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Aquello era, realmente, hacer compras.

Como iba con Georgina, no tenía límites en cuanto a los gastos, y Heather sintió que entre las dos vaciaron las tiendas de aquél centro comercial.

Debido a que la mayoría de almacenes tenían el servicio de entrega a domicilio, no tenían que andar con bolsas para arriba y para abajo. Georgina realmente tenía buen gusto y la asesoraba muy bien cada vez que señalaba algo que le llamaba la atención.

—Cariño, me temo que para ti están vedados los tonos naranja y amarillo. ¡Eres pelirroja! –le dijo Georgina cuando se quedó mirando una chaqueta en un tono naranja pálido.

—Tienes razón, a veces lo olvido

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