Capítulo 3.

—Esperen, esperen, esperen… creo que me olvidé de pagar los gastos del hospital —dije en un tanto exaltada, pues todo fue tan rápido. Además del asunto de los tacones, el ambiente del lugar me hizo entrar en trance, no paraba de pensar una cosa tras otra, mi cabeza iba a mil por hora.

Nunca había presenciado tantas personas siendo hipócritas a la vez, a lo largo de mi vida había aprendido a detectar a las personas que intentaba aparentar lo que no era y lo que no sentía. Desde que era una niña, por el estatus de mi familia, se acercaban personas con dobles intenciones, primero queriendo tener “una linda amistad”, para después intentar tener algún tipo de beneficios. Por ejemplo, cuando estaba en la secundaria, a mis muy inocentes diecisiete  años, se divulgó en la prensa un video escandaloso, donde se mostraba mi ser, en una fiesta, totalmente borracha, poca ropa y cantando a todo pulmón, como si mi vida dependiera de ello, una escena normal de cualquier adolescente de diecisiete años que se emborracha por primera. El problema es que yo no era “normal”, era la hija de Aron Parks, como ven ni siquiera tenía nombre, era internacionalmente famosa por el titular “Escandalosas imágenes de la hija del magnate Aron Parks”.  Por supuesto ese no fue mi primer escándalo, ni mucho menos el último, aunque para la prensa, la mala combinación de prendas y accesorios era una tragedia, ni al caso. La cuestión aquí es que cuando el Sr. Parks exigió explicaciones, la revista con el fin de evadir cualquier tipo de represalia que se pudiera tomar contra ella, reveló la identidad de la persona que les entregó la grabación.

Para la obvia no sorpresa de nadie, porque claro, Emily lleva consigo a todas partes al ángel de la mala suerte, desde tiempos inmemoriales, y para estas alturas es la mala suerte encarnada. Se trataba de nada más y nada menos que de Alexa Johnson, mejor conocida como “my best friend forever”, pero por favor, no se lo creyó ni su mamá, solo la pobre ingenua de Emily, me pregunto si en ese entonces comía arena en el desayuno o tenía algún traumatismo severo de algún golpe por caer de la cama. Alexa era becada en la prestigiosa Secundaria a la que asistía, razón por la que me acerqué a ella, sabía lo duro que puede ser el mundillo de los ricos cuando eres de clase media. 

En ese entonces no lo entendía, porque una persona traicionaria de semejante manera a quien llamo mejor amiga en infinidad de oportunidades.  Mi corazón estaba destruido, utilizada de la manera más aberrante y humillada por quien yo consideraba mi hermana de otra familia. Fui un desastre emocional por unos meses, culpandome por no haber sido más consciente en el momento de elegir  a la persona que le entregaba el poder de influenciar mis emociones. Tiempo después comprendí que el problema nunca fue mío, sino de las personas que, por la avaricia y su egoísmo personal, contribuyeron a mi destrucción emocional. Volví siendo una mejor versión de mi, y pensaran; se habrá alejado de todos y no tiene amigos, por el contrario, mi comino en la vida no es juzgar negativamente a las personas, no voy por ahí diciendo, tu si, tu no, a la hora de hacer amigos, mi respuesta siempre es “si”, esta en ellos mantenerlo. Gracias a eso conocí la verdadera amistad, existen personas grandiosas en el mundo, un gran ejemplo son mis dos mejores amigos; Abby Jones y Jacob Brown a quienes adoro con la vida, no se que seria de mi torpe vida sin ellos para levantarme en cada caída, algunas literales. 

Por el prestigio que fue adquiriendo Digital Technology Company, la empresa que construí desde los cimientos, hasta lo que es hoy en día, en el procesos también se acercaban personas con dobles intenciones, como empresarios pequeños que con dulces palabras querían asociarse a mi,  pero negocios son negocios y si algo no tiene buena rentabilidad en el mercado, se descarta, al decir “no” ponen el grito en el cielo e inmediatamente involucraron a la prensa, fueron momentos duros, pero hoy dia es una empresa sólida que no se mueve por cualquier soplido que llegue a nuestras puertas. 

En fin, aquel hospital no parecía un hospital, si no la casa de la risa, en versión macabra,  cada Doctor, Enfermera, y cualquier funcionario del establecimiento, que estuviera a cinco metros a la redonda de Carter, llevaba en el rostro una sonrisa forzada y tensa, era casi una mueca, como si su trabajo dependiera de ello, tal vez era un requisito o una política de la institución, pensé, tal vez Cárter era tan estricto como aparentaba y me atrevería a decir que mucho más. Bueno… no es como si fuéramos íntimos amigos, aunque no me importaría ser íntimos en otro sentido, más allá de la amistad, con semejante hombre… 

No, no, no. Emily vuelve, no vaya por ese camino sin retorno. 

Al parecer yo no era la única con pensamientos que rozaban el pecado, con respecto a ese hombre. El público femenino estaba fascinado con la presencia de Carter.  A pesar del importante porte serio y autoritario de desprendía, más de una se ánimo miró lascivamente, mientras susurraban entre ellas cuán rico y poderoso era, y el cambio que daría su vida al, según sus palabras; “atrapar a un hombre así”. 

Y no, no estoy loca, ni tengo un extraño súper poder de audición, lo escuché porque era imposible no hacerlo, evidentemente no son muy amigas de las discretas. Cómo era de esperarse, Carter también se dio cuenta, a lo que respondió con desdén e indiferencia, personalmente se sintió extremadamente reconfortante. 

—¿Emily? —Una voz familiar me hizo salir de mis pensamientos. Miro esos fascinantes y profundos ojos verdes, que me atrapan, como si de una presa se tratará. 

—¿Mmm? —pregunto aun distraída. El me mira confundido, frunce el ceño en un gesto que me resulta cautivador, remoja lentamente sus labios y finaliza con un pequeño mordisco. Sigo atentamente cada paso y trago saliva, para no babear… Que Dios me libre de semejante pecado. Desvió la mirada e intentó concentrarme.

—Te decía que no te preocupes por los gastos del hospital, yo me encargué de eso personalmente.  Y te quedaste pensativa y no respondiste —comenta con una pequeña sonrisa ladina. Obviamente se dio cuenta de mi atenta mirada, este día no para de mejorar, no solo había hecho los papelones del año, sino que ahora también, parecía una acosadora come hombre. 

—Es muy considerado de su parte, pero no necesito tal cosa, por favor envíeme los gastos, no me gusta dejar mis cuentas sin pagar —comente, firme ante mi decisión. Se queda en silencio unos segundos y yo me proclamo victoriosa internamente. Que poco me duró. 

—Ya que usted se empeña tanto en rechazar mis atenciones, le propongo algo —expresa. Lo miró intrigada —Qué le parece si, como recompensa por todo lo que pasó, me acompaña a cenar, no me gusta hacerlo solo ¿que dice?

Lo miro sorprendida, no me esperaba tal propuesta, ¿acaso no tiene familia, novia, un amigo o perro que le ladre?, como podría ser una recompensa cenar conmigo, después de todo lo que ha pasado hasta yo me querría a muchos metros de distancia. Quien sabes, tal vez tropiece y le tire algo encima. 

—Tomare su silencio como un si, no se diga más. Luca llévanos al apartamento de Emily. —De la sorpresa, me quedé estática y no pude responder.

—Esperen, ¿porque a mí apartamento? No peines así que cenaremos ahí, ¿o si? —cuestiono ya resignada, no iba a entrar en otro debate de porqué debería ir a cenar con él, además debo admitir que tampoco me gusta cenar sola y era nueva en la ciudad. Bueno poderla invitar a Luca, parece un hombre muy simpático y encantador. 

—Claro que no, pero apenas son las 16:34, a menos que te apetezca cenar a esta hora. Supongo que estarás cansada del día ajetreado, y querrás descansar un poco. Te dejaremos allí y pasaré por ti en la noche. —¡pero que considerado!, nótese el sarcasmo, obviamente estaba cansada, solo quería tomar un baño, un cómodo pijama y mirar una serie con una copa de vino, en cambio tendría una incómoda cena, que maravilla.  

—Señorita Emily, ¿podría darme su dirección? —comenta ahora Luca y dale con lo de “señorita”. 

—Claro pero deja ya lo de; “señorita” —digo, escribiendo la dirección en la aplicación G****e Maps de mi celular y entregándolo.

—Me encuentro trabajando y es parte de mi labor, pero le prometo que fuera del trabajo será solo Emily._ comenta mientras toma el celular, rozando ligeramente mis dedos, y sonriéndome encantadoramente. Esta acción no pasa desapercibida por su jefe quien nos mira con desaprobación y bufea ligeramente. 

Quince minutos más tarde, llegamos a un edificio de no más de 6 plantas, con linda fachada. Ubicado en el corazón de Roma, en uno de los barrios residenciales más exclusivos de la capital. 

Bajó del automóvil con ayuda de Luca, ya no me duele tanto el tobillo, y no necesito ayuda para caminar, gracias a los cuidados que me dieron en el hospital, apenas y me acordaba que lo tenía lesionado. 

Aún así ambos hombres insisten en acompañarme hasta el ascensor. Al llegar, Luca se despide con la promesa de volvernos a encontrar para tomar un café, se va hacia el auto dejando un incómodo silencio entre su jefe y yo. 

—Por favor, intenta hacer un poco de reposo, aunque estés mejor o puedes hacerte más daño. Preferiría no comer sólo esta noche —comenta refiriéndose a mi tobillo. Yo asiento con la cabeza y él continúa._ Entonces paso por ti a las 21hs.

—Está bien —digo, se acerca peligrosamente a mi rostro y depositó un suave beso en mi mejilla a modo de despedida, me quedé estática por la repentina acción, mi corazón se aceleró como si hubiera corrido una maratón de diez kilómetros, qué susto. Si se quería librar de mí, no me hubiera invitado a cenar, ¿cuál es la necesidad de provocarme un infarto?

—Nos vemos esta noche —dice simplemente, restándole importancia a mi casi pre-infarto. Que alguien me detenga porque lo mato. 

—Nos ve-eemos…

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