensión de mi cuerpo desapareciera. Me visto con un conjunto de pijama de seda, compuesto por un camisón que me llega a los muslos y una bata larga. Para luego acostarme en la amplia cama, estoy agotada, tanto física, como mentalmente. Por un lado, el eterno vuelo de casi tres horas, que para mí fueron diez, sumado al tobillo que aún dolía.

Y por otro lado, mi mente no para de repetir, una y otra vez los momentos en que caía en los brazos de aquel hombre de profundos ojos verdes, era mi tortura personal. Intento borrar todo pensamiento, no debía seguir dando vueltas en ello, no me vería involucrada en ningún tipo de relación, con ningún hombre. Al menos por el momento. Ya he tenido mi dosis de desilusión completa por un tiempo.

Repentinamente, me incorporo rápidamente, casi cayendo de la cama. ¡Mierda! Casi lo olvidaba,  busco mi celular, el cual no encuentro. ¡Genial!, ¡Estupendo! ¡Maravilloso!… ¡Maldita sea! Esto tiene que ser una broma. ¿Enserio? ¿Justo ahora?, que me pasa en cualquier momento, no cuando tengo que decirle sus verdades a cierta persona, cuyo nombre comienza con A y termina con Aron Parks, alias mi papá, o eso dice él. 

Recuerdo el estremecedor momento en que le entregué mi celular a Luca para que utilizara el GPS. No puedo ser más despistada. En verdad tengo que hablar con Aron, como puede ser tan hipócrita, pidiendo a otra persona que “velará por mi estadía”,  ni siquiera él hizo tal cosa por mi, cuando mas necesitaba que actuará como padre, él decidió actuar a mis espaldas y tomar mis decisiones, el mismo. ¿Cómo esperaba que reaccionara cuando me lo dijera?, si es que pensaba decírmelo en algún momento. Si esperaba un “¡Muchas gracias, papi! me has hecho muy feliz.” está muy equivocado, nada más alejado de la realidad, además sus acciones hace darme cuenta que él no me conoce en lo más mínimo. 

El sonido del timbre, me sacó de mis pensamientos, extrañada por la repentina visita, me dirigo hacia la entrada. Abro la puerta encontrándome con aquellos encantadores ojos de avellana.

—¿Luca? —preguntó sorprendida —¿qué haces aquí? ¿cómo lograste pasar?

Luca se queda ahí, mirándome con los ojos muy abiertos, mueve su boca intentando hablar, pero no logro entender lo que dice. ¿Y  a este que bicho le pico?, ¿será contagioso?.

Después de unos segundo se recompone, carraspeó llevando su puño a la boca, intentando aclarar su garganta y dice:

—Los siento mucho, señorita Emily, no sabía que estaba a punto de dormir. —Oh claro, estaba en pijama, ajustó la bata a mi cuerpo para no incomodar más, él desvió la mirada hacia el pasillo y continuó. —Solo venía a devolverle su teléfono, aprovechando que el Señor Frattini se encuentra con la junta directiva de la empresa y no me necesita. El amable señor de recepción me dejó pasar porque nos vio llegar juntos.

—Te lo agradezco mucho, en verdad. Estaba a punto de salir a buscarlo —le comento, mientras lo invito a pasar, a lo que él da tímidos pasos hacia adentro mientras me entrega el teléfono. Qué hombre más encantador, por Dios. —Déjame invitarte un café por la molestia de hacerte venir hasta acá. Además tu jefe debe demorarse, ese tipo de justa suelen ser muy largas. 

—Lo siento, Emily. Tengo que volver a trabajar, el Señor Frattini es muy exigente en el cumplimiento de nuestras obligaciones  —dice, aun un poco cohibido —Pero a cambio, déjeme invitarle a mi, un café este fin de semana, a fin de cuentas solo faltan dos días.

—Sabes deberías ser mi asistente, yo si te dejaria tomar café de vez en cuando —le comento divertida, a lo que él sonríe, dejándome ver su blanca y radiante sonrisa —Y acepto, solo si dejas esa formalidad, por favor Luca, ya. —La próxima vez que me trate de usted, juro que le hago trancadilla. 

—Sería un placer ser su… digo tu asistente, pero tengo un contrato que cumplir —dice corrigiendo su error en el camino, para cumplir con mi petición, yo encantada de la vida, no sería fácil hacerle esa trancadilla, con su fornido cuerpo e impresionante altura.   

—Mi oferta queda en pie, cuando te canses de tu aburrido jefe, me avisas —Le aseguro sonriendo, a lo que él me devuelve el gesto. Mirándolo bien, sus ojos poseen una seducción natural y  brillan con una luz inigualable, me derrito con solo verlos, desvió la mirada y él se acerca.

—Así lo haré, me despido y espero verte pronto, Emily —dice mi nombre con una voz profunda y un tanto ronca, que logra estremecer parte de mi cuerpo, se acerca aún más, colocando sus manos en mis brazos y depositando un suave beso en mi mejilla. ¿Qué es ese fetiche que tienen los italianos con los besos en la mejilla?, santo cielo, no salgo de este país sin ser infartada antes. 

—Espera Luca, quería preguntarte algo. —Lo detengo antes de que pueda dar un paso para alejarse hacia la puerta. Frunce ligeramente el ceño y me mira expectante —Por lo que dijo Carter, tú fuiste el que habló con mi padre, ¿qué fue exactamente lo que te dijo?    

—El Señor Parks es un viejo amigo del Señor Frattini, y con esto me refiero al padre del Señor Carter y fundador de Frattini Company. El fue quien solicitó que tomáramos en cuenta la petición del Señor Parks de cuidar de tu bienestar en el tiempo que permanezcas en Roma e informemos cualquier novedad —explica, y yo tengo la necesidad de ir hasta Inglaterra y gritar unas cuantas verdades.

—Ese Señor me va a escuchar —susurro en voz baja, un comentario para mi subconsciente —Necesito pedirte un favor, si mi padre te contacta para saber alguna “novedad”, no des ninguna información, es más, dile que no me has visto.

—Emily, eso no depende de mí, es una decisión que le corresponde al Señor Carter —Es cierto, no puede ser, voy a tener que convencer a ese hombre de que no le diga nada a mi padre. No llevo ni veinticuatro horas en Roma y ya ha pasado de todo.  

—No te preocupes por él, yo me encargo de convencerlo. —Luca me mira con la cara más desconcertante que he visto, asiente. Se remueve incómodo en su lugar, duda, pero finalmente pregunta:

—Perdón por mi indiscreción, pero puedo preguntar ¿cómo piensas convencerlo? —De qué viene esa pregunta, y porque reacciona de esa manera, Luca es un poco extraño cuando se lo propone. La respuesta es obvia, ambos somos del mundo de los negocios, que mejor que ofrecerle una sociedad, será una oferta tan irresistible que no podrá decir que no, a cambio de ello, le pediré que no hable con mi padre. 

—Todavía no estoy segura, pero haré lo que tenga que hacer , tengo mis razones para no querer que mi padre se siga metiendo en mi vida y mis decisiones. —Al decir eso, él me mira muy sorprendido, tu mirada cae lentamente y el brillo de sus ojos desaparece lentamente. ¿¡Pero qué dije!? —¿Qué sucede? ¿Acaso no quieres que haga negocios con Carter? No lo entiendo, ¿acaso Frattini Company está en una mala racha?

—Para nada, eso sería una gran oportunidad para ambas empresas —comenta inmediatamente, recuperando su natural vitalidad y regalándome una de sus amplias sonrisas. ¿Qué le sucede a este hombre? por Dios. Es tan desconcertante, pero debo admitir que me encanta que sea tan expresivo, aunque no logre entenderlo —Ahora si, me despido.

No me permite ni siquiera despedirlo correctamente, prácticamente sale corriendo del apartamento, haciendo una pausa para mirarme desde el umbral de la puerta y dedicarme una amplia sonrisa.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo