2. Adeline

Estaba en el sótano cuando escuché el disparo.

Lo recuerdo como si fuera ayer. El sonido del disparo, el terror de haber tenido que esperar a que Otto viniera por mí, pero en lugar de eso, escuché un cuerpo caer en el piso de la cocina, pasos corriendo alrededor y todo siendo destrozado.

Sabía que Otto estaba muerto incluso antes de que llegaran los hombres en trajes de camuflaje irrumpieran en el sótano, dejé caer los platos de mi madre que había ido a buscar y salí corriendo en cuanto vi la primera bota oscura en las escaleras, Otto había instalado una vía de escape hace años, pero el pánico me embarga de inmediato, no soy una mujer violenta, así que corro de cualquier manera y les arrojo un par de cajas.

El sótano es un laberinto, y lo agradezco, pero correr en contra de dos hombres armados con mi vientre hinchado es demasiado para mí, en especial cuando el zumbido de las balas atraviesa el espacio, el cemento y la madera explotan a mi alrededor.

Para cuando llego a la ventana que da al patio, estoy llorando ¡no quiero morir! Alguien tira de mi cabello y la libertad se ve opacada por puntos rojos en mi visión, me tienen.

— ¿hay que matarla aquí? — pregunta una voz, me sostiene la boca con dedos firmes, e intento morderlos, pero en cuanto siento el frío cuchillo en mi vientre, me congelo — estate quieta maldita sea — llorando, obedezco, no puedo poner en riesgo a mis bebés.

— no, idiota — se queja otra voz, llegando a nosotros, el hombre está completamente cubierto con camuflaje, pero sus ojos son lo único visible, dos esferas de un azul claro miraban con irritación hacia mí — queremos a los niños, es la única manera de atraerlo.

— entonces vámonos — dice mi captor, intento morder su mano y me lanza lejos — Maldita sea zorra estúpida — el otro sujeto me atrapa antes de que caiga al suelo

— ten cuidado, los necesitamos vivos — gruñe, y yo solo consigo temblar, intentando recordar las instrucciones de Otto, imaginar lo que habría dicho! ¡Vamos Adeline! finjo un desmayo, esperando que su intención de mantenerme con vida, contara esta vez.

el hombre que me sostiene, masculla algo en alemán y para mi sorpresa, me carga en brazos, aunque no luce demasiado contento al respecto

— el jefe tenía razón, es una jodida histérica — se queja, quiero quejarme al respecto, pero mi tengo que controlarme, por el bien de mis bebés — trae el auto

con dificultad, me suben al primer piso, pero mi corazón late desbocado al escuchar otro disparo, el hombre que me sostiene, parece sorprendido, y maldiciendo, me suelta antes de salir corriendo por su compañero. entre lágrimas, agradezco estar despierta, así que intento sostenerme de pie, de la mejor manera posible.

No espero demasiado antes de correr hacia la cocina, tenía que encontrar mis llaves y salir corriendo de aquí, llegar a la policía o llamar a Anthony. Al pensar en él, me paralizo. Anthony, él podría salvarme, él me sacaría del país de ser necesario. No podía dejar que me mataran o se quedaran con mis bebés. La única certeza que tenía era la de que no me matarían. No mientras siguiera embarazada.

cuando llego a la sala, me detengo de golpe, a un charco de sangre allí donde pensé haber dejado a Otto, y el cajón de su arma estaba abierto. por un segundo respiro con tranquilidad, Otto estaba vivo.

Pero mi esperanza muere al escuchar de nuevo la voz del hombre maldecir una vez más en la entrada, así que tomo las llaves del coche y mi bolso de la mesa antes de salir despavorida por la entrada lateral. Sin molestarme siquiera en cerrar la puerta.

La arena junto a mis pies explota de repente y sé que me están disparando. Corro más rápido.

a duras penas consigo llegar al coche, para cuando abro la puerta, el hombre está a medio camino, cojea de una pierna y luce cabreado, es la única razón por la que no me alcanza aún. se detiene para disparar otra vez, pero me meto de cualquier manera en el auto, desesperada por escapar.

arranco el auto, gritando cuando el proyectil golpea una de las ventanas blindadas, de no haber sido así, estoy segura de que estaría muerta justo ahora. estoy temblando y con ropa de estar en casa, sin zapato y con seis meses de embarazo, necesito calmarme, pero no puedo, mi esposo está muerto y algún maldito loco quiere a mis bebés, quiero llorar y esconderme del mundo.

Como esposa de un militar, conozco el dolor y la incertidumbre, pero como mujer y futura madre, estoy aterrada, y solo puedo pensar en la información que tengo delante, debo encontrar ayuda rápido.

Luego de lo que parece una eternidad, me detengo. Es de noche ahora, pero en esta zona del mundo, da lo mismo que fueran las seis AM que las diez PM, así que, haciendo un conteo rápido, sé que llevo cerca de tres horas dando vueltas por toda la ciudad, sin saber a dónde ir, sin saber que hacer.

No puedo ir a mi clínica, eso lo sé, si estuvieron en mi casa, no quiero pensar lo que harían en mi trabajo, después de todo, hoy había faltado sin avisarle a mi asistente. Dios, esperaba que se encontrara bien.

— Piensa, Adeline, piensa — me digo a mí misma, sintiendo hambre repente, busco en mi bolso, agradeciendo a Otto por meter comida en mi bolso a diario, estaba comiendo por tres después de todo.

en silencio, como un paquete de golosinas, pero necesito más que eso para alimentarme, así que conduzco un rato más hasta encontrar un motel. Me escondería, conseguiría algo de comer, llamaría a.…Lo pienso por un momento, acariciando mi vientre, sé que no tengo alternativa. Tenía que ser él.

temblando, estaciono mi auto y camino con dificultad hacia la recepción, donde hay un chico, de no más de veinte años, leyendo una revista, me mira con curiosidad, y sonrojándome, me cruzo de brazos, tenía una camisola de antes del embarazo por debajo del chal, y mis pechos hinchados llamaban la atención.

— una habitación, por favor — pido con voz ronca, el muchacho me mira perspicaz y me pregunto si tendré sangre seca o manchas en el rostro

— ¿Necesita ayuda, señora? — pregunta, dudoso, negando con la cabeza, repito mi pedido

— y ¿tienen servicio a la habitación? — añado, empezando a temblar.

el muchacho asiente y toma mis datos, no doy mi nombre real, solo por si acaso, le pido el teléfono al muchacho y se encoge de hombros, tendiéndomelo enseguida.

con dedos temblorosos, marco el número que sé de memoria. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo