Mentiras

Alexandra despertó en medio de la noche con una sensación de pánico en su pecho, sintiéndose atrapada, pero cuando sus ojos se abrieron finalmente, solo encontró la oscuridad frente a ella,  el dolo invadió su costado, su mandíbula y su brazo, un dolor tan intenso y abrumador que la paralizaba en la enorme cama de seda en que le habían aprisionado.

Luego de una silenciosa cena con el ruso que se había convertido en su "salvador" incluso cuando ella sabía  a la perfección que había sido engañada desde el momento en que se encontró siento secuestrada en el rincón oscuro de Praga, el miedo la había mantenido despierta durando horas, pero finalmente el cansancio se había hecho cargo de ella y estaba segura de que le habían dado algo para dejarla inconsciente de nuevo.

Maldiciendo su propia estupidez, Alexandra intentó levantarse de la cama, cualquier esfuerzo significaba una tortura, sentía como si su cuerpo estuviera a punto de reventar, nunca en su vida había tenido más que un simple raspón en las rodillas cuando era pequeña, así que un hueso roto era algo que nunca pensó tener que soportar, su rostro estaba inflamado, podría sentirlo caliente y pesado, así que en un intento de apelar a que aparentemente la querían con vida, se acercó a la puerta justo en el momento en que esta se abrió, revelando al mismo hombre que la había secuestrado, se suponía que su nombre era Nikolay, pero ella dudaba que esa información fuera cierta, el hombre era imponente, casi dos metros de puro musculo y una mirada letal, con ojos grises y fríos que la taladraban con la mirada, su cuerpo reaccionó de inmediato ante su presencia, y no precisamente de las maneras correctas

— ¿Vas a alguna parte? — inquirió el hombre en alemán, su acento ruso era demasiado tosco, por lo que le costaba entender algunas palabras 

— Me duele — dijo ella, intentando obviar el hecho de que el hombre parecía haberla estado espiando, debía jugar bien sus carta, entender por qué la querían y descubrir si esto se relacionaba de alguna forma con los negocios de su padre, después de todo, esa información era la única que su detective le había enviado, sobre posibles vínculos de su padre con la Bratva, realmente le interesaba poco, hasta que fue secuestrada y aparentemente vendida a un Ruso con cara de mala leche.

— ¿Donde? — preguntó él, levantando las perfectas cejas rubias, el gesto le hacía irritar, pero no podía pasarse de lista con un hombre que podía matarla sin problemas

— Mi rostro — susurró, mirando al piso, sintiéndose entre la espada y la pared, una lágrima corrió por su rostro y sus dedos temblaban, estaba asustada, no podía negarlo y aunque su mente le decía que tenia que luchar, estaba cansada, dolorida, malditamente aterrada

— Está bien, lo siento — dice Nikolay suspirando con resignación, la chica se veía tan frágil como el papel, y bueno, estaban solos, realmente no tenía que justificar si era o no parte de su plan, por lo que decidió que conseguiría más de ella siendo amable que asustándola hasta el punto en que intentara escaparse, incluso consideró la idea de que si jugaba bien sus cartas, podría tener frente a él a un aliado perfecto, la hija de uno de los jefes de la Bratva, el solo conseguir que ella fuera reconocida le daría exactamente lo que necesitaba, su venganza y los bienes de su madre de vuelta.

Así que puso su mano el la barbilla de Alexandra y la obligó a mirarlo, era una mujer testaruda, podía verlo en sus ojos, pero definitivamente, su rostro necesitaba atención, se había hinchado incluso más que antes y estaba de un color casi negro, su ojo izquierdo estaba enrojecido y medio cerrado, por lo que le dio una mirada crítica

— Vamos por hielo — murmuró en ruso, las cejas rojizas se fruncieron y él se repitió en alemán, la barrera del idioma era una ventaja para él, así que la guio por el penthouse, era un lugar amplio y modernos, era evidente que estaba soltero, los enormes muebles negros y sobrios, también indicaban algo de su bien gusto, pero eso no era demasiado importante, mientras estaban en la cocina, llenó una bolsa de hielo y se la ofreció.

Mientras ella ponía hielo en su rostro, él la observó con detenimiento, su lenguaje corporal gritaba que estaba aterrada de él, pero aún así había aceptado la pijama corta que le había ofrecido, era algo que había mandado a pedir de antemano, de hecho tenía toda una habitación equipada para ella, pero debido a su cambio de planes, tal vez no era la mejor opción mostrarle todo eso cuando aún estaba en shock.

La pijama era un poco demasiado reveladora, por lo que hizo una nota mental de cambiar las cosas que Ixander había escogido para ella, no era practico tener ese tipo de vestimenta en el lugar en el que se encontraban, él podía responder por sus hombres, pero sabía que trabajaba con degenerados de m****a que podrían hacerle peores cosas que las que él le tenía planeado

— No quiero hacerte daño — le aseguró, y en las ultimas horas, realmente lo estaba considerando, la necesitaba con vida, y por mucho que le repugnara la idea de interactuar con la la hija del hombre que arruinó a su madre, también era la oportunidad perfecta para hacer negocios

— ¿Por qué? —cuestionó Alexandra, sus labios estaban hinchados, pero podía ver la determinación en su postura — ¿Qué quieres de mi?

— ¿Quién dice que quiero algo? — preguntó, analizando bien sus opciones, podía utilizarla, decirle que podía irse en cualquier momento y ordenar a sus hombres que la asustaran lo suficiente como para que regresara a él, o podía simplemente obligarla a que sirviera de carnada para su padre a cambio de lo que ella quisiera, si había contratado un detective privado debía estar buscando algo, también estaba la opción de engañarla, hacerla que cediera voluntariamente a ayudarle, que deseara a la venganza como suya, solo tenía que entender que tanto realmente sabía sobre la situación

Alexandra sentía que estaba en un interrogatorio, incluso si ella realmente no estaba recibiendo demasiadas preguntas, Nikolay tenía largas piernas y estaba evidentemente cómodo en su propio espacio, y nada perturbado con la idea de tenerla a ella invadiendo su espacio, casi como si no la considerara una amenaza en absoluto.

— Dijiste que me rescataste — empezó, intentando trazar un plan de acción, tenía que fingir su papel de victima y hacerle creer que realmente confiaría en el — ¿Te lastimaste?

— ¿Te interesa? — respondió de vuelta, enseñándole los nudillos lastimados, sus manos eran enormes, no utilizaba anillos, pero definitivamente no eran las manos de un hombre que se dedicaba a las peleas, lo que de cierta forma consiguió tranquilizarla

— Q-quiero saber si estoy segura — admitió, poniendo de nuevo el hielo en su rostro, era un ligero alivio, pero no demasiado, después de todo, tenía que superar la parte en la que se mantenía con vida

— Lo estás — aseguró Nikolay inclinándose en su dirección, estaba utilizando ropa deportiva, pero no parecía haber estado haciendo deportes, al pasar por la sal había visto una computadora — ¿Debería llamar a alguien por ti? — preguntó, y solo con esa sencilla pregunta, Alexandra se sintió incluso más vulnerable, incluso si lo hubiera...¿A donde demonios iría? había dejado todo atrás para investigar la muerte de su madre, en su mente, todo había sido como una especie de fantasía detectivesca en la que realmente pensó que podría hacer algo, esa misma búsqueda le había hecho terminar encerrada en algún lugar de Rusia con un ruso que podría  o no matarla en algún momento.

— Puedes solo dejarme en cualquier parte — Nikolay levantó las cejas, utilizando su vacilación a favor

— ¿No tienes padres? —inquirió, y el recuerdo de su madre le hizo vacilar, una lagrima derramándose por su mejilla

— Por favor, solo quiero irme — lloró, sus planes de mantenerse firme realmente lucían difíciles de seguir, ¿Cómo podía apelar a la bondad de un hombre como este? ella estaba segura de que él había matado a los hombres que la traían, y en el viaje en coche ella había estado despierta, no había entendido la conversación, pero podía sentir las miradas de reojo y la forma en que le habían examinado al llegar.

— No puedo dejar a una señorita herida en cualquier parte — replicó Nikolay, acercándose, Alexandra se tensó de inmediato, el hombre tenía una especie de magnetismo que le impedía pensar correctamente, incluso a pesar del dolor de sus heridas, el momento en que su piel cálida tocó la suya, una corriente eléctrica lo atravesó, ambos se miraron, perplejos, él murmuró algo en ruso y la miró con curiosidad

— ¿Qué ganas teniéndome aquí? — insistió ella — ¿Sabías quien era cuando me viste?

— No — respondió él, obviando por completo la primera pregunta — Solo tengo curiosidad ¿Qué querría la mafia rusa con una joven hermosa?

— ¿Acaso no es obvio el por qué secuestran a una mujer en medio de la noche? — replicó ella con amargura, Nikolay asintió y tomó la bolsa de hielo, su actitud había cambiado repentinamente, así que Alexandra comprendió que él probablemente estaba intentando conseguir su confianza, así que decidió que cedería, fingiría caer en sus encantos o los trucos que sean, y en cambio sería él quien creería tener el control, si jugaba bien sus cartas, tal vez... existía la posibilidad de que sea cual sea el valor que tenía para él, podía aferrarse a ello y utilizarlo para sobrevivir.

— Puedo protegerte —  aseguró Nikolay, en sus ojos podía ver que Alexandra estaba determinada, pero no completamente convencida con sus palabras, por lo que utilizó un acercamiento más dulce, la enamoraría, utilizaría los sentimientos de la mujer para volverla su aliada y vengarse de Pietro —  Esos hombres no estarán contentos, podrían estar buscándote.

— ¿Sería posible? —  preguntó ella, un escalofrío la recorrió y Nicolay supo que sería una buena estrategia, utilizó su lado encantador, se acercó gentilmente una vez más, en esta ocasión no hubo corriente eléctrica, pero la obligó a mirarle a los ojos

— No dejaré que te hagan daño, puedo protegerte, lo prometo —  insistió, ella pareció pensarlo por un momento, pero Nikolay pudo ver como sus defensas bajaron de inmediato

— ¿Realmente podría hacer eso por mi? 

— Si me lo permites —  Nikolay sonrió disimuladamente con triunfo, la chica era definitivamente una idiota manipulable —  Solo hasta que mejores, luego podrás ir donde desees, no pienso retenerte —  mintió, si ella decidía irse, el encontraría la forma de traerla de vuelta, pero se aseguraría que en los próximos dos meses, la tendría completamente a sus pies.

—¿Y como sé que lo haces por buena voluntad? — insistió ella, él sonrió levemente divertido, en otras circunstancias, evitaría la pregunta, pero si quería que la mujer se rindiera ante él, tenía que actuar como el noble y solitario hombre de negocios con un corazón de oro.

— Soy empresario, puedo hacer un contrato si lo deseas, con toda la parafernalia legal si lo deseas — le aseguró, podía disponer de los juegos que fueran necesarios, ella lo miró con interés, parecía un venado a punto de ser devorado y él sería el león que acabaría con ella, incluso si sentía cierto desagrado por quien era su padre, había dedicado las ultimas horas a vigilarla y a investigar un poco más sobre su vida, no es que hubieran grandes cambios, excepto porque su madre se había suicidado hace tres meses  y ella estaba empeñada en descubrir quien era el asesino, ahora, eso si era una situación interesante para él.

— ¿Firmarías un contrato para dejarme ir en dos meses? — preguntó ella, él asintió

— Técnicamente es para asegurarte que te protegeré por dos meses, o hasta que curen tus heridas, pero puedes tomarlo como quieras — ella asintió, pareciendo a gusto con la idea

— ¿También puedo añadir una clausula que diga que no me tocarás de forma sexual? — Ante aquello, Nikolay frunció el ceño, ya que eso definitivamente no era algo que tuviera planeado, pero supuso que no sería problema, y si las cosas llegaran a ese punto, estaba seguro de que podía hacer que ella rogara por tenerlo hasta el fondo incluso antes de que tuviera tiempo

— Lo que desees — aseguró, ambos sonrieron fingiendo estar a gusto con la idea del contrato, él, seguro de que la tendría a sus pies en poco tiempo, y ella, convencida de que su actuación lograría que confiara en ella.

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