Capítulo 5

Se queda quieto. No dice nada. Creo que no se lo esperaba. No sé si tomar bien o no su reacción. ¿Estará feliz? ¿Se habrá molestado? No lo sé.

—¿Es en serio, mi amor?

—Claro que sí, no te podría mentir con algo así.

Sin más palabras se abalanza sobre mí y comienza a llenarme de besos y abrazos. Tal y como hizo antes, no deja de tocarme. Su expresión es de jolgorio y euforia. Nunca lo había visto tan feliz como ahora.

Ahora es cuando le creo sus palabras. De que todo se trata de un error. No podía estar más equivocada. Christopher me ama y yo como una tonta dudando de su amor.

—¡Te amo, mi corazón!—-Me dice—. ¡Me has hecho el hombre más feliz de la tierra!

—Y yo dudando de ti. —Confieso triste.

—No, amor. Nunca dudes de mí. Como ya te dije, solo estás tú en mi corazón. ¡Ven aquí!

Me levanta de la cama y del suelo. Haciéndome enroscar mis piernas en su cuerpo. Dándome un abrazo aún más fuerte, aún más apretado.

Me baja y me vuelve a besar.

—¡Qué tonta fui al desconfiar de ti!

Me suelta y se aleja un poco. Se acerca de nuevo a la cama y recoge la cajita de chocolates.

—Ahora podrás golosear, pensando en mí. —Me la ofrece y la recibo—. No habrá día que no te consienta.

—Gracias, mi vida. No sé qué haría sin ti.

—Debo confesarte algo... —Lo miro asustada, él nota mi reacción—. Tranquila, no es nada malo. Estuve pensando mientras sucedió todo esto y ya no habrá razón para volver a nuestro departamento, juntos. Cuando decidas volver junto a mí, porque ya estés más tranquila, una sorpresa espera por ti.

Me siento incrédula a la vez que no entiendo a qué se refiere. Lo miro con interrogante, como tratando de descifrar sus dichos.

—No me mires así, princesa. No te diré nada o dejará de ser sorpresa.

—Está bien. —Me rindo. Aunque lo intente una y mil veces, sé que no dirá nada. Así es él.

—Ven, vamos a decirles a nuestros amigos. —Me toma de la mano, para salir de la habitación, me río.

Llegamos a la sala donde se encuentran Mike y Rachel. Chris alza nuestras manos, cuando se ponen de pie, para indicar que ya todo está bien. Así que se acercan a nosotros para felicitarnos.

—¿Ya le contaste? —Me consulta Michael luego de soltar nuestro abrazo.

—Sí. Ya lo sabe. —La reacción es de alivio.

—Venga, hombre. ¡Felicidades! —Abraza muy contento a su socio.

—Gracias, amigo. Espera... ¿ya lo sabían?

—Sí, Chris. Ashlee ayer nos contó. —Es Rachel quien responde—. Felicidades, papá.

—Gracias. No saben lo feliz que estoy. Y yo que pensaba que saldría rápidamente por esa puerta. —Comenta Chris, señalando la puerta de entrada, a lo que todos reímos.

—Bueno, pero no sucedió. Ya hicieron las pases y ya están juntos de nuevo.

—Con respecto a eso... Hablé con Christopher y no quisiera volver a nuestro departamento. Ustedes ya saben por qué.

—Te entiendo, amiga. —Dice Rachel.

—Socio, puedo hablarte un momento. —Pide Chris.

—Sí, sí, claro. Vamos a mi oficina si gustas.

Los chicos se despiden y aunque tengo la duda sobre qué se trata, no pregunto más. Solo intuyo que tiene que ver con la sorpresa que Christopher me dijo que tenía para mí.

—¿Y? ¿Pudieron conversar todo?

Nos sentamos en el sofá de cuatro cuerpos de la sala para estar más cómodas.

—Creo que sí. Le creo cuando dice que no me engaño, el hecho es cómo saber de qué se trata de una treta o algo así. ¿Quién sería capaz de algo como esto?

—Bueno... La verdad es que yo lo veo muy claro. ¿Quién dijiste que era la mujer que estaba con Chris?

—Angelique Jacobson.

—Entonces, amiga. Está claro que su papá tiene algo que ver con esto.

—¡Oh, cielos! ¡Tienes razón! ¿Cómo no se me ocurrió antes?

—Bueno, ya lo sabemos. Ahora eso no vale más peleas entre ustedes. Ahora deberán descubrir que pasó realmente. Sabemos que Chris te ama, no sería capaz de hacerte eso.

—Lo sé. Como pude ser tan tonta de caer. Christopher no merece que dude de él.

—Tranquila, amiga. Ya lo hablaron todo. Ahora solo hay que descubrir la verdad de todo esto.

Seguimos conversando un rato hasta que aparecen los chicos en la sala de nuevo.

—¿Quién quiere salir a comer fuera? ¡Yo invito! —Exclama Michael.

—Pues yo. Y mi estómago me llama a comer ya. —Y de inmediato mi panza comienza a hacer sonidos. Todos ríen.

—Entonces, vamos todos, yo conduzco. —Dice mi amado.

Al llegar al auto, nuestros amigos se sientan atrás y yo, en el asiento del copiloto. Vamos conversando sobre el único tema en verdad. ¿Por qué hacer algo así? Más vale que no venga nada peor.

—¡Oigan! Solo falto yo y todas las chicas de nuestro grupo estarían embarazadas. —Aclara Rachel de pronto.

—¡Es verdad!

—Vamos a tener que ponernos en campaña, amor mío. —Le dice a Mike.

—Ya veremos qué pasa, cariño. —Le responde. Tomándola de la mano.

—Entonces, ¿qué les parece si vamos al restaurante de Héctor y Dayalis? —Propone Chris.

—Es una excelente idea. Ya mismo llamo a Sophie y así, todo el grupo reunido y les contamos la noticia. —Comento muy contenta.

—¡Gran idea! Hace falta reunión de grupo.

Mientras Chris nos lleva hasta el restaurante, me dispongo a llamar a mi amiga para contarle que todo el grupo se reunirá. Suena bastante animada, ya que hace varias semanas no nos hemos visto. Prometemos contarnos todo.

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