Capítulo 37

El suave beso no se prolongó mucho más que unos segundos, al separar nuestros labios nuestras miradas se vuelven a conectar por milésima vez en el día, a diferencia en esta ocasión es que sus ojos me miran con ternura y calidez, acompañada de una tenue sonrisa que provoca a mi corazón un vuelco, trayendo consigo una oleada de calor en mi pecho. 

La cálida sensación perdura hasta que finalmente él deposita un último beso en mi nariz y retrocede lentamente dejándome el espacio justo para que pueda bajar del escrito. 

Sin mediar palabra, camino a una de las puertas de la oficina que me llevan a un equipado habitación de descansa, al abrirá la puerta nos recibe un ambiente poco iluminado, decorado simplemente con una cama al centro,

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